(Publicado en ABC. Lunes, 15-06-09 a las 04:04; aquí)
Seguro, desafiante y respaldado por la legitimidad de los 24 millones de votos que le otorgan los datos oficiales de las últimas elecciones, Mahmud Ahmadineyad inició ayer su mandato con un mitin masivo en pleno centro de Teherán en el que agradeció a sus incondicionales el apoyo electoral sin precedentes en la República Islámica.
«Las elecciones en Irán son las más limpias. Pero algunos insisten en que los resultados han sido manipulados, ¿dónde están las pruebas?», preguntó a una masa que, bandera nacional en mano, vitoreaba al dirigente ultraconservador y colapsaba un lugar que durante toda la campaña electoral fue territorio de la bautizada como «ola verde» de los seguidores de Mir-Husein Musavi. El derrotado candidato del reformismo finalmente obtuvo, según el escrutinio oficial, la mitad de votos que Ahmadineyad, con lo que no fue necesaria ni la celebración de una segunda vuelta.
Antes del baño de multitudes, el reelegido presidente ofreció su primera rueda de prensa en la que reiteró la «limpieza» de los resultados arrojados por las urnas y adelantó las primeras líneas de una política internacional en la que el tema nuclear «forma parte del pasado», dejando claro que no piensa negociar al respecto.
Respecto a los incidentes en la capital aseguró que «todo está muy tranquilo, muy bien en Irán» y usó un símil futbolístico para explicar lo ocurrido con los perdedores de los comicios. El líder fundamentalista dijo que los reformistas actuaron como los futbolistas de un equipo derrotado: «Cuando termina un partido, llevados por el fervor y los sentimientos, cometen infracciones».
¿Y dónde está el que fue su máximo rival en las urnas? Es la pregunta que más se formulaba ayer en Teherán. Las autoridades se apresuraron a desmentir que Mir-Husein Musavi estuviera bajo arresto domiciliario y su nombre tampoco figuraba entre los cien dirigentes reformistas que fueron detenidos a primera hora de la mañana, según denunció el dirigente reformista Mohamed Ali Abtahi. Entre ellos se encontraba el hermano del ex presidente, Mohamed Jatamí, que posteriormente fue puesto en libertad.
Anulación de comicios
Frente a la manifestación de apoyo al ganador oficial de los comicios, Musavi reactivó su vida política enviando al Consejo de Guardianes «una petición formal para que anule los resultados». En esta misiva dirigida al órgano que finalmente debe dar el visto bueno a los datos electorales, Musavi afirmaba que «teniendo en cuenta las decenas de cartas que mi plataforma ha enviado a este Consejo en relación con los claros casos de fraude electoral de parte del Ministerio de Interior, así como de uno de los candidatos, que han influido en el resultado, las elecciones no son limpias y deben ser anuladas».
El perdedor de las elecciones, que aún no ha comparecido en público, aprovechó también la jornada para colgar un comunicado en su página web y pedir a sus seguidores que protestaran «de manera legal y pacífica». Además, aseguró estar a la espera de la obtención de los permisos necesarios para organizar manifestaciones de protesta en todo el país por lo que considera un «fraude electoral». Aunque el descontento más evidente con los datos de las elecciones se percibe en las calles de la capital, los medios reformistas hablan de protestas a lo largo y ancho de la República Islámica.
Con los principales canales de comunicación intervenidos por las autoridades, el boca a boca se ha convertido en el principal mecanismo de atracción de masas y los rumores sobre posibles concentraciones, detenciones, muerte de manifestantes, huelgas generales y demás especulaciones corren por unas calles de Teherán que siguen mostrando la misma polarización que antes del polémico viernes 12 junio en el que, según el ministerio del Interior, Mahmoud Ahmadineyad logró 24 millones de votos y se convirtió en el presidente más votado de la historia del sistema islámico.
Las «dudas» de Biden
Al mismo tiempo que sus seguidores le vitoreaban en la plaza de Valiasr, sus opositores boicoteaban el acto haciendo sonar sus cláxones y deteniendo sus vehículos formando atascos kilométricos. Los ocupantes de los vehículos sacaban medio cuerpo fuera de las ventanillas y, con los dedos dibujando el símbolo de victoria, lanzaban consignas a favor de Musavi.
En el plano internacional, la cautela ha sido la tónica general de las reacciones de las principales capitales. El vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, se limitó ayer a expresar sus «dudas» sobre la legitimidad de los resultados de las elecciones iraníes.