Marcello (Publicado en Estrella Digital, aquí)
Vista la bajada de pantalones de la última cumbre europea con Irlanda y las dificultades que persisten para aprobar el Tratado de Lisboa, si es que se culmina el proceso de ratificación, y vistas la enormes diferencias que se vislumbran entre los países ricos y pobres de la UE a raíz de la crisis de la economía, la Europa de los 27 está resultando no sólo una quimera sino una gigantesca, insolidaria e ingobernable torre de Babel. De ahí que, por eso, algunos dirigentes europeos estén buscando un presidente político para la UE con más fuste que el renovado y conservador Durao Barroso al frente de la Comisión, y de ahí también que estén en liza los nombres de políticos progresistas, como Felipe González y Tony Blair, para la presidencia de la Unión.
Blair y González, sin duda alguna políticos de fuste de la socialdemocracia europea, pero cada uno con sus responsabilidades políticas en las espaldas, las mismas, aunque bien diferentes, que los llevaron a abandonar los que fueron sus respectivos cargos, el primero como primer ministro y el otro presidente, respectivamente, de los gobiernos nacionales de Gran Bretaña y España. El inglés caído, esencialmente, por causa de la guerra de Iraq y el cúmulo de mentiras y errores que produjo el apoyo y la participación del Reino Unido al conflicto y a la posterior ocupación del territorio iraquí, siguiendo la demencial política belicista y mentirosa del presidente Bush, a la que se sumó con entusiasmo el ex presidente español José María Aznar y también el ex primer ministro portugués Durao Barroso, el anfitrión de la cumbre de las Azores, al que Zapatero acaba de dar su apoyo político como presidente de la Comisión, en contra de las posiciones de otros líderes de la socialdemocracia europea, como Felipe González o Mario Soares.
En el debe de González, los asuntos son de mayor calado porque tiene sobre sus espaldas el nacimiento, bajo su presidencia y en su propio Gobierno, de la banda terrorista de los GAL, la que difícilmente pudo actuar sin permiso o conocimientos de González -y de otras instancias del Estado- y que, una vez desenmascarada y condenados sus principales promotores, como fueron el ex ministerio Barrionuevo y el ex secretario de Estado Vera, González, lejos de aplaudir la condena y exigir responsabilidades, dio su apoyo a los condenados, los abrazó a las puertas de la cárcel de Guadalajara y sigue a su lado, como si temiera una confesión de ambos que pudiera involucrarlo.
El terrorismo de Estado, con asesinatos, secuestros y torturas, no es asunto de menor cuantía, y así lo deberían entender otros líderes europeos, como la canciller Merkel o el presidente Sarkozy. Pero además, y ahora que se dice desde el PSOE y desde sus medios de comunicación que las elecciones no sirven para lavar las responsabilidades de la corrupción del 'caso Gürtel' en el que andan imputados dirigentes del PP, convendría recordar que en esos gobiernos de González la corrupción política española alcanzó su cenit con casos que no sólo afectaron a la financiación ilegal del PSOE -cosa que no aparece en los presuntos casos actuales del PP-, con Filesa, Malesa, Time Export, etc. Sino que, en ese inmenso pantano de la corrupción, se vieron inmersas primeras instituciones y organismos oficiales del Estado, desde los ministerios de Defensa e Interior -con espionajes ilegales y los fondos reservados del Estado-, hasta la dirección general de la Guardia Civil (con Roldán), el Banco de España (Rubio), el Boletín Oficial del Estado, la Cruz Roja Española, la presidencia de Navarra (Urralburu), etcétera.
Y si las urnas no lavan las responsabilidades políticas, como dice el PSOE, ¿con qué cara y discurso político puede presentar Zapatero, o cualquier otro dirigente europeo la candidatura de González a la presidencia de la Unión Europea? Además, ¿de verdad le interesa a Zapatero tener en la presidencia de la UE a un González que no para de reñirle y afearle su comportamiento político en casi todo lo que hace?
Puede que, ante el temor de que todo su historial de los GAL y la corrupción se abra de par en par ante la opinión pública y en el Parlamento Europeo el propio González no quiera correr el riesgo de semejante debate. Además, falta ver qué dirían al respecto José María Aznar y el propio PP español y el PP europeo, espoleado por sus compañeros españoles. Desde luego, en el PP y en la derecha europea -por más que Merkel y Sarkozy, piensen otra cosa- tiene más ascendencia Blair que González. Y ¿acaso no hay en toda Europa dirigentes políticos de envergadura, y sin esas pesadas taras en su pasado político? Desde luego, si alguien piensa que una candidatura de González a la presidencia de la UE pasaría inadvertida o apoyada de manera unánime en España se van a equivocar, empezando por González, que teme lo peor y por eso duda en presentarse para el cargo y con razón. ¿Qué dirían desde el PSOE si el candidato fuera José María Aznar?