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¿Somos tan inteligentes como nos creemos? (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el noviembre 29, 2014 por admin6567
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«A una inteligencia pervertida, cualquier cosa la corrompe» Ovidio.

 

En el fondo todos estamos convencidos de que somos inteligentes, no, por supuesto, los más inteligentes, no llega a tanto nuestra soberbia como humanos, pero sí más inteligentes que nuestro vecino de al lado, que nuestros contertulios del café o que el idiota de nuestro jefe, que se pasa el día presumiendo de su éxito en los negocios. Y es que, señores, los humanos no hacemos más que presumir de ser los reyes de la naturaleza, los seres sabios que, para los creyentes, el Sumo hacedor los puso en un lugar privilegiado respecto al resto de las bestias, dotándonos del privilegio de ser conscientes de nuestra identidad como personas (nuestro yo) y de la facultad de razonar por encima del resto de los pobladores de la Tierra y, para aquellos no creyentes, ateos o agnósticos, seguidores de la doctrina evolucionista de Darwin, el ser más evolucionado e inteligente que existe entre todo el resto de bestias, a las que hemos conseguido superar, dominar y aprovecharnos de ellas, cuando no acabar definitivamente con algunas de ellas; ya que, para ambas cosas, parece ser que sí estamos bien dotados.

Solo que, cuando observamos como hombres que llegaron a las más altas cotas del saber, la filosofía y el prestigio entre sus semejantes, reconocer sus propias limitaciones, sus carencias y son capaces de adoptar una postura humilde entre sus semejantes, aceptando, como hizo el gran Sócrates, el filósofo (Siglo V a.C.) «que no se puede saber nada con absoluta certeza»,ante su contemporáneo Menón que creía firmemente en su propia opinión.; o vemos como Renato Descartes, filósofo, matemático y físico del siglo XIX, expresarse con la siguientes palabras: «Daría todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro»; no nos queda otro remedio que bajarnos los humos, reconocer nuestras limitaciones y hacer acopio de auto crítica para colocar nuestro «ego» en el puesto verdadero que le corresponde que, no siempre, en la mayoría de casos, está muy por debajo de las expectativas que le habíamos otorgado.

Claro que el hecho de que, personas corrientes, como somos la mayoría de los ciudadanos de a pie, lleguemos, con más o menos esfuerzo, a aceptar que nuestra inteligencia no pasa de la media; después de haber comprobado la cantidad de ocasiones en las que nos hemos equivocado a lo largo de la vida y lo poco rentable que nos ha resultado para intentar sobresalir por encima del resto de los mortales cuando, en realidad, poco o nada puede afectar el resto de ciudadanos, salvo quizá a nuestros familiares y amigos más cercanos. Sin embargo, si hablamos de personas que, por haber sido elegidas por la ciudadanía para cargos públicos, gobernantes de naciones, dirigentes de corporaciones, presidentes de autonomías o todos aquellos que ocupan puestos de responsabilidad que pueden tener en sus manos el provenir de un número importante de personas; si resulta que son incapaces de aceptar que, también ellos tienen un tope, que no son dioses y que, en ocasiones, han de descender de su pedestal para observar los que ocurre a ras de tierra y escuchar las voces de quienes les puedan aconsejar sobre temas que pude ser que, desde la altura del globo de poder en el que está encerrado, no haya podido prestar atención; pueden resultar un verdadero peligro para sus conciudadanos.

