Como ciudadanos de a pie y, además, de "letras", todo lo relacionado con los Presupuestos Generales del Estado se nos hace un montaña difícil de escalar; sin embargo, sin pretender entrar en el meollo de las cuentas del Estado, quedándonos en los arrabales de este amalgama de cifras en las que se pierden cada una de las partidas presupuestarias y, a la vista de lo que hemos podido colegir de algunos comentarios de expertos aparecidos en la prensa; no nos queda otro remedio que manifestar nuestra extrañeza, nuestra estupefacción y asombro ante lo que, según el ministro señor Montoro, se consideran como unos presupuestos " de contención presupuestaria", una definición lo suficientemente vaga e imprecisa para que tanto sirva para un barrido como para un fregado, especialmente cuando se intenta averiguar si nos va o no a beneficiar a los ciudadanos.
Si no hemos entendido mal el señor Montoro, se pretende invertir el ahorro que nos ha representado el pagar menos intereses para nuestra Deuda pública; el crecimiento de nuestra productividad; el aumento de la recaudación de impuestos que se prevé, debido al previsible crecimiento de nuestra economía y la mejora que se espera conseguir de nuestro PIB, estimado en un crecimiento para el 2.015 de 2 %; la previsión hipotética de una reducción del desempleo que se materializa en un descenso de un 14,9% menos de la partida prevista para el nuevo año respecto a la del 2014 y lo que se dejará de aportar al fondo de rescate MEDE o al Fondo de proveedores, que se cifra en los 7.804 millones pagados en 2.014.
A uno, que no es técnico en la materia, se le antoja que todos estos ahorros debieran destinarse a disminuir el montante de nuestra Deuda Pública que, según todas las previsiones, se situará en el 2.015 en alrededor del 100% de nuestro PIB. Si la suma de estos ahorros asciende a unos 15.200 millones de euros para el 2.015 ( 4.400 millones en prestaciones de desempleo; 1.500 en servicios de carácter general; 1.100 en intereses de la deuda y los 7.800 millones en aportaciones al MEDE y el Fondo de proveedores), podemos observar que, salvo la reducción de la partida de Servicios de Carácter General, no se trata de recortes del gasto sino de partidas de ahorro basadas en: una previsión del descenso del paro; una reducción de los intereses a abonar por la Deuda Pública; y el hecho de que, este año, no se tienen que abonar las aportaciones al MEDE ni FP. ¿Y si caemos en recesión y no se cumplen las previsiones de Montoro?
Unos "presupuestos austeros" en los que, no obstante, parece que el gasto total va a crecer unos 17.000 millones de euros durante el año que viene. El Gobierno parece decidido a "gastarse" todo lo que ha conseguido economizar en elevar el resto de partidas de gasto. Aparte de las partidas de carácter social ineludibles (pensiones, desempleo, la Seguridad Social, y el Fomento de Empleo) se ha dejado arrastrar por lo que parece que se ha convertido en la costumbre de cada gobierno cuando se acercan las elecciones legislativas: las famosas y eficaces subvenciones. Y como la caridad empieza por uno mismo, ha decidido que las cantidades destinadas a los partidos políticos no sólo no se recorten, como parece que sería lo adecuado en una situación con más de un 23% de parados, sino que, como ya estamos oliendo a periodo electoral, lo mejor es proveer bien de subvenciones a todos los partidos políticos para que así, cuando llegue el momento, puedan despilfarrar el dinero en inútiles fotos de los candidatos, en costosos mítines para convencer a los convencidos y en alojamientos en hoteles de cinco estrellas y, como no, en los imprescindibles banquetes, sin los cuales no se entienden unas elecciones comme il faut.
Y aquí es cuando empezamos a pisar terreno sólido, donde nos sentimos en condiciones de criticar con solvencia a quienes pretenden dedicar nuestros impuestos a buscar votos, cuando no han conseguido hacerse merecedores a ellos durante toda la legislatura. Sea como fuere, lo que este año ascendía a 84,75 millones de euros para el 2.015 será de 156,44 millones. ¿Tiene explicación? Pues, a la vista del desprestigio que los políticos han sabido cosechar, a pulso, durante los últimos tiempos; deberemos reconocer que son la cantidades peor gastadas, de nuestros impuestos, que se han pagado. Y por si no bastara, además de lo recibido directamente por los partidos políticos, se ha presupuestado por Interior 187,6 millones para "material de procesos electorales y consultas populares".
¿No habíamos quedado que las próximas elecciones serían más austeras, menos dilapidadoras, con menos parafernalia y con más contenido y precisión en las ofertas de los candidatos? Es obvio que, para que la ciudadanía reaccione, los que se promocionen para ocupar un escaño en las instituciones públicas, van a tener que comprometer su patrimonio, ante notario, a que van a ser capaces de cumplir con todo lo que se han comprometido a hacer; renunciando de antemano a que, cuando abandonen su puesto en cualquiera de las cámaras, fueran las Cortes o los parlamentos autonómicos, no van a seguir percibiendo un céntimo de ninguno de los organismos relacionados con las Administraciones u organismos consultivos, que proceda del erario público.
También deberíamos comentar el aumento, aparentemente desorbitado, que se establece para la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia que pasa de los 52,77 millones de euros en 2.014 a los 4.266,88 millones para el año que viene. Claro que tiene trampa porque, señores, además del 11% que nos han aumentado el recibo de la luz, en virtud de este ininteligible sistema con el que nos enredan en los recibos, se ha comprendido en esta partida el gasto de los costes del sistema eléctrico fruto del elevado déficit de tarifa. ¿Hablaban ustedes de energías renovables, de energías verdes y no contaminantes? Pues aquí tienen ustedes el resultado, una deuda multimillonaria que, como siempre, hemos tenido que pagarla los ciudadanos con nuestros impuestos.
En fin, menos mal que los españoles pertenecientes a la sufrida clase media, no solemos estar al tanto de lo que se cuece en los altos niveles de la política, algo que ignoramos hasta que, por casualidad, alguien destapa lo que se esconde detrás de las apariencias de personas honradas y solventes de quienes nos gobiernan, sea desde el Estado central o desde los parlamentos autonómicos porque, si llegáramos a saberlo, es posible que lo del "lejano oeste americano" sería un simple entremés respecto a la que se armaría entre todos aquellos que se sentirían indignados ante lo que se esconde, de podredumbre y ciénago, en los despachos de quienes pretenden darnos lecciones de lo que debemos hacer, lo que debemos pagar, a quien debemos obedecer y cómo debemos comportarnos. Corrupción en Andalucía, en Catalunya, en Madrid, en Andalucía, en Valencia y, para más INRI, en estamentos como la Administración de Justicia; han conseguido que los españoles hayamos perdido la confianza en todos aquellos que han convertido su vida en un medio de enriquecerse usando para ello la política.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos quejamos amargamente de habernos convertido en los chivos expiatorios de toda una serie de "listillos", una casta de políticos advenedizos, que nos llevan a mal traer con sus engaños y martingalas.
Miguel Massanet Bosch