(Publicado en República de las ideas-Caffe Reggio, aquí)
Menos mal que Escocia dijo ‘no’ a la independencia, a pesar de los graves errores de David Cameron y de las instituciones y los líderes de la Unión Europea que no pusieron coto político y legal a semejante disparate que se veía venir -en Gran Bretaña y en otros países de la Unión- en el que dos millones de escoceses han puesto en peligro el histórico proyecto de Europa, en plena crisis económica y en un territorio donde habitan más de cuatrocientos millones de ciudadanos.
Y decimos menos mal que triunfó el ‘no’ escocés por la parte que nos toca a los españoles en lo que al disparate independentista de Cataluña, que ayer dio un paso definitivo hacia el enfrentamiento con el Estado, una vez que el parlamento catalán aprobó una ley de consultas -que es inconstitucional- con la que ahora pretenden celebrar el 9 de noviembre un referéndum ilegal para alcanzar la independencia de Cataluña.
El desafío catalán está en marcha, bajo el liderazgo demencial de Artur Mas y con la ayuda de todos los partidos catalanes (CiU, ERC, PSC, ICV y CUP), excepción hecha del PP y Ciudadanos. Y a destacar entre los desafiantes al PSC, brazo catalán del PSOE, el partido que ahora lidera el joven Pedro Sánchez desde la mayor ambigüedad en casi todo y especialmente en este caso porque el PSOE se opone al derecho de autodeterminación en contra de lo que hacen sus compañeros del PSC, los que además han votado a favor de la ley de consultas que es inconstitucional, pero diciendo que ellos votan esa ley pero no para que se celebre el referéndum del 9 de noviembre. Lo que es el colmo de la idiotez política: dar apoyo parlamentario a los independentistas y decir que ellos no quieren la independencia (sic).
Para que no falte de nada tenemos el proverbial inmovilismo de Rajoy, que calificó la Diada de 2012 del ‘España no roba’, en el inicio de este proceso, de “algarabía”. Rajoy que ahora se enfrenta a la necesidad de tener que tomar drásticas y enérgicas medidas -incluida la posible suspensión de la autonomía catalana- si Mas culmina su reto al Estado con la convocatoria del referéndum, después de que el Tribunal Constitucional suspenda en cuestión de días la ley de consultas catalanas que se acaba de probar tal y como ocurrirá.
Rajoy llega tarde a esta crisis, como Cameron y la UE llegaron tarde a la de Escocia, y además ha sido incapaz de desmontar las mentiras históricas, económicas y europeas del discurso de Mas, quien sigue mintiendo al decir que la consulta se va a celebrar por más que sabe que eso es imposible. Como miente cuando afirma que lo único que los catalanes quieren es votar, cuando lo que ya debía de haber hecho es dimitir -como hizo Salmond en Escocia de manera inmediata y ejemplar- y dejar votar a los catalanes pero en unas elecciones autonómicas anticipadas ante el fracaso de este proceso secesionista que dejará detrás de sí una profunda fractura social en Cataluña y en las relaciones de Cataluña con el Estado y el resto de España.
A este enjambre de mala política y malos políticos hay que añadir el comportamiento temerario, y hasta cómplice, de la burguesía y el poder económico de Cataluña que en vez de denunciar a Mas y a su disparatado plan independentista -como lo hizo el poder de las finanzas y las empresas en Escocia, aunque algo tarde- se han limitado a pedir al Gobierno de España diálogo, negociaciones y concesiones a los nacionalistas catalanes, bajo el chantaje de la escisión.
Y como la guinda de semejante pastel la corrupción reiterada de Jordi Pujol y familia sobre la que la fiscalía del Estado mantiene una sospechosa distancia e inactividad, lo que hace suponer que se están celebrando en secreto posibles e indecentes pactos cuyo alcance todos deberíamos conocer.
Tanto si hay pacto secreto como si no, el daño general está hecho y la carrera política de Artur Mas parece agotada, aunque aún está por ver si se inmola como un pretendido mártir de la patria y llega a convocar la consulta desde la Generalitat y en contra de la ley lo que abriría en Cataluña -y en España- un tiempo de alta tensión y de inestabilidad política. Y todo ello cuando la economía española no acaba de arrancar y las primeras instituciones del Estado como la Corona, la Justicia y los dos grandes partidos nacionales, PSOE y PP, están bajo mínimos y en pleno curso electoral.
¿Cómo hemos podido llegar a esto? Pues por la vía de la mala política y escaso liderazgo en este tiempo español. Pero también y sobre todo por los ‘desistimientos’ del Gobierno de España, que dejó pasar los desafíos en escalada de los independentistas e incluso reiteradas violaciones de la legalidad. Y no solo en lo que le afecta al Gobierno de Rajoy y del PP, sino también porque fue el Gobierno de Zapatero y del PSOE el que abrió la caja de los truenos de la ruptura con el estatuto inconstitucional catalán, que luego rectificó el Tribunal Constitucional, y está en el origen de esta crisis.
Todo ello adornado por un PSC-PSOE que jugó con fuego de la independencia y la autodeterminación y con un poder económico catalán, cómplice y temerario que apoyó y financió a los partidos, instituciones foros y medios informativos implicados en todo este proceso y sometidos a la propaganda y al dinero que les regalaba la Generalitat.
Así hemos llegado a esto y ahora el Gobierno de Rajoy no puede huir del desafío y se enfrenta a la hora de la verdad y veremos si por las buenas -si hay un pacto secreto con Mas para salvar a los Pujol, y puede que al propio presidente catalán- o por las malas si Mas decide inmolarse como el héroe de una fallida y demencial intentona de independencia catalana y se lanza al vacío camino hacia ninguna parte, lo que obligará a Rajoy a imponer la ley y la legalidad, obligando a que se cumpla en todo el territorio catalán.