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Madina, Cayo Lara o Pablo Iglesias ¿será esta la izquierda del mañana? (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el junio 22, 2014 por admin6567
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Uno, en su candidez, había pensado de que los resabios de la Guerra Civil de 1.936 habían quedado superados por más de siete décadas y media de paz, de más de 30 años de la finalización de la dictadura del general Franco y desde que los españoles en un gesto de grandeza decidieron darse una Constitución con la que se daba paso a los partidos políticos, se establecía una democracia y los antiguos vencedores de la guerra civil cedían, en un acto de generosidad, ante la decisión de don Adolfo Suárez de dar entrada en España a los comunistas presididos por el señor Carrillo.

Es posible que en los recovecos de la memoria de los pocos supervivientes que quedan de aquella contienda, todavía aniden rescoldos de odio hacia quienes les vencieron; es menos probable que en las nuevas generaciones de españoles, nacidos después de la guerra y los que ya lo hicieron estando en democracia, se sigan manteniendo, por transmisión familiar o por iniciativa propia, algunas de las ideas de carácter totalitario que caracterizaron a sus ancestros, pero de lo que estoy casi seguro es de que, si no hubiera sido por la llegada del señor Zapatero al poder, por su revanchismo disfrazado de utópico defensor de los pobres, por su falta de visión de lo que convenía a una España abocada a una recesión económica y por su empeño en revivir lejanas historias, remover viejas heridas y resucitar antiguas rencillas, de modo que, por extraño que pueda parecer, consiguieron que reaparecieran en el panorama político español viejos resabios comunistas, anticuados conceptos frente populistas y falsos rebrotes igualitarios que, hoy en día, en una Europa unida y ante una economía globalizada en la que, incluso naciones tradicionalmente comunistas, como la propia China o la misma Rusia del señor Putín, han empezado a dejar de lado; convencidas de que, sin participar de la economía global de mercado y de la gestión privada de las empresas, ninguna nación puede sobrevivir de la pobreza.

Y es que, señores, estamos asistiendo a una increíble proliferación de corpúsculos, de pequeños grupos de personas, de agrupaciones espontáneas lideradas por "enterados", improvisados líderes callejeros y charlatanes de barrio que, aprovechándose de que en este país ya se permite todo, que las autoridades le temen más que a un terremoto que se les produzca un problema en las calles y el tener que discernir sobre si, una tropelía cometida por unos vándalos, es una legítima manifestación de la libertad de manifestación y expresión o, por el contrario, sólo significa un acto bárbaro de unos terroristas callejeros que tienen la obligación de reprimir. El reciente caso del barrio de Sans, de Barcelona, dónde el alcalde de Barcelona ha dado muestras del terror que le tienen los políticos a enfrentarse con unos pocos ocupas, cediendo ignominiosamente ante ellos, ordenando parar un derribo decretado por los jueces, justificándose por la necesidad de no crear problemas que puedan alterar el orden público de la ciudad.

Eso mismo ocurrió en un barrio de Burgos, con los mismos resultados; de modo que el ejemplo viene cundiendo y, cada día, van surgiendo, como si fueran setas, nuevos colectivos de no más de unos cientos de exaltados que, amparándose en el derecho de manifestarse y expresarse, se dedican a crear conflictos en todas las ciudades, sin que les importe apelar a la fuerza, quemar bienes públicos, destrozar escaparates y hacerse dueños de las calles, ante la más absoluta inoperancia de las fuerzas de orden público encargadas, en teoría, de hacer que se respeten las leyes y de mantener la seguridad de los ciudadanos en las calles. Lo cierto es que, esta nueva forma de cuestionar la autoridad de los Ayuntamientos, de discutir las decisiones de los parlamentos autonómicos, de oponerse a las decisiones judiciales y de pretender suplir las leyes, las normas administrativas, y las cuestiones de policía urbana por los acuerdos tomados, a viva voz, por grupos desestabilizadores del orden. Lo cierto es que los encargados de mantener la legalidad se achantan ante dichos desafíos y se avienen a negociaciones, cesiones y claudicaciones, que sólo contribuyen a que esta clase de terrorismo urbano vaya adquiriendo carta de naturaleza, cada vez, en mayor número de ciudades, pueblos y localidades de nuestra nación.

De tales polvos vienen estos lodos. Así venimos observando como aparecen grupos como Podemos, liderados por individuos expertos en el uso de tópicos, hábiles en la utilización de argumentos demagógicos y conocedores de la mentalidad, fácilmente impresionable, de aquellos que están dispuestos a ir contra el poder, al que culpan de todos los males que aquejan a la nación; en muchas ocasiones sin darse cuenta de que, ellos mismos, pueden llegar a ser el mayor problema para poder sacar la nación adelante. Estos días venimos asistiendo al acoso, llevado a cabo por numerosos de estos grupos, que se convocan por medio de las redes sociales, que se denominan a ellos mismos "plataformas" y que bajo el eslogan común de ir "contra los recortes" de apoyar actuaciones anti-desahucios o de lo que denominan " defensa de la dignidad", en amparo de la igualdad y en contra de la pobreza ; a Ayuntamientos, parlamentos y sedes de los gobiernos autonómicos, llevados a cabo en numerosas ciudades de la geografía española, en una alarde de temeridad, de rebeldía y de desafío a las leyes vigentes, todo ello con plena impunidad.

Por ello, cuando nos percatamos de lo que está sucediendo en los partidos políticos, viendo la tendencia a la radicalización que se está produciendo en la mayoría de los de la izquierda, incluso en los más moderados y observando los personajes que van perfilándose como futuros aspirantes a gobernar nuestra nación; no podemos menos de sentir una gran alarma si es que queremos encontrar a alguien en la derecha capaz de enfrentarse, con posibilidades de éxito, contra ellos. Cayo Lara, una mediocridad que, sin embargo, ha conseguido convencer a muchos ex socialistas de que, él y su partido comunista, son los que pueden solucionar los problemas del paro en España; pretendiendo competir con él tenemos al señor Madina, del PSOE, un tapado que, valiéndose de la demagogia ha conseguido hacerse un nombre en el partido, una formación que va de mal en peor, como demuestra el que ninguno de los barones haya querido afrontar el reto de aspirar a la secretaria del partido. El tercero en discordia, el señor Pablo Iglesias, el sosia del fundador del PSOE, que, a la chita callando, y con la "inestimable" ayuda de los periódicos y TV de las izquierdas, ha conseguido en un tiempo record hacerse con una serie de adeptos convencidos de que, este asesor de los venezolanos de Maduro, es el que tiene la llave para sacar a los pobres de la pobreza, dar trabajo a los que están en paro, conseguir un salario mínimo para todos los españoles y sacar a España… ¿de dónde, don Pablo?, ¿acaso de la OTAN? ¿puede que de la UE y de la Europa del euro? Porque lo que no ha dicho usted es de dónde va a sacar el dinero para conseguir todos estos logros. Puede que aumentando los impuestos a los "ricos" o limitando los sueldos a los altos empleados, técnicos, investigadores u científicos e, incluso, aumentando las cotizaciones a la Seguridad Social de las empresas. A las grandes por supuesto.

Lo que ocurre es que, la mayoría de las grandes empresas españolas están en manos de multinacionales. Ya no ocurre, como venía sucediendo en Catalunya, que los grandes emprendedores, empresarios, industriales y banqueros, son españoles. Ahora, una gran parte de empresas industriales, bancarias, financieras y exportadoras, están en manos de capital extranjero, un capital que, al menor atisbo de intervencionismo estatal, se va a dar el bote, llevándose su negocio a otros países en los que no se les acose a tributos y obligaciones sociales, imposibles de soportar. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con pánico como regresamos al caos.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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