Por desgracia, de entre las cosas buenas que nos ha traído la democracia, existen elementos peligrosos que, valiéndose de las ventajas de la supuesta igualdad de oportunidades y de haber tenido la posibilidad de haber podido estudiar y sacar licenciaturas e, incluso, doctorarse; opción de la que nunca hubieran podido gozar en la II República del Frente Popular; han preferido optar por volver a los tiempos del famoso Telón de Acero con la pretensión de implantar de nuevo el sistema opresivo del régimen soviético del señor Stalin. Suelen ser los peores porque, el hecho de haber conseguido una cultura, el haber alcanzado una licenciatura universitaria o un doctorado; les produce un ensoberbecimiento tal que –al no tener la conciencia de que, sólo la verdadera sabiduría concede a unos pocos, la percepción de los límites de cada uno – son incapaces de entender el gran mal que pueden hacer a una sociedad desarrollada, cuando se dedican a hacer propuestas políticas utópicas sin valorar las consecuencias nefastas para el país cuando lo sitúan fuera de las prácticas internacionales del comercio, enfrentándolo a los sistemas vigentes en el resto de países de la UE. Estos que deciden recorrer un camino errático, sin tener en cuenta las posibilidades de que acabemos como Grecia, donde el populismo está haciendo que no consiga salir del agujero en el que la sumió su gobierno de izquierdas, lo que la llevó a que tuviera que ser rescatada por Bruselas y, no obstante, se mantiene en la misma situación que cuando se le concedieron los créditos, sin mejora alguna. Lo que sucede es que, el señor Iglesias de Podemos, está en perfecta sintonía con los culpables del derrumbe griego.

Sin duda alguna, como los pollos del cuco, constituyen un verdadero peligro para la Sociedad puesto que, vestidos con el ropaje de la justicia social, pregonando sistemas de gobierno obsoletos y que han venido cosechando grandes fracasos en los países en los que se han experimentado; sus pretensiones son las de cambiar el sistema democrático para instalarse, con sus propuestas dictatoriales y su economía estatalizada, en el poder del que, como ocurre en Venezuela, Bolivia, Perú etc. ya no habrá quien los pueda expulsar.

Empiezan haciendo promesas inverosímiles e imposibles de llevar a cabo para, a medida que se acerca el tiempo de acudir a las urnas, ir rebajando el nivel de su extremismo para reconducir su programa hacia objetivos más fácilmente asumibles; con lo que consiguen ir arrastrando a sus ideas de izquierda, tanto a aquellos más exaltados que se quedan con la parte más extrema del ideario, como a aquellos otros que quedan convencidos con la propuesta más moderada. Este es el sistema que, estos profesorcillos contestatarios que dirigen Podemos, todos de la nidada de la Universidad Complutense de Madrid, convertida en fábrica de revolucionarios y antisistemas; donde reina con plenos poderes, el rector señor José Carrillo, aventajado seguidor de las doctrinas comunistas de don Santiago Carrillo. Es evidente que tanto Pablo Iglesias, como Iñigo Errejón, J.C. Monedero, Carlos Jiménez Villarejo (fiscal de carrera), Jesús Montero (Juventudes comunistas de España) etc. constituyen un perfecto Cominform que se han sabido mantener ocultos hasta que las circunstancias han sido propicias para su eclosión. Los resultados a la vista están.

Una impresionante colección de licenciados y profesores, todos ellos de izquierda extrema, con muchos jóvenes en sus filas y con poca o nula experiencia en las tareas de gobierno, han formado o formarán la nueva directiva de 81 miembros (tal cantidad nos recuerda mucho el Politburo ruso o la Asamblea Popular Nacional china con sus 3.000 diputados). Ante ello, sólo se divisa un supuesto gobierno de técnicos de extrema izquierda, intoxicados de ideas leninistas, sin un programa viable y con pretensiones de convertir a España en un clon de la Venezuela del señor Maduro; con propuestas estatalizantes, eliminando la iniciativa privada y con la pretensión de implantar un régimen insostenible, fuera de Europa, con propuestas tan absurdas, en tiempo de crisis, como es la reducción de las horas de trabajo, la pretensión de condicionar la devolución de los créditos recibidos y convertirnos en otro estado al estilo de la Cuba de los hermanos Castro (de la que son admiradores) donde la miseria si que se ha socializado y son sólo unos pocos los que siguen ostentando todo la riqueza del país. ¿Sería, de verdad la forma de sacar a España de la crisis y recuperar el nivel de vida que perdimos? Como suele ocurrir en estos sistemas de izquierdas, aparentemente democráticos, acaban con la ruina del país y el enriquecimiento de sus clases dirigentes. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con terror, la posibilidad de un gobierno dirigido por semejante grupo de insensatos.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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