Un poco de calma, por favor
Respecto del caso de los autobuses, confieso que me sorprende que una asociación de ateos haga apostolado de la no existencia de Dios. Y también que una asociación de cristianos reaccione haciendo apostolado de su existencia. Naturalmente, los anuncios de autobús sirven para intentar vender algo, y tanto puede ser un espectáculo como un depósito bancario. O un viaje en una compañía aérea. Yo pienso que una campaña publicitaria sobre la existencia o la inexistencia de Dios está a la altura de qué detergente "lava más blanco".
Los medios de comunicación, como se comprende, han aprovechado la rareza para dar la noticia. Pero hay que reconocer que se han mostrado respetuosamente discretos. No puede decirse lo mismo de algunos ciudadanos que han dado vida a la polémica en la radio y han escrito cartas a los periódicos. Las cartas de los lectores creyentes han sido en general apasionadas, no podía ser de otro modo. En nombre de la fe se han hecho muchas guerras. Históricamente, la cruz y la espada han ido juntas. Los antirreligiosos han matado a creyentes y los creyentes han matado a infieles y, además, se han matado entre sí. Cristianos, judíos y musulmanes siguen hoy en guerra civil de la fe.
Mi respeto es absoluto ante creyentes y no creyentes. Pero la fe –cualquier fe en una divinidad– es demasiado seria para argumentarla con frivolidad. En una carta al director, un ciudadano opone a un escéptico esta experiencia personal: "He viajado, y le puedo asegurar que, contemplando las bellezas naturales del planeta, no entiendo que existan seres humanos que no den gracias a Dios por lo que nos ha dado".
Es la fe paisajística, manifestada a menudo. El mundo es tan bonito que solo puede haberlo creado Dios. A mí también me gustan los bellos paisajes, pero creo que no hay que ser partidista. También existen magníficos paisajes que son brutalmente destruidos por terribles inundaciones, huracanes, temporales de mar que se llevan la "belleza natural" de aquella costa, riadas, terremotos funestos.
Ningún argumento debería poner a Dios en un compromiso. Una divertida anécdota final, de hace tiempo. Se estudiaba la canalización de los ríos Tajo y Manzanares, y una junta lo desaprobó con este argumento: "Si Dios hubiese querido que fuesen dos ríos navegables, ya lo habría hecho. Atentaríamos contra los derechos de la providencia si quisiésemos mejorar lo que ella ha querido que fuese imperfecto".