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Camino de la infraEspaña (por Fernando García-Capelo)

Publicada el enero 29, 2009 por admin6567
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(Publicado en La Fundación Para la Libertad, aquí)

El nacionalismo identitario siempre ha aspirado al caciquismo local y sólo la existencia de España lo contenía, aunque tímidamente. Ahora la deconstrucción del Estado abre las puertas al fortalecimiento de los reinos de taifas de base etnocultural o etnolingüística donde un sistema de redes clientelares sustituye y vampiriza el tejido social. Desvencijado el Estado, crecen el despotismo y las alcaldadas.

La falta de formación de algunos de los opinadores habituales de los medios es un síntoma de la situación que vivimos; su presencia mediática -y por tanto su sustento- se vincula más al seguidismo y lealtad al poder político de turno que a sus propios méritos intelectuales. Se convierten así en la correa de transmisión que permite que la propaganda fosilice como tópico en la sociedad, viciando el análisis e impidiendo la discusión racional.

El artículo 'Otro fracaso de la crispación' de José María Calleja (EL CORREO, 20-1-09) es un compendio de muchos de los lugares comunes de la propaganda partidista. También es una pieza curiosa de incoherencia en la que quien acusa de crispadores a quienes acudimos a ejercer nuestros derechos a los tribunales lo hace repartiendo a diestro y siniestro insultos, descalificaciones y falsedades (antietarras de discoteca, gastarse la pasta en fastos de salón, cerrilismo, mediocres, ex Foro, derecha radical nacionalista española, etcétera). Faltan argumentos y sobran adjetivos. Extraño camino contra la crispación.

Dejando a un lado los insultos, lo que demuestran artículos como el referido es que el rigor y el conocimiento no son requisitos 'sine qua non' para alcanzar la élite mediática o para la progresión social. ¿Es concebible que un habitual de la opinión en los medios no sepa que un proceso judicial no termina mientras no se resuelven los recursos? ¿Es normal que se valoren las resoluciones judiciales en función de su oportunidad política? ¿Es propio de una sociedad intelectualmente saludable que quien ha publicado diversos libros sobre la situación en el País Vasco y el terrorismo sea incapaz de entender qué es el nacionalismo? ¿Es aceptable que confunda el 'nacionalismo español' con el uso de la bandera o la defensa de una España en la que los derechos básicos sean iguales para todos y la libertad de educación, lengua o movimiento sean efectivas y no retóricas? ¿Qué diría de Barack Obama cuando preconiza la grandeza de su nación y afirma orgulloso que son el país «más próspero y poderoso de la Tierra»? Aquí, por mucho menos, se acusa de formar parte de la «más radical derecha nacionalista española».

España se enfrenta a un grave problema de deterioro social y de su capital humano. La adhesión al poder es un instrumento mucho más eficaz que el mérito personal, lo que provoca un proceso de selección negativa en el que el ambiente se hace caciquil y provinciano. El informe PISA no sólo nos sitúa en el último vagón del tren de la formación del mundo desarrollado, sino que -más preocupante aún- sus resultados acreditan que la mediocridad se está convirtiendo en pauta en nuestro país. La excelencia va camino de desaparecer y por eso en el informe se aprecia una enorme descompensación frente al resto de los países de la OCDE en lo que se refiere a alumnado brillante. No es un fenómeno restringido a la educación, sino que se extiende prácticamente a todos los ámbitos y niveles, porque es el propio sistema el que lo impone. La centrifugación de un Estado cuya Administración central cada vez es más residual y el reparto partidista de las parcelas de poder no son ajenos a esta situación, más bien son causa relevante de la misma. España no se rompe físicamente, pero el centro de gravedad se desplaza a gran velocidad hacia el ámbito regional donde hay un dudoso control del poder público; proliferan submodelos de educación volcados hacia la patria chica, crecen las barreras difusas a la libertad de movimiento, la imposición lingüística es un hecho, se rompen los cuerpos nacionales de notarios, registradores o secretarios judiciales, las diferentes burocracias se multiplican a medida que se encoge la capacidad de la Administración central, los mercados se compartimentan, etcétera. Es lógico que en este escenario triunfe la selección inversa y que la sumisión y el vasallaje, la mezquindad o la chabacanería puedan llegar a convertirse en cualidades apreciadas.

El nacionalismo identitario siempre ha aspirado al caciquismo local y sólo la existencia de España lo contenía, aunque fuera de manera más bien tímida. Ahora la deconstrucción del Estado deja abiertas las puertas al fortalecimiento de los pequeños reinos de taifas de base etnocultural o etnolingüística donde un sistema de redes clientelares sustituye y vampiriza el tejido social. Una vez desvencijado el Estado sólo queda el crecimiento del despotismo y las alcaldadas. El debate razonable pierde cada día espacio frente a la propaganda y la banalidad porque el discurso es mera máscara de un poder que actúa sin los controles propios del poder público democrático. La falta de rigor y el desconocimiento no son obstáculos para la proyección de nadie. Apuntarse al carro adecuado habitualmente reporta más beneficios que la formación y el trabajo.

Quizás sea José María Calleja quien haya entendido el signo de los tiempos. En cualquier caso, si aun habiéndose abonado al exabrupto no ha renunciado definitivamente a formarse e informarse, puede acudir a los humildes encuentros y jornadas de análisis del Foro Ermua, de los que, por otra parte, fue asiduo antes del último cambio de gobierno, hermosa época en la que escribía «nunca más movimientos de acercamiento a los violentos, nunca más puentes de diálogo, manos tendidas ni otras zarandajas que rompen consensos difícilmente conseguidos».

(Fernando García-Capelo Villalva es portavoz del Foro Ermua)

Fernando García-Capelo, EL DIARIO VASCO, 27/1/2009

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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