"Cuando estás de mierda hasta el cuello lo único que te queda es cantar" B.Brecht
Los ciudadanos de a pie tenemos un sexto sentido, una especie de don interpretativo o, si se prefiere, un pálpito del que, al parecer, carecen los políticos, quizá porque su oficio les impide mantener una parte de su mente libre de prejuicios o, y esta es quizá la causa más probable, porque prefieren estar ciegos ante la realidad cuando ésta va en contra de sus intereses. Sea como fuere, señores, uno no puede dejar de observar a su alrededor un cierto optimismo, una pequeña luz que parece que se está abriendo paso, en medio de las tinieblas que han estado oscureciendo el horizonte de nuestro futuro. Si se quiere puede que no sea más que una proyección de nuestro deseo íntimo de que, España, pueda salir del mal trago que ha tenido que tragarse desde el inicio de la crisis a principios del 2008; pero ¡bienvenido sea! si con ello conseguimos sonreír o descartar, por unos instantes, el rictus de pesimismo que hemos estado arrastrando durante los últimos años.
Sin embargo, parece que la sola sombra de que nuestro país pudiera entrar en una fase en la que la industria se reactivara, el crédito llegara con más facilidad a las pequeñas empresas y a los emprendedores, la atonía de los mercados pudiera salir de su estancamiento y los ingresos de los trabajadores mejoraran en su poder adquisitivo para que pudieran reactivar la demanda; no satisface a algunos, diríamos que hasta les molesta o preocupa como si lo que, en realidad, quisieran fuera que, el país, fuera a menos, que nos hundiéramos más en la crisis y que el desempleo aumentara, seguramente convencidos de que "a aguas revueltas ganancia de pescadores". Lo cierto es, no obstante, que se observa en las calles un cierto optimismo, llevamos varios meses que las contrataciones aumentan y que los afiliados a la Seguridad Social van creciendo (60.000 el último mes de Julio). ¿Significa todo ello que tenemos que lanzar las campanas al vuelo y que se han acabado todos los problemas que nos vienen aquejando? Sólo un tonto podría pensar que, con 4'5 millones de parados y con muchas empresas que no han podido aún levantar cabeza, se pudiera dar por superada la crisis.
Pero sí podemos afirmar que los negros nubarrones que no permitían atisbar la menor esperanza para nuestra nación, asediados por los nefastos pronósticos respecto a la financiación pública y privada, agarrotados por los elevados intereses y la amenaza de la prima de riesgo; sin duda se van aclarando, nuestra prima de riesgo ronda los 130 puntos básicos, cuando hace poco más de un año estaba por los 600, y la amenaza que sobre nosotros pesaba de tener que ser rescatado por Europa, a medida que van pasando los meses, cada vez se va alejando más de nuestra economía. Signos, como el aumento del turismo nacional que se ha estimado en un 15% superior al año anterior, las carreteras españolas llenas de coches saliendo de vacaciones y un aumento significativo del empleo estacional respecto al de años anteriores, son indicaciones evidentes de que en España se respiran otros aires y que, poco a poco, van apareciendo señales de una incipiente recuperación.
Y, en esta situación, no debiéramos olvidar que, un factor muy importante para que la mejora que está asomando se consolide es que, los ciudadanos, recobremos la esperanza, veamos la vida con más optimismo, dejemos atrás las premoniciones catastróficas y contemplemos con esperanza estos primeros amagos de mejora. Todos sabemos que hemos cubierto una etapa, que aquellos tiempos de vacas gordas basados en experimentos especulativos, derroches insostenibles, enriquecimientos rápidos y vivir por encima de las posibilidades; confiando en que cada día seríamos más ricos y que, el valor de los inmuebles, iría creciendo sin solución de continuidad a través de los años; ya no volverán, al menos para aquellos que hemos soportado la crisis y probablemente incluso para nuestros nietos. Esperamos, no obstante, que se superarán estos tiempos de restricciones, de paro desorbitado, penuria financiera y económica de modo que, al menos, recobremos el sosiego, podamos mantener una existencia sostenible y que nuestros hijos puedan encontrar un trabajo digno con el que puedan ganarse la vida y crear una familia.
Resulta paradójico que, aquellos que permanecieron aletargados mientras el socialismo del señor Rodríguez Zapatero iba permitiendo que la nación fuera cayendo en la insolvencia; mientras seguía negándose que hubiera crisis en España; cuando se presumía de que nuestra economía superaba a la italiana y amenazaba con superar a la francesa etc. Los que durante 7 años no supieron tomar las medidas adecuadas ( las que se nos pedían desde Europa) para evitar que cayéramos en manos de los hombres de negro y todos los que cooperaron con el Gobierno socialista formando el llamado "cordón sanitario" en contra de la derecha del PP, sin permitirle intervenir ni aceptar ninguna de sus ideas para intentar luchar contra la crisis; estos señores, son los que, no conformes con haber contribuido dolosamente al desastre de nuestras finanzas, ahora pretenden negar, con fines espurios, que ya son muchos los elementos que están dando pábulo a que tanto la CE, como el FNI o el mismo BCE del señor Draghi, hayan coincidido en reconocer que España ha salido de la recesión, ha superado el peligro de insolvencia y ha conseguido recuperar la confianza de los inversores, que hace apenas dos años nos daban la espalda.
Hasta el nuevo secretario del PSOE, señor Sánchez, un poco a regañadientes, ha dado por buena la noticia de la disminución del desempleo; el mismo señor Toxo de CC.OO lo ha considerado una buena noticia, aunque ha insistido en la precariedad del empleo y la falta de contratos indefinidos. Pero hete aquí que, aquellos que se encuentran en estos momentos en el ojo de huracán de la corrupción, los funcionarios de la UGT andaluza, los que tienen que responder ante la Justicia por sus irregularidades en el reparto de los fondos oficiales destinados a pagar indemnizaciones a los trabajadores por los EREs en Andalucía y aquellos que manipularon facturas, aumentando su valor, para embolsarse las diferencias, de acuerdos con los empresarios que se prestaron al juego de defraudar al fisco; son los que siguen sin reconocer sus culpas y, lo que todavía se puede considerar más grave, su presidente, su director el señor Cándido Méndez, que lleva más de 30 años en su puesto, no sólo no reconoce que se hayan producido los hechos de los que están inculpados, sino que todavía se atreve a descartarse y eximirse de cualquier culpa, alegando que desconocía los tejemanejes de sus propios mandos.
El señor Méndez, presidente de la UGT, insiste en su política de enfrentamiento al Gobierno, por cierto, una política diametralmente opuesta a la que mantuvo durante el desastroso mandato de Zapatero, su amigo. Ahora se niega a reconocer que España va mejor, argumentando que el aumento de trabajo se debe a que hay más contratos parciales o a que no hay suficientes contratos indefinidos. Nada que no ocurriera el año anterior, pero con la diferencia que se han creado, desde entonces, más de 400.000 puestos de trabajo netos ¿No tiene en cuenta, nuestro exigente sindicalista, que hoy tenemos menos parados y 60.000 cotizantes más a la Seguridad Social, aunque no todos tengan contratos indefinidos? ¿Qué han hecho él y su sindicato, aparte de quedarse presuntamente con un dinero que no les pertenecía, para ayudar a los desempleados, cuando el sindicato UGT tiene una de los patrimonios más grandes de España? El hecho es que son incapaces de admitir que la derecha pueda conseguir enmendar los graves errores de la izquierda. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos indignados debatirse al señor Méndez entre la ignorancia y la mentira.
Miguel Massanet Bosch