Diario Vasco (Publicado en UPyD, aquí)

Los países nórdicos atravesaron serios problemas entre los años setenta y noventa:envejecimiento demográfico y crisis del Estado de bienestar, pérdida de competitividad e innovación en economía y educación. Sin embargo, consiguieron aprovechar esa crisis para mejorar casi todos esos problemas, y hoy vuelven a ser un modelo de éxito demográfico, educativo, medioambiental, económico, de cohesión social y sostenibilidad del Estado de bienestar.
El modelo argentino es antagónico. El hábito de buscar salidas milagrosas en las fórmulas populistas del peronismo ha impedido salir de una crisis recurrente a uno de los países mejor dotados de talento y recursos naturales. Y no es 'cultural': Chile y Uruguay se han convertido en referentes internacionales en crecimiento económico compatible con políticas sociales avanzadas. Mientras Argentina se hunde en la corrupción y la opacidad sistémicas, países análogos y vecinos superan las peores tradiciones.
También la corrupción y el amiguismo en los contratos públicos son uno de los principales problemas: ¡la CNMC ha estimado su costo en 48.000 millones € al año!Cada euro que se pierde en los bolsillos de los corruptos y sus socios es un euro menos para educación, sanidad o empleo. Sin embargo, sabemos qué debemos hacer para tener una política decente, eficaz y transparente. La cuestión es elegir y si tú quieres, como yo, parecernos más a Dinamarca, hay que abandonar a los viejos partidos y sus viejas políticas, pero también debemos desconfiar de las falsas novedades.
Esquilmada con la crisis, gran parte de la sociedad demanda a los partidos que sean nuevos, más que fieles a determinada ideología, y que no arrastren herencias del pasado. Como es inevitable esa demanda ha inflado la burbuja de algunas fuerzas sin otra cosa que ofrecer que la novedad por la novedad, porque sus planes de salida de la crisis se desconocen o sencillamente no los tienen. Ofrecen cambiar de caras en los despachos, pero si continúan los malos hábitos la suya será una vía a la argentina.
Podemos es el ejemplo más exitoso en este momento. Su brillante marketing televisivo, regado con abundante dinero de origen desconocido y ecos venezolanos, trata de compensar su total carencia de un programa serio de gobierno, que solucione los problemas creados por la crisis. Su programa se limita a sustituir a la izquierda tradicional de PSOE e IU, a la que es posible que arrolle. Un populismo de izquierdas que propone con ambigüedad cosas como no pagar la deuda, repartir dinero y dar la razón a todo el mundo aunque pida cosas incompatibles. La trayectoria de Pablo Iglesias o Monedero en la Universidad Complutense señalan a un viejo autoritarismo izquierdista que explota la indignación contra el sistema.
Ciudadanos es la otra burbuja de moda, apoyada por los grupos de comunicación dependientes del bipartidismo, que lo necesita como posible muleta. Su programa también es improvisado. En nueve años de vida, el partido de Albert Rivera no ha encontrado tiempo para elaborar una política económica, ni de hacer algo en el Parlament catalán contra los desahucios injustos, el paro, el saqueo de las Cajas o la corrupción, rampantes en Cataluña. Sus candidatos en Comunidad Valenciana y Andalucía son tenientes de alcaldes que gobiernan desde hace años en sus pueblos con PP y PSOE respectivamente, la corrupción encarnada en ambas comunidades.
Las fuerzas burbuja, sin otra demostración de solvencia política que el apoyo masivo de los medios de comunicación tradicionales, vienen que ni pintadas a quienes propugnan una salida a la argentina, es decir, que mantenga las reglas del juego que conduce a la crisis: corrupción, opacidad y 'capitalismo de amiguetes'. En el caso de Podemos sirven para promover el voto del miedo que promueve el PP y, en el caso de Ciudadanos, sirven de refugio a quienes se indignan con la corrupción bipartidista, pero no acaban de captar que no se trata de cambiar caras, sino las instituciones.
No se puede acabar con la corrupción y el saqueo de lo público sin actuaciones políticas, y el hecho es que el partido que ha sentado en el banquillo a los responsables, y propuesto iniciativas factibles para que no se repita, es UPyD. Nacimos en 2007 porque entendimos bien lo que iba a pasar: que nuestro sistema político era deficiente, corrupto e insostenible, y que una crisis económica precipitaría una crisis general del sistema democrático. Pues bien, eso ocurrió ya en 2008. Nuestro diagnóstico era acertado y es la base sensata para salir de la crisis con una democracia que funcione y resuelva los problemas. ¿Usted qué elige, Estado de Bienestar o de corrupción sistémica e impune? ¿Cambiar de caras o de modo de gobernar? Es la elección a la que nos enfrentamos a lo largo de este año crucial.