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Dependencia energética de España (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el enero 18, 2009septiembre 11, 2025 por Juan Andrés Buedo
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Cuando veas las barbas de tu vecino pelar pon las tuyas a remojar. Algo así deberían hacer los socialistas que nos gobiernan si tuvieran tiempo para dedicarse a otra cosa que no fuera tapar sus propios errores e intentar, a la desesperada, encontrar soluciones para la precaria situación de España, acosada por un desempleo imparable, por una crisis industrial como hacía muchos años que no se había conocido y por otros problemas que han estado latentes durante años, pero que debido a la dejadez, incompetencia y falta de recursos del Ejecutivo, han estado en hibernación durante años hasta que, por la propia inercia de su degradación paulatina, han entrado en un punto tal de podredumbre que ya es imposible que sigan sin solucionarse, sin que ello suponga un grave peligro de colapso generalizado. Así vemos como, poco a poco, van estallando conflictos en la policía nacional, en la Guardia Civil, en los juzgados y magistraturas, en las Universidades y, más encubiertos, en la propia milicia. En todos ellos se están planteando reivindicaciones justas que, por no haber sido tenidas en cuenta en su momento oportuno, se han ido enquistando hasta que ha llegado un momento en que, forzosamente, por la saturación a que se ha llegado, se han convertido en inaplazables y susceptibles de manifestarse en toda su virulencia; como suele ocurrir cuando se desatienden, se dejan pendientes y se olvidan las justas y razonadas peticiones de quienes han dedicado su vida al servicio de la Sociedad.

En todo caso, el hecho de que parezca que el Gobierno esté ajeno a esta otra vertiente tan esencial como es asegurarse el suministro energético para el país, el tener garantizado que, en todo momento, el pueblo español vaya a disponer para su industria, para los servicios, para su transporte y para uso propio, de las energías necesarias, de la suficiente autonomía, tanto en el ámbito de los hidrocarburos como en el del gas, de los combustibles y energías alternativas complementarias de los mismos ( carbón, energía eólica etc); es algo que quizá debiera estar en la primera fila de las prioridades nacionales. Y es que, el ejemplo de lo sucedido en las naciones del norte de Europa, la realidad del grado de dependencia de naciones como Polonia, Eslovaquia y otras muchas del petróleo procedente de Rusia; nos da la medida de lo que puede suceder en un país cuando está hipotecado con un tercero en cuestiones tan fundamentales y estratégicas como pueden ser los suministros de combustibles que, como se ha visto, pueden llegar a colapsar a naciones enteras que no han tenido alternativa para suplir el desabastecimiento a causa del corte de los oleoductos que procedían  de Ukrania por motivo de la disputa entre este país y la Rusia de Putín.

Es evidente que las cosas no suceden por casualidad, es obvio que el señor Putín ha querido dar una lección a Europa sobre las consecuencias que, para la misma, pudieran tener el pretender avanzar un solo paso más en la captación de las antiguas repúblicas soviéticas. Pero es que lo sucedido tiene una segunda lectura y es que, quizá por primera vez, muchas naciones se van a replantear su política energética, sabedoras de que lo que ha ocurrido en esta ocasión se puede repetir tantas veces como al Kremlin se le antoje que cualquier país se le quiere subir a las barbas. Es por ello que, tanto en Eslovaquia como en Polonia, han vuelto a dirigir la mirada hacia la energía nuclear que, a causa de las campañas desinformadoras y, manifiestamente tendenciosas, orquestadas por los ecologistas y los progresistas antisistema, habían entrado en una etapa de recesión mientras se intentaba potenciar las famosas energías alternativas (muy caras, muy comprometedoras para la defensa del paisaje e, infinitamente, menos rentables que las centrales nucleares).

Aunque en esta ocasión no haya afectado directamente a España el contencioso ruso-ucraniano, no por esto en estamos en mejor situación que los países a los que nos hemos referido, entre otras razones, porque somos dependientes en todo menos en el suministro hidráulico, carbón y  energía eólica – de instalaciones muy costosas, necesitadas de mucho mantenimiento y no utilizables en todas las regiones debido al requisito esencial de precisar de la fuerza eólica, que es el viento – Es cierto que disponemos de muchos pantanos ( no lo olvidemos, gracias al general Franco), pero no lo es menos que, en un país donde las lluvias son tan irregulares y las sequías tan frecuentes, no se puede contar con ella al 100% como se ha demostrado en los últimos años. La solución, importar energía eléctrica de las centrales nucleares francesas a precio mucho más caro de lo que nos cuesta la nuestra. Mientras nuestras relaciones con el país vecino sean buenas no habrá inconveniente (siempre que esta dependencia no comporte concesiones a los franceses en cuanto a contratos favorables, suministros especiales o compras de material francés en peores condiciones de las que se pudieran obtener de otros países).

Pero es que, si nos referimos al suministro de gas, dependemos de Argelia por completo. Ya hemos tenido muestra de cómo se las gastan los argelinos cuando se trata de renegociar los acuerdos y no debemos olvidar que es un país del Magreb, de cultura musulmana y muy influenciable respecto a temas tan sensibles como pudiera ser el religioso o su endémica enemistad con su vecino Marruecos, con el que nuestra diplomacia se esfuerza en mantener buenas relaciones. Es decir, que cualquier desequilibrio en la zona, cualquier disputa con sus vecinos o diferencias comerciales con las empresas españolas concesionarias, podría dar al traste con los contratos suscritos. Pero el Gobierno español, siempre dispuesto a ponerse de parte de quien les da los votos, viene anteponiendo a las conveniencias energéticas de la nación, a lo que recomienda el más elemental sentido común para favorecer nuestra economía y lo que, sin duda, sería más beneficioso para los usuarios, en cuanto a un suministro de energía limpia, ecológica y a buen coste; prefiere renunciar a ella para apaciguar a aquellos que se han empeñado en desacreditar  las nucleares, como lo están haciendo con cualquier tipo de empresa u organización que tenga el marchamo de “capitalista” o su equivalente “globalización” que, para ellos, van en contra de su idílico modus vivendi, en base a una renuncia a las comodidades de la civilización para volver a un utópico paraíso a semejanza de aquel del que gozaban nuestros ancestros de Cromagnon o Neandertal.

Tampoco lo de la Alianza de Civilizaciones parece que nos dé mucho rédito respecto al precio al que pagamos el petróleo que nos llega de los países árabes ni el que nuestras sociedades sitas en Venezuela, que tan en precario están bajo el yugo del señor Chávez, nos reporte ningún beneficio especial respecto a los otros países europeos ni que tengamos más seguridad de que, en caso de un conflicto de Europa con dichos proveedores, tuviéramos la garantía de una continuidad de suministro preferente. No obstante, vean ustedes que el señor Obama, en quien tienen puestas sus esperanzas lo del PSOE y los progres que mandan en nuestro país, está a punto de poner en práctica dos medidas sorprendentes: promocionar las nucleares y bajar los impuestos ¿No son estas dos medidas liberales? Pues vayan tomando nota de lo que les espera.

 

             Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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