(Publicado en La Vanguardia-Caffe Reggio, aquí)
En los próximos años, nos harán falta inmigrantes jóvenes; en el largo plazo, problemas en pensiones
Nuevos tiempos en el mercado de trabajo? La información de esta semana así parece sugerirlo. La Seguridad Social continuó aumentando sus efectivos en junio, de forma que con los más de 56.000 de ese mes ya se lleva un largo periodo de acumulación de nuevos cotizantes. Una dinámica que corrobora lo avanzado por la Encuesta de Población Activa del pasado mayo. Entonces se pudo ya constatar que, en el año que finalizó en el primer trimestre de 2014, la ocupación destruida se había frenado substancialmente (desde los casi 730.000 empleos perdidos entre el primer trimestre del 2012 y del 2013, a los 64.000 entre el primero del 2013 y el del 2014). Por tanto, mejora continuada y cada vez más perceptible en el empleo. Y, en lo relativo al paro, el registrado este pasado junio ha experimentado nuevos retrocesos (-123.000), de forma que, desde octubre del 2013, el registro de paro ha caído en 362.000, también en línea con la importante reducción recogida por la EPA (entre marzo del 2013 y del 2014, unos 350.000 parados menos).
La aparente anomalía entre la suave mejora de ocupación y la fuerte reducción del desempleo se explica por el hundimiento de los activos. Según la EPA, estos cayeron unos 410.000 en el año que finalizó el primer trimestre del 2014. Una contracción que afectó, en especial, a los jóvenes de 16 a 34 años (480.000 menos). Y esa muy importante pérdida de jóvenes activos continúa una dramática tendencia, que nos sitúa frente a un espantoso vacío demográfico: entre principios del 2008 y del 2014, los activos jóvenes (16-34 años) han retrocedido en 2,1 millones (un 23%), frente al aumento de 2,2 millones de los de 35 años o más (un 16,2%). Una contracción que expresa problemas demográficos, desánimo, retorno a los estudios y emigración.
Estos cambios tan rotundos se han visto confirmados por la dinámica de la población española y la estadística de migraciones publicadas esta semana por el INE. Ambas fuentes confirman la intensa pérdida poblacional de España (220.000 residentes menos en el 2013), por un saldo migratorio negativo de extranjeros de casi el mismo volumen (250.000), y con una incidencia entre jóvenes de 15 a 34 años excepcionalmente severa (una pérdida el último año 2013 de más de 475.000).
En suma, unas cifras con sabor amargo. ¿Mejora del empleo? Si. Lenta pero evidente. ¿Mejora del paro? También, y mucho más intensa. Pero las razones que subyacen a la misma sugieren pan para hoy y hambre para mañana. Porque un país que se queda sin jóvenes, no sólo pierde a uno de los contingentes más formados. Este es un aspecto relevante, pero lo son quizás más sus consecuencias, inevitables, en el medio y largo plazo. En los próximos años, de nuevo necesitaremos entradas netas de inmigrantes jóvenes. En el largo plazo, problemas en pensiones. ¿Animados por la mejora de junio? Si, pero no como para echar las campanas al vuelo.