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De cazadores, cérvidos e intrigas cinegéticas (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el febrero 16, 2009 por admin6567
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Debo reconocer que no puedo entender como, en el siglo XXI, todavía se pueda consentir que la matanza de animales sea una de las formas predilectas de algunas personas para alimentar su ego a costa de las vidas de inocentes criaturas que ningún daño les han hecho y, cuya muerte, no tiene ninguna utilidad ni se basa en la necesidad perentoria de procurarse alimento; como era el caso de nuestros ancestros del neolítico, que se veían precisados a realizar excursiones cinegéticas para conseguir sustento para sus familias. Cuando tanto se está cacareando, dentro del orden mundial, la necesidad de preservar la naturaleza, cuidar de las especies amenazadas de extinción y erradicar todas aquellas prácticas que suponen sufrimientos innecesarios y gratuitos a cualquier ser, sea animal o humano; resulta verdaderamente incomprensible ver como todavía existan lugares donde de se cría, alimenta y cuida de las bestias con el único objeto de que unos señores se puedan ejercitar en el tiro al blanco, sin importarles que, para realizar tal ejercicio, seres creados por Dios y de incomparable belleza, deban ser abatidos sin otra causa que el placer de aquellos que gozan privándoles de la vida

Me resulta inconcebible y caricaturesco como, para enfrentarse a unos pobres e inofensivos venados, sin ninguna posibilidad de esconderse, huir o defenderse; unos señores se tengan que armar hasta los dientes, enfundarse en unos uniformes de comandos y asumir la pos y actitudes de los antiguos exploradores, que iniciaron la exploración del continente africano cuando éste era una tierra inexplorada, inhóspita y llena de amenazas desconocidas. Ridículo, sin duda, contemplar como un fondón juez Garzón y un ministro de Justicia convertido en un Cid Campeador, dispuesto a arrasar con la tropa sarracena; acompañados de toda la cohorte de guardaespaldas, tiralevitas y una fiscal de “armas tomar”; se fotografiaban, ufanos, ante sus trofeos en actitudes heroicas y posturas preensayadas, apoyados en las hermosas cornamentas de sus víctimas cuyo futuro, seguramente, sería permanecer colgadas en los despachos de sus verdugos convenientemente rotuladas para dar fe de la “valentía” y tino de sus ejecutores.

Qué quieren que les diga, porque no sé si me escandaliza más ver reunidos a todos los “culpables” de una operación evidente de acoso al PP, en una sospechosa confabulación, o comprobar que aquellos que ocupan puestos prominentes en nuestra sociedad y política, en tiempos de gran penuria para el país y de desempleo masivo, se dedican a dar muestra ostentosa de su opulencia (al parecer estas monterías suelen costar de 3.000 a 4.000 euros por persona) si es que las pagan de sus propios bolsillos o lo que, sin duda, sería peor, si fuesen de gratis invitados por el dueño de la finca, en cuyo caso deberíamos preguntarnos, ¿qué favores esperaría conseguir el huésped con tamaña prodigalidad? Fuere por lo que fuere, hete aquí que estas dos “figuras” mediáticas, ninguna de ellas con buen predicamento entre los de su profesión y miradas de reojo por su manifiesta tendencia a hacer de las leyes un coto privado en el que su interpretación puede depender, según criterio del señor Bermejo, de las circunstancias de cada momento, o sea, “según convenga a la jugada”.

Siempre hemos dicho que estos personajes de medio pelo que, por caprichos del azar, llegan a situarse en puestos de relevancia en la política, son los primeros en lanzarse al frenesí del gasto, a la práctica de los vicios comúnmente achacados al capitalismo y a la lucrativa práctica de acumular cuanta riqueza les sea posible; como si pensaran que la racha se les puede cortar súbitamente y no quieren que el evento les pille de pobres. Lo que sucede es que, aún siendo esta una práctica poco ortodoxa, no hay duda de que, cuando la nación está sumergida en una crisis de la magnitud que tenemos en España y los mandatarios que incurren en tales excesos son, por añadidura, miembros de un partido –que ha hecho de la ayuda a las clases necesitadas su lema, que ha nacido de la lucha de clases y que ha venido predicando la solidaridad de los ricos para con los pobres –; el hecho, poco edificante, de que sus líderes se muestren tan, ¿cómo podríamos calificarlos?, sí, tan “burgueses” pudiera resultar especialmente hiriente y desconcertante para aquellos que confiaron en ellos, otorgándoles el voto fiados en que enmendarían los errores y abusos de la tan “ odiada” e “involucionista”, derechona.

Tampoco cuadra muy bien esta afición cinegética de ambos personajes y su poco respeto por la vida de unas bestias tan majestuosas como son los ciervos y muflones, máxime cuando la partida de caza se limita a una simple carnicería de animales puestos al alcance de los cazadores para que les disparen a placer, sin que ello tenga el más mínimo parecido con la caza deportiva realizada con grandes esfuerzos y ejercicio físico para conseguir, con suerte, abatir una pieza al cabo de una jornada de lucha y esfuerzo. Nos gustaría que todos estos de la farándula, los de los periódicos que, con tanta fanfarria, se han lanzado contra el PP para desollarlo vivo y esparcir en editoriales, a doble página y con todo lujo de detalles y opiniones, los acontecimientos de estos personajes que parece que cometieron ciertas irregularidades; juzgaran con igual dureza unos encuentros, muy sospechosos, entre todos los que, de un modo u otros, tienen algo que ver con esta persecución, perfectamente orquestada y manifiestamente preparada, para que tenga su impacto en la próximas elecciones gallegas y vascas. Todos recordamos los pitorreos que cundían en las filas de la izquierda, aquella izquierda acobardada e inane, cuando el general Franco salía de pesca en el yate Azor. Eran la comidilla de los resabiados y el choteo de aquellos que en 40m años fueron incapaces de desalojarlo del poder; pero ahora, cuando unos miembros tan destacados de sus filas, incurren en las mismas prácticas, vean ustedes que nadie chista, que todos parecen aceptarlo como algo normal aun cuando la práctica cinegética tiene un cierto tufillo a conciliábulo orquestado para impartir consignas y atribuir roles.

Me reservo para mi mismo el concepto que me merecen todos aquellos que, para alegrar su ocio, precisan causar la muerte de animales que ningún daño les han hecho; con la agravante de que lo hacen con la más completa impunidad, desde puestos previamente establecidos y ayudados por personal que les envía a las pobres bestias hacia el lugar donde serán masacradas. Cada cual es libre, como no podía ser de otra forma, de expresar la opinión que le merezcan tales salvajadas, pero mi criterio es que, quienes incurren en tales mañas se diferencian poco, en instinto depredador y crueldad, de los propios emperadores romanos que sacrificaban a víctimas humanas y fieras salvajes en el famoso Circo Romano. Claro que esto sólo es una opinión particular de quien ha escrito este artículo y, como es natural, puedo estar equivocado, pero, también es posible que no. Ustedes juzgarán.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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