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Corruptos, corruptores y corrompibles (por Pablo Yáñez)

Publicada el agosto 11, 2009 por admin6567
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OPINION publicada por C's – Partido de la Ciudadanía, aquí)

Corrupcion Tenemos un sistema que carece de un servicio básico de inspección en la mayoría de gastos que se realizan con fondos públicos. Hospitales, Centros de Ocio, Instalaciones Deportivas o Urbanismo.

Si la pasada legislatura PSOE y PP centraron en el terrorismo su “guerra sin cuartel”, en esta ocasión, y sabedores de que los españoles no les permitiríamos una división más en la lucha contra ETA, han trasladado a la arena de la corrupción su “guerra sin escrúpulos”.

Los últimos casos conocidos afectan a unos y otros sin seguir un patrón, ni unas características conjuntas mínimas que nos permitan establecer el perfil del político corrupto. Y eso es inquietante en la medida en que observamos delitos relacionados con la corrupción en prácticamente la totalidad de partidos políticos con cuotas de poder y en cualquier nivel de la Administración.

Por tanto, PP y PSOE juegan externamente a ser los más honestos mientras pelean internamente por no ser los más corruptos.

Si hay que buscar explicación a la vorágine de casos que se han producido en los últimos años, en España deberíamos preguntarnos si no hemos creado un sistema que ya de por si es corrupto manteniendo en el poder durante décadas, ya no sólo a los políticos profesionales de cada casa, sino a sus familiares, amigos y afines…

Tenemos un sistema que carece de un servicio básico de inspección en la mayoría de gastos que se realizan con fondos públicos. Hospitales, Centros de Ocio, Instalaciones Deportivas, Urbanismo… Un conglomerado de responsables públicos en cargos de confianza, nombrados mediante la “dedocracia”, con acceso a la compra de bienes y servicios a cargo del Estado y nadie para controlar el destino real de ese dinero…

Alcaldesas encarceladas por corrupción que pagan una fianza y vuelven al despacho, facturas infladas, obras con un coste extremadamente superior al presupuestado, regalos, villas al lado del mar, presidentes enchufando a sus sobrinas para entrar en la policía, