Una cosa era el PP gobernado por el señor Aznar, otra el que estaba bajo la batuta del señor Rajoy durante la anterior legislatura y otra muy distinta lo que surgió del Congreso de Valencia celebrado a bombo y platillo hace, ahora, un año. Ni están los mismos que fueron ni se mantienen los mismos objetivo y, evidentemente, las mismas políticas de gestión y de captación de afiliados. Ya lo dijeron los nuevos dirigentes, el nuevo equipo gestor nombrado por Rajoy a “su imagen y semejanza” –para asegurarse el control del partido y, lo que viene a ser lo mismo, su permanencia al frente del mismo – que iban a intentar un “acercamiento a los nacionalistas”. No obstante, deberíamos hacer una salvedad respeto al equipo de personajes que han ascendido a la cúpula del poder del PP, porque es evidente que existe una persona que rompe la línea de mediocridades que caracteriza a los neófitos, que lo han sido más por merecer la confianza de su líder y por su manifiesta fidelidad a su persona, que por estar facultados para cumplir bien con las responsabilidades de sus respectivos cargos; esta excepción corresponde a la señora Cospedal, que es la única que vino a ocupar su actual puesto de Secretaria General del partido precedida de una estela de competencia en su anterior cargo como Presidenta de la comunidad de Castilla-La Mancha. Sin embargo, el que se trate de uno de los activos de la formación presidida por Rajoy, no quiere decir que se pueda sustraer (puede que en algunas ocasiones a contrapié) a acatar las consignas que emanan de la presidencia del partido
Por de pronto, y aunque pueda parecer un detalle anecdótico y frívolo, sin embargo, no deja de ser algo muy significativo, al menos en las políticas de los últimos tiempos, sin que en ello podamos hacer distinciones entre directivas del PP o del PSOE. Me refiero a esta moda, y cuando digo moda me refiero a la de las pasarelas, de las damas de la política de compaginar sus trabajos como tales con una tendencia a querer competir con las modelos en esto de posar ante las cámaras, para resaltar lo que podríamos calificar, utilizando el título de una popular obra del Séptimo Arte, como “armas de mujer”. Si las del PSOE ya iniciaron la racha con su multitudinaria aparición en las páginas de la revista Vogue; las del PP no han querido dejarse achantar y, comenzando por la fotografía, al estilo de Margarita Gautier de la Dama de las Camelias, a cargo de la pizpireta pija del PP, señora Saenz de Santamaría; ahora, estos días, el rotativo catalán La Vanguardia no se queda corto y, para ilustrar una entrevista que se le hizo a la Cospedal, ha publicado una foto de dicha dama con donde nos hace una exhibición muy agradecida de sus piernas. El ego femenino, en ocasiones, es difícil de disimular.
Al parecer, el señor Rajoy, que da la sensación de estar papando moscas sin que, su victoria electoral en Galicia, le haya servido para inyectarle un poco más de energía política; da la sensación de que quiere enfocar sus baterías electorales hacia Catalunya por aquello que nos dijeron, al principio de esta legislatura, respecto a “intentar acercarse a los nacionalismos”, porque, como es sabido, todo vale si se trata de captar nuevos votos. Supongo que, aunque se lo han callado, el señor Rajoy sabe perfectamente que, aunque a nivel nacional el PP ganó las elecciones europeas, lo cierto eds que, en Catalunya, dicha formación parece que perdió mas de 20.000 votos. No sé quien es el encargado de trasmitirle al señor presidente del partido sus impresiones sobre la forma de pensar de los catalanes, en lo concerniente a los posibles votos a conquistar y, también respecto a la estrategia precisa para conseguir aumentar el número de afiliados en esta autonomía. Si esta persona es la señora Alicia Sánchez Camacho, más vale que se despidan para siempre de conseguir un buen resultado en estas tierras, porque la forma actuar, desenvolverse, opinar y relacionarse con las otras formaciones políticas de esta señora, no ha hecho otra cosa que en crear desconfianza en aquellos potenciales votantes del partido que no comulgan con tales flirteos y componendas partidistas con el Tripartit.
Lo que ocurre es que, al señor Rajoy, le da pánico escénico, le teme más que un tornado y le pone de los nervios cuando se le pide que entre a saco con el tema del castellano proscrito en Catalunya, cuando se le mienta el Estatut o cuando se trata de reivindicar la autonomía catalana como una más, sin más ni menos derechos que cualquiera de las 16 restantes. Pero estos 20.000 votos perdidos no ha sido por causa del señor Mayor Oreja, que es persona respetada por los nuevos y antiguos votantes del PP; no, señor Rajoy, estos votos perdidos son el castigo de los descontentos con su línea de conducta en esta tierra y, por supuesto, con la deriva marcada por esta señora, Sánchez Camacho, a la que han puesto ustedes en sustitución del señor Sirera. Esta actitud pazguata y lejana del señor Presidente, por cierto practicada en todo el territorio nacional, puede que no le cause ningún sobresalto grave en la oposición, pero lo que si es cierto es que, mientras no realice una oposición efectiva y dura contra su oponente político, el PSOE, y no se le quite el miedo del cuerpo a la hora de llamar los cosas por su nombre y de sacar a relucir el tema de la partición de España, de la lengua oficial, de la defensa de los derechos constitucionales de los ciudadanos, del arribismo de las izquierdas y, de paso, no se decida a afrontar con decisión y sin que se le encoja el ombligo los casos de corrupción dentro de su propia formación y denuncie, con igual firmeza, los que se producen en el partido del Gobierno; no creo que ustedes logren despegar del PSOE por muy mal que ellos lo hagan. Hace falta una regeneración política radical para que los ciudadanos, que no nos sentimos representados por ninguno de los actuales partidos del arco parlamentario, recuperemos la confianza en la honradez, integridad y capacidad de gobierno de alguno que haya sido capaz de limpiar la sentina y desprenderse de toda la carga muerta que entorpece su labor y que lastra su despegue en las encuestas. Entre tanto, ya pueden encender ustedes velas a Santa Rita y hacer novenas a San Papucio, que los que estamos desengañados de la política de los últimos años no les vamos a apoyar. Gobernar es un arte y no está, el hacerlo bien, al alcance de cualquier cabecilla que se considere apto para ello y sólo sepa que gastar frases. Ya lo describió, acertadamente, Carlo Bini, el pensador italiano, cuando escribió: “El que no sabe gobernar es siempre un usurpador” o sea que, “a buen entendedor pocas palabras”.