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PP, rectificación, regeneración o disolución (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el octubre 23, 2014 por admin6567
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Cada día nos acercamos más a la fecha de las elecciones legislativas. Ya ni menciono a las autonómicas, donde la suerte está echada y es posible que se empiece a materializar el negro horizonte que, de seguir así las cosas, se nos presenta para las legislativas. Y cada día que pasa también es el de una nueva sorpresa respecto a noticias que van apareciendo en los medios de comunicación, que siguiendo el goteo incesante de casos de corrupción, ponen en entredicho la fama de muchos de los miembros del PP que ocuparon importantes cargos de responsabilidad y participaron en el gobierno, gozando del respeto y la confianza de todos los votantes de la antigua Alianza Popular.

No es que en el PSOE puedan tirar cohetes al respecto y, además de los casos que han conseguido que quedaran perdidos en las nieblas del pasado, como ha sido el tema del famoso "chivatazo" a los miembros de ETA, en el que se salpicaba al mismo Rubalcaba; tenemos que añadir los de los ERE de Andalucía y la implicación de importantes personalidades del PSA, tales como el señor Chaves y el señor Griñan, que siguen sub júdice gracias al tesón y heroicidad de la juez Alaya, que no se ha dejado doblegar por nadie en su cruzada contra la corrupción en Andalucía; a los que últimamente se ha añadido la imputación a otro de sus miembros más conocidos, el expresidente de la caja Castilla la Mancha, señor Juan Pedro Hernández Moltó, por falsear supuestamente las cuentas de la entidad.

Lo cierto es que la dirección del PP, con el señor Mariano Rajoy al frente, parece andar perdida en un mar de problemas, cada vez más difíciles de solventar que, no sólo hacen referencia a aquellos temas propios de la gobernación de la nación, de la necesidad urgente de reactivar la economía, de reflotar las empresas y de conseguir con urgencia acabar o, al menos, mejorar la abultada cifra de desempleados que oprimen, como una pesada losa, a una parte muy importante de la ciudadanía española; sino que se ven incapaces de conseguir recobrar la confianza de todos aquellos que les votaron y que, no obstante, se han distanciado de ellos gracias a los vaivenes de su política y a la falta de cumplimiento, cuando ya han transcurrido dos tercios de la legislatura, de las promesas que les hicieron a sus electores, cuando se ofrecieron a acabar con el desastre generado por los gobiernos del señor Rodríguez Zapatero.

Si no han sabido manejar, con prontitud y de forma tajante, lo que ha sido uno de los casos de pérdida de confianza más impactantes, a causa del desgraciado episodio del Gürtel, en el que se destapó los manejos del señor Bárcenas y sus chapuzas cuando fue tesorero del partido; permitiendo que el tema degenerase y acabara por afectar a una gran parte de los antiguos dirigentes; tampoco han tenido éxito en detener, en sus primeros escarceos, el peligroso movimiento separatista desarrollado en el País Vasco y, ahora, con una especial virulencia, en Catalunya, El señor Rajoy ha abusado de su flema, de su inmovilismo, de su, digámoslo así, galleguismo y lentitud de reacción que, seguramente, pensando que el nacionalismo, por si solo, se iría apaciguando dejando que el tiempo pasara, ha llevado una política de concesiones, de intentos de comprar unidad ofreciendo dinero, ventajas fiscales y favores en el tema de la lengua española que, al fin, no han tenido otro resultado que Catalunya, hoy en día, se haya convertido en un país difícil de gobernar, con un separatismo creciente, con la idea de que España los tiene sojuzgados y que, fuera de ella, serían un país mucho más libre y poderoso.

Rajoy proclamó a los cuatro vientos que en Catalunya no habría votación alguna. Rajoy se comprometió a acabar con la insurrección catalana y, su Gobierno, no ha parado de hablar sobre la imposibilidad de que los catalanes acudieran a las urnas para contestar a las dos famosas preguntas sobre "si Catalunya era una nación y sobre si los catalanes querían la independencia".

Ahora, el señor Rajoy, parece que se conforma con la manifestación de Mas de que no se celebraría el referéndum oficial convocado, para el 9N; pero se olvida de que, a las pocas horas, el líder catalán rectificó, manteniendo la consulta que, sin embargo, no va a tener carácter oficial pero se celebrará el mismo 9N con las urnas, las papeletas, los centros de votación y las mesas igual que si se tratara de una consulta oficial, sólo que sin listas electorales (bastará con la exhibición del DNI) y, por supuesto, no habrá delegados de los distintos partidos ni interventores. ¡La chapuza está servida y el pucherazo anunciado!

Si los catalanes pueden votar, aunque se trate de un simulacro sin las garantías previstas en la Ley, sin duda alguna el señor Mas habrá cumplido su promesa y el Gobierno de la nación, a los ojos de los catalanes, habrá perdido la partida. Los que no sean capaces de ver el alcance de la trampa del señor Mas es que son incapaces de gobernar la nación y, por tanto, deberían de abandonar sus puestos directivos y dejárselos a personas más capacitadas y perspicaces. No se trata de tener miedo de importunar al TC, ni de que se espere hasta que ya no tenga remedio y se haya celebrado la seudo consulta; porque la obligación del Ejecutivo es impedir que esta segunda consulta se pueda celebrar con los medios necesarios que, la Constitución, pone a su alcance.

Queda poco más de un año para las elecciones legislativas y el panorama electoral no puede ser más peligroso, con partidos populistas y ácratas calando fuerte en una ciudadanía, desencantada de los políticos, de los partidos tradicionales, de la corrupción generalizada que se va descubriendo y de que, el desempleo, continúe siendo la lacra de nuestra sociedad, mientras la confianza en el Gobierno sigue decreciendo día a día. Sin duda alguna, el descrédito que ha ido acumulando este Gobierno (a pesar de que ha conseguido algunos logros económicos) entre sus simpatizantes ha ido en aumento a medida casos, como el del señor Montoro, que anunció grandes ahorros por disminución de impuestos, se contradice a sí mismo, incrementando las cargas sobre las ventas de viviendas adquiridas antes del 95, al no tener en cuenta el aumento del coste de vida entre la fecha de adquisición y la de la venta, como un elemento a valorar para calcular la plusvalía a la hora de pagar el impuesto de trasmisiones.

Creemos que la revolución en el PP ha de tener lugar dentro del propio partido ya que, los intentos de crear nuevas formaciones de derechas, parece que no son viables a la vista de lo sucedido con VOX. El señor Rajoy debiera de darse cuenta de que sus posibilidades de obtener un buen resultado, en las próximas legislativas, está lejos de la realidad y, en consecuencia, debiera plantearse, con suficiente tiempo, el relevo como candidato, cediendo a otra persona más joven, con agallas y preparado para ser capaz de hacer frente, sin complejos ni miedos, a la dura oposición que van a ejercer desde las izquierdas; cuando no se puede descartar que, confiadas en una hipotética victoria decidan aunar fuerzas para presentar una coalición, si no para acudir a las elecciones, si, muy probablemente, para gobernar es necesario de que aúnen fuerzas. Para entendernos, un nuevo ejemplo de Tripartito catalán, sólo que a nivel de todo el Estado. Y, previsiblemente, con la certeza de que tendrían el mismo mal resultado económico que aquellos cuando dejaron a Catalunya endeudada con más 50.000 millones de euros.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos compungidos un previsible mal resultado electoral del PP de Rajoy. Mal vamos.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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