Sus opiniones son generalmenete contrarias a las ideas de esta formación política que tanto está influyendo en los jóvenes.
DANIEL CIFUENTES (Publicado en Mirada21.es, aquí)
Iglesias en un acto de su partido. | EFE |
El partido político Podemos, encabezado por Pablo Iglesias, ha crecido a pasos agigantados desde su fundación este mismo año. Miles de personas apoyan el pensamiento de este grupo político, así como las medidas propuestas que, se supone, cumplirán si llegan al poder ejecutivo.
Los últimos datos del CIS sitúan al partido como primera fuerza política en España. Podemos se pone en cabeza, según el voto directo de los españoles, con un 17,6%, y en tercer lugar, con un 22,5% en la lista de intención de voto, dos puestos más abajo que el Partido Popular con un 27,5% de los votos. Este apoyo social no deja lugar a dudas en cuanto al incremento de simpatizantes del partido y la importancia que ha cobrado en el panorama nacional.
Los medios se han hecho eco de todas las declaraciones de Iglesias en los que ha mostrado su visión sobre los problemas del país. Múltiples canales y programas han acogido al político y le han dado un “trampolín” directo a los “intereses” – dicen, de España.
La repercusión, en definitiva, es de un calibre pocas veces visto. Los jóvenes son quienes más han prestado su apoyo a este grupo político que, parece, está revolucionando y desmoronando el bipartidismo establecido en el país. Sin embargo, poco se sabe de las opiniones de las personas mayores de la sociedad. Da la impresión de que, más allá del asunto de las pensiones, no tienen importancia o carecen de trascendencia para los políticos respecto al futuro de España.
Para desmontar esta teoría, Mirada21.es ha contactado con algunos de estos personas mayores para conocer qué opinan acerca de este nuevo partido y del trabajo que están llevando a cabo para conseguir gobernar en España.
María Ramos Fernández, de origen zamorano y desde muy joven afincada en Madrid, tiene una postura bastante clara acerca de la política de Podemos. «No me gusta nada. Parece que se encuentran “al quite” de lo que hacen el resto de partidos, y eso me transmite inseguridad», afirma.
Sin duda, otro tema a destacar es la figura de Pablo Iglesias. «No me cae nada bien, y eso que es hijo de una paisana zamorana», comenta. “La gente puede tener las ideas claras, lleve o no la “coletita”. Aún así, este chico no me parece que sea ni de derechas, ni de izquierdas, ni de centro, ni de nada; no sabe a qué árbol arrimarse”», añade.
«Muchos de los jóvenes votantes no han pasado por las vicisitudes nuestras viviendo lo que sufrimos en la posguerra. Eso era pasarlo mal», opina María.
La crisis persiste
Aunque sí que es cierto que estas generaciones vivieron una etapa muy tensa y cargada de incertidumbre, la sociedad actual, de igual modo, está pasando por momentos difíciles. Las familias luchan por no ser desahuciadas, por sacar adelante a sus hijos pese a las circunstancias económicas que azotan sus bienes, y, sobre todo, por no perder los empleos que sostienen su vida íntegramente.
El pasado mes de octubre, la tasa de paro volvió a incrementarse. El número de parados creció un 1,78%, y dejó un total de 4.526.804 trabajadores sin empleo así como una brecha salarial entre hombres y mujeres del 76,1% según los últimos datos ofrecidos por el INE del 2012.
Otra visión, bastante parecida a la de María, es la que tienen Mercedes y Pedro, un matrimonio madrileño con cuatro hijos y tres nietos.
Mercedes cree que «Las ideas de este partido están fuera de lo físico». Con relación a Pablo cree que «Se trata de un tipo inteligente, sabe lo que hace, y domina la gestión de sus actos y apariciones públicas».
Pedro se mostró mucho más duro en su actitud, «La política de Podemos es oportunista, y como tal, ha sabido imponerse sobre el resto basándose en un fondo oscuro y sin fundamento claro». Este manifestó su interés de poner en cierta situación de aprieto a Iglesias. «Querría saber cómo Iglesias se presentaría ante una reunión con los tres principales bancos españoles. A ver si finalmente era él o los bancos quienes ponían los puntos sobre las íes respecto a la situación económica del país». Pedro añade: «le deseo suerte en su vida laboral, pero no en la política».
Enrique González, jubilado y pro-Podemos, defiende el lugar de este partido como un «soplo de innovación y “piernas frescas” para una España hundida en la miseria». «Ellos van a devolver lo que es nuestro, ¡quiero mi pensión, caramba!», expresa.
Este punto de vista hace caer las tesis de quienes piensan que este partido es únicamente de los jóvenes, y también de los aferrados a la idea de que el conservadurismo reside fundamentalmente en los jubilados.
Otro anciano, cuando se le comentó lo expresado por Enrique solo quiso decir: «España no ha hecho una guerra para que un comunista con coleta venga a tocarnos las narices».
Como se puede ver, hay opiniones para todos los gustos. Sin embargo, prevalecen quienes se muestran, incluso, ofendidos por la política de Pablo Iglesias y su partido. «Este pájaro no merece ser escuchado por alguien cuya cabeza esté bien firme sobre sus hombros». «Iglesias es un caballero con “piel de cordero” que busca el poder aprovechando que al resto se le está viendo “la culera”». Son dos de las declaraciones de un enfadado ciudadano que también arremetió contra el religioso integrado en las filas de Podemos: «¿José Antonio Vázquez?, es lo que nos faltaba ya. Me da mucha pena».
Todas estas posturas llevan, afortunadamente, a un trasfondo social muy remarcado. ¿Por qué se da la espalda a los "mayores" de la sociedad en estos asuntos? ¿Por qué, si ellos han demostrado poder conseguir un futuro para las siguientes generaciones, no son la base del devenir próximo del país?. Muchos jóvenes presumen de "abuelos" cuando la ocasión se les presenta, y es que ahí reside el verdadero problema. Las "ocasiones" son simplemente "ocasiones", cuando deberían ser "normas". Es la norma de valorar lo que se tiene, hayan pasado o no 40, 60, 70 ó 100 años. Es la norma de confiar el futuro de todos lo ciudadanos, en las manos de quien ya lo tuvo. Es la norma y, además la necesidad, de escuchar, cosa que hoy día parece estar olvidándose en una sociedad sucumbida por la demagogia y por el deseo de todo y a la vez de nada.