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El nacionalismo roba: ayer, hoy y siempre

Publicada el julio 28, 2014 por admin6567
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Editorial de UPyD (Ver aquí)
Jordi PujolLa identificación de un partido o de una persona con un pueblo se usa habitualmente como arma ofensiva. No hace falta insistir demasiado: llevamos 35 años viéndolo casi a diario en Cataluña y en el País Vasco (también, en menor medida, en otras regiones de España, y desde luego en mil lugares a lo largo de la historia moderna). La simpleza del mecanismo es la garantía de su eficacia: si no estás conmigo, eres un traidor. Nunca se expresa de forma tan clara, naturalmente. Jordi Pujol, el Patriarca, encontró hace años una hábil falacia para deslizar el mensaje central de todo nacionalismo. Dijo: "Es catalán quien vive y trabaja en Cataluña y quiere serlo". Así, parecía que dejaba la pertenencia a la libre voluntad del ciudadano. La trampa consiste en que lo que parece una definición plantea en realidad una pregunta. "Y usted, ¿quiere o no quiere ser catalán?" Finalmente, consigue lo que busca todo nacionalismo. En palabras de Orwell: clasificar a las personas como si fueran insectos. El razonamiento pujoliano triunfó lamentablemente: yo soy Cataluña y tú verás si estás conmigo o contra mí.
A la pregunta de qué hay de malo en votar habrá que contestar con otra: ¿qué hay de malo en que Pujol tenga unos millones en Andorra?
No es sólo un arma para atacar. También es una muralla para protegerse. Al nacionalismo no le preocupa cosechar odios -de hecho los cultiva en régimen extensivo-. Le gusta exhibir lo que describe como anticatalanismo, desprecio a lo catalán y a los catalanes. De hecho, es feliz cuando consigue que alguien con pocas luces embista contra Cataluña sin más distingos. Ahora, con la confesión del patriarca Pujol, tratarán de recordar que el Muy Honorable ya sólo es Cataluña en la reserva y de convertir la exigencia de responsabilidades en una intromisión o, de nuevo, en un intento de hacer pasar a todos los catalanes por ladrones. Toca volver a recordar que no es Cataluña. Que es el nacionalismo el que roba. Ayer, hoy, mañana y siempre. Es una ideología que genera entramados corruptos por naturaleza. Precisamente porque sitúa a quien la administra por encima del bien y del mal.

La sorpresa no es que Pujol el Patriarca ocultara su fortuna, sino que lo confiese. Muy mal tiene que haberse puesto la cosa para haber tomado tal decisión faltando tan poco par el gran momento patriótico de la consulta ilegal. En cualquier caso, el patético comunicado sólo viene a apuntalar las muy amplias sospechas de que en Cataluña existe un régimen arraigadamente corrupto. Muchos se acuerdan ahora del vergonzoso proceso de Banca Catalana, momento fundacional de la impunidad de Pujol, de su partido y del nacionalismo catalán. Bien, pero esto no es un caso único en España. Sucede allí donde un mismo partido ha gobernado durante varios lustros: Madrid, con su trama Gürtel, sus áticos marbellíes y su compra de concejales; Andalucía, con la Junta embadurnada en los ERE o en los trapicheos de la UGT; la Comunidad Valenciana, con un itinerario que va desde la Brugal en Alicante hastaFabra en Castellón; Galicia, Murcia, Navarra… ¿No hay, entonces, un hecho diferencial en la corrupción nacionalista?

No era Moisés el que los llevaba a la tierra prometida. Era Alí Babá

 
Sí. Aunque todo discurso político corre el riesgo de degenerar en moralina, en el caso nacionalista la moralina es el discurso. Con su revestimiento sentimental, los gestores del nacionalismo van dando lecciones a diestro y siniestro. Han decretado su superioridad moral hasta el punto de que españolizar alumnos es una aberración mientras que catalanizarlos es un acto de caridad. Resulta ocioso recordar de nuevo el mantra "España nos roba", tan irónico después del pujolazo. Pero nunca está de más insistir en la falacia del derecho a decidir, el nombre que le han dado a la apropiación indebida por parte de unos pocos de lo que pertenece a todos los españoles. "¿Qué hay de malo en votar?" -se han venido preguntando una y otra vez. A tal pregunta procede hoy contestar con otra: ¿qué hay de malo en que la familia de un expresidente tenga unos millones en Andorra? Y es que la respuesta es la misma: lo malo no es votar ni tener, sino que le estés robando a otros sus derechos o su dinero.
Este defraudador confeso ha sido el socio preferente de quienes han gobernado España
Todo el proceso secesionista es un intento de robo amparado en la falsa santidad del pueblo. Un cargo público, un político, podrá llevarse lo que no es suyo, pero siempre habrá alguien mirando. Con un sacerdote no es tan sencillo (ni digamos con un sumo sacerdote, como Jordi Pujol). La política democrática consiste en cosas tan prosaicas como controles, transparencia, independencia judicial y otros dispositivos. El culto nacionalista pone al pueblo por encima de todo. Mientras éste contempla embelesado su glorioso destino, los sacerdotes les están vaciando los bolsillos. No era Moisés el que los llevaba a la tierra prometida. Era Alí Babá. Y sólo a él le estaba reservado el paraíso (fiscal).

Nada de esto es nuevo. La confesión de Pujol el Patriarca simplemente viene a recordarlo. Quizás sirva para que los creyentes comprendan que la política no es una cuestión de fe y se arranquen la venda de los ojos. Y también para que se revise de forma crítica el papel que Pujol (y el nacionalismo en general) han jugado en España desde la transición. Este defraudador confeso ha sido el socio preferente de quienes han gobernado España. Siendo inmensamente generosos podemos pensar que niGonzález ni Aznar (¿ni sus ministros de Hacienda?) conocían los trapicheos de la familia Pujol. Pero no pueden hacerse los locos respecto a los demás robos del nacionalismo, los que han condenado a España a la bancarrota democrática de la desigualdad y el privilegio.

Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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