Manuel Martín Ferrand (Publicado en Estrella Digital, aquí)
"Es mucho más fácil negar
las cosas que enterarse de ellas"
(Mariano José de Larra)
Sobrepasado ya el 18 por ciento de paro sobre la población activa, y en una situación económica tan crítica como la que nos acosa, parece irresponsable que el Gobierno -y la oposición- se tome vacaciones. No es que se puedan esperar grandes frutos de la actividad de José Luis Rodríguez Zapatero y de los miembros y miembras de su equipo; pero es una cuestión de estilo, una exigencia que conlleva el luci-miento de la púrpura del poder: mantenerse en el puente de mando mientras el temporal azota la cubierta del navío nacional.
Como se corresponde con sus manías de grandeza, Zapatero se va de vacaciones de un modo más propio de un jefe de Estado que de un primer ministro. En compañía de su mujer y sus hijas ocuparán La Mareta, una lujosa residencia de Costa Teguise que fue propiedad del rey Hussein de Jordania y que éste regaló al rey Juan Carlos. Hoy es propiedad del Patrimonio y comparten su uso la familia real, la de Zapatero y algunos distinguidos jefes de Estado huéspedes del nuestro.
Allí podrá prepararse para los exámenes de septiembre. En los de junio no ha conseguido el aprobado.
Tampoco puede decirse que el presidente del partido monopolista de la oposición haya obtenido es este curso unos resultados brillantes y también, claro está, se va de vacaciones. El descanso es la religión nacional que genera más fervores y entusiasmos. Aquí descansan hasta quienes nunca se han cansado, pero ello forma parte de la idiosincrasia nacional.
El hecho de que los políticos, incluso los más notorios, se sientan "empleados" genera una conducta colectiva más propia de una oficina mercantil que de una institución pública. La política, según parece, no es una noble función, sino un trabajo y, como para demostrarlo, se trasladan a ella las con-quistas sociales al uso, desde las bajas por maternidad a todo el muestrario vacacional que, entre otras razones, nos convierten en el país de más baja productividad de nuestro entorno.
Una situación tan grave como la que nos azota, con uno de cada cinco españoles en paro y con un millón y pico de familias en las que ninguno de sus miembros tiene empleo, exige medidas extraordinarias y, también, gestos adecuados. Las vacaciones de quienes mandan y nos representan no son un gesto concordante con el momento, pero tampoco es cosa de pedirle sutilezas a quienes no pueden darlas.
Antes de partir de veraneo Mariano Rajoy le concedió una entrevista a La Vanguardia . Tres páginas de vacío abso-luto. Su entrevistador, Enric Juliana, es un magnífico profesional, con experiencia larga y pluma ágil, que, a pesar del denodado esfuerzo que apunta su interrogatorio, no ha con-seguido sacarle al del PP una sola frase de mediana enjundia. A tal punto de oquedad llega la cosa que el titular que abre tan singular pieza periodística es la frase de mayor sustancia entre todas las emitidas por el entrevistado: "Ya veremos como finaliza el caso Gürtel, vamos a verlo…".
Cuando no se quiere decir nada es mucho más sabio permanecer en silencio. Con otro entevistador menos cualificado y brillante cabrían dudas; pero, tratándose de Juliana, ¿no será que Rajoy no tiene más contenido que el que evidencia? Cataluña, junto con Andalucía, es el escenario en el que reside la potencialidad de que el PP recupere La Moncloa y no será con exhibiciones de inanidad de este calibre como Rajoy consiga entusiasmar a los electores catalanes.
Zapatero y Rajoy, máximos representantes de más del ochenta por ciento de los españoles, ya están de vacaciones. En mi opinión, ninguno de los dos se las merece y tienen demasiadas asignaturas pendientes para septiembre como para dedicar un mes al ocio. El suspenso del Gobierno resulta escandaloso. No es que haya fracasado en sus medidas contra la crisis, sino que ni siquiera las ha intentado. Lo ha centrado todo en un "dialogo social" sin sentido al que se ha enfrentado como parte y no como árbitro. Las filas del PP se sienten más tranquilas porque las últimas mediciones demoscópicas le ponen por delante del PSOE en expectativa de voto para 2012; pero, si con un fracaso de Gobierno y en tan difícil situación económica, solo consigue esa ventaja, ¿cuál es la fuerza real del PP?.
El Gobierno, para aparentar una actividad que no tiene, quiere que fumemos menos, abortemos más y reinventemos la Historia. Un despropósito. De la oposición no sabemos nada. Un desatino. Quizás no sea tan malo que unos y otros se vayan de vacaciones…