"Conservar enhiestos los castillos en el aire resulta muy costoso" E.Bulwer-Lytton
A fuer de repetitivos, conscientes de que el tema tiene sus limitaciones pero, a la vez, convencido de que es necesario desenmascarar y poner en evidencia a este señor, Pablo Iglesias, que ha conseguido movilizar a una parte de la ciudadanía española que, por otra parte, de unas muestras preocupantes de dejarse llevar más por los dictados de su corazón, por la creencia de que una revolución social les causaría beneficio y por la convicción, y en ello habría que darles parte de la razón, de que los actuales políticos han dado muestras de incapacidad, falta de honradez, estupidez y de creerse que manteniéndose encerrados en su castillo de cristal, mirando al pueblo desde su presunta superioridad, los asuntos agobiantes que preocupan a la población se van a resolver por si solos.
La verdad es que, aunque existen demasiados políticos corruptos, partidos políticos que albergan, junto a miembros honestos y que trabajan por el pueblo otros, en ocasiones multitud, de sus componentes han entrado en ellos sólo para beneficiarse personalmente, enriquecerse si pueden y permanecer el mayor tiempo posible chupando de las ubres de los caudales públicos; lo cierto es que, una gran mayoría de los que nos representan, son personas cabales, que trabajan por España y que se sienten tan ofendidos y preocupados por el hecho de que haya personas desaprensivas que abusan de los cargos que han recibido. Por desgracia, últimamente las catacumbas de los partidos mayoritarios han parido a una serie de personajes que, con su irresponsabilidad, su desvergüenza, sus trucos y sus jugarretas especulativas, han puesto en tela de juicio, ante una ciudadanía baqueteada por la crisis y herida por el desempleo, poco dispuesta a tolerar que los haya que se aprovechen de sus artimañas para enriquecerse o malgastar el dinero público, procedente de los impuestos, cuando hay personas que se ven precisadas a pedir ayuda para poder sobrevivir.
Pero es preciso que el sentido común, la sensatez, la inteligencia y el conocimiento del mundo que nos rodea no nos dejen caer en la trampa de aquellos que, aún siendo conocedores de cuales son las reglas del juego; aunque conozcan los efectos de unas promesas irrealizables o sepan perfectamente que no se puede luchar contra las crisis o las recesiones, simplemente, con la destrucción de todas las estructuras financieras y económicas existentes, para luego pretender edificar un nuevo sistema, a modo de País de Jauja en el que, sin trabajo, esfuerzo, excelencia, mérito, sacrificio, orden y disciplina se consiga que todos los ciudadanos de un país, como parece que pretende este iluso que se presenta como un profeta de la izquierda, Pablo Iglesias, puedan vivir a cuerpo de rey, sin que haya distinciones entre unos y otros, y bajo un gobierno pretendidamente "justiciero" que sea capaz de convertir a los malos, ladrones, defraudadores, violadores etc. en personas honorables que se avengan a vivir dentro de unos límites de respeto por los demás; a los estudiosos, trabajadores, investigadores e inventores que renuncien a sus ambiciones y sus proyectos científicos para volver a la vida contemplativa y bucólica; que sea capaz de pagar las pensiones a los jubilados y enfermos y proporcionar medicinas y cuidados médicos a los enfermos y, todo ello, señores, sin que sean capaces de decirnos de dónde van a conseguir el dinero para establecer este Paraíso terrenal.
Porque parece que el señor Pablo Iglesias, a medida que va dejando sus "perlas" sobre el sistema que pretende implantar, para establecer el nuevo orden revolucionario que propone, resulta que más incomprensible resulta, menos sostenible se convierte su proyecto y más absurdo se presenta su plan de rescatar el país. Si tenemos en cuenta que estamos dentro de una Europa unida, tenemos una moneda única y que, por desgracia, cada vez dependemos más de la interconexión con las otras naciones, para conseguir financiarnos, exportar, importar y suministrarnos de las materias primas y combustibles energéticos de los que dependemos, el plan del señor Iglesias cada vez resulta más suicida.
Si, como insinúa el señor Iglesias, nos encerramos bajo el caparazón de la tortuga, decidimos no pagar a nuestros deudores, inventarnos un sistema monetario para los países del sur de Europa y convertirnos en un remedo de la UE, puede que el experimento pueda rivalizar con los famosos inventos del profesor Franz de Copenhague del TBO. Una moneda a base de una refundición de la peseta, la lira, el dracma griego, el escudo portugués o la lira maltesa, entre otras; lo primero con lo que nos íbamos a encontrar sería la dificultad de establecer una paridad entre todas ellas, lo que ya produciría los primeros enfrentamiento; en segundo lugar la devaluación de la nueva moneda respecto al euro o el dólar significaría un empobrecimiento y nos impediría comprar los combustibles que precisaríamos, puesto que encarecería nuestras compras a terceros países, de modo que el comercio se reduciría sólo a los intercambios que pudieran hacerse entre los aliados, teniendo en cuenta que, en todos ellos, se producen similares productos hortícolas del sistema primario, competimos en turismo, no somos autosuficientes en combustibles, tenemos similares carencias y todos, sin excepción, venimos dependiendo de las ayudas del BCE y de las subvenciones de Bruselas.
La llegada de la inflación no sería más que una de las consecuencias de la separación de la Europa del norte. ¿Qué pasaría con el sistema arancelario y la libre circulación de ciudadanos según el sistema Schenguen? ¿Se nos consideraría, como ocurriría con Catalunya si consiguiera la independencia, como terceros países, obligados a viajar con pasaporte y a pagar tasas arancelarias, lo mismo que para nuestras exportaciones? También nos gustaría una respuesta a las posibilidades de financiación. ¿Sería la nueva Europa del sur fiable para los inversores del resto de Europa y para los otros países del mundo? Si ocurriera, como sucedió a España, que la prima de riesgo se elevara y la confianza disminuyera, al no poder disponer de la financiación o la compra de bonos por parte del BCE o el BEI, ¿quién nos sacaría del apuro, quién nos rescataría? Ninguno de nuestros presuntos aliados del sur, señores, podría echarnos una mano, por la sencilla razón de que, todos ellos, están en las mismas circunstancias o peores que las nuestras. ¿Un sistema comunista o para-comunista sería bien recibido en nuestro entorno? Diríamos que no.
Sabemos que nuestra frontera sur es sumamente inestable. Los países del norte de África, salvo Egipto, están dominados por los islamistas y Marruecos, que ahora nos respeta y con el que el Gobierno mantiene buenas relaciones, es muy posible que con un cambio de régimen, con unos países debilitados y carentes de unas fuerzas disuasorias capaces de contener sus ansias expansionistas, volviera a sus reclamaciones, no sólo sobre Ceuta y Melilla, sino, incluso, quien nos dice que no aspirara a Andalucía, si se le ponía a tiro. No sabemos si, entre tertulia y tertulia, a pesar de sus compromisos con el señor Maduro de Venezuela y sus profundos estudios sobre la nueva estructura de España, al señor P.Iglesias le ha quedado tiempo para contemplar el estropicio que le puede causar a España si llegara a gobernar. Convendría que lo pensase antes de intentar darles gato con liebre a aquellos que se dejan llevar por la charlatanería del momento y no reflexionan sobre las consecuencias de una idea descabellada. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con admiración como el comunismo llama, otra vez, a la puerta de España.
Miguel Massanet Bosch