"Los niños de la deuda"
(Publicado en EL DIA.es, aquí)
Hubo parte de una generación en este país, entonces llamado España, que se ha dado en conocer como "los niños de la guerra". Fueron aquellos que durante nuestra guerra civil sufrieron el éxodo a países del Este, fundamentalmente a Rusia, para librarles de la que teníamos liada. Luego tuvieron que padecer allá la que se montó durante la Segunda Guerra Mundial. Realmente fueron "niños de la guerra" en un continuo. Fueron sufridores del desarraigo familiar, seguro que con la mejor voluntad de las autoridades de entonces que supongo no previeron los acontecimientos que iban a devenir entre 1939 y 1945. Víctimas aquellos niños de la irracionalidad de un pueblo, de sus autoridades, que se empeñaron en destrozar la convivencia en un país que todos deseaban mandar sobre él.
Aquel destrozo nacional comenzó no por la instauración de la II República el 16 de abril de 1931 sino por el quehacer posterior de republicanos, conservadores, socialistas, comunistas, anarquistas y toda laya de gente que pretendía imponer sus propias ideas. Cuántas denuncias, cuántas venganzas, cuántos "paseos". Como siempre, cuánto sinvergüenza suelto. Mentes preclaras hubo que fueron fagocitadas por sus propios correligionarios.
Consecuente con aquel advenimiento de la República, manifestó don Alfonso XIII en texto entregado al presidente del último Consejo de Ministros: "Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo el amor de mi pueblo. (?) Soy el Rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.
Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos
También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor por la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles."
Ciertamente, en el paso de pocos años, se produjo inmisericordemente lo que él trataba de evitar: la confrontación en fratricida guerra civil.
Han pasado setenta años desde que concluyó aquella confrontación y gracias al quehacer del presidente del Gobierno de "un concepto discutido y discutible" (sic. Zapatero), o sea, España, estamos entrando en un peligroso proceso de enervación. Y no sé si porque él lo ordena o porque sus "colaboradores" toman las decisiones de lo que dicen y como lo dicen, es lo cierto que los despropósitos son cada vez más grandes. Decía la secretaria de Organización del partido socialista, el 4 de agosto: "En política no se puede mentir a los ciudadanos". ¿Realmente doña Leire Pajín se creía lo que decía? Si por mentir a los ciudadanos hubiera que estar fuera de la acción política, el Sr. Zapatero, el Sr. Rubalcaba, la Sra. Fernández de la Vega,? tendrían que estar no sólo fuera de la política sino fuera de nuestro planeta. Y la Sra. de la Vega mostrando su alegría en Brasil porque allí se potencia el español. ¿Qué están haciendo aquí, en casa, por el idioma que la Constitución define como oficial en todo el Estado?
En estos momentos, gracias a nuestro presidente, se está constituyendo una generación formada por los niños de hoy, mis nietos españoles nacidos en Canarias, por ejemplo, (espero que mis nietos australianos no se vean afectados allende los mares) y los nietos de tantos abuelos como yo, que pasado el tiempo será conocida como "los niños de la deuda". La que el Sr. Rodríguez Zapatero les está adjudicando con sus desmanes económicos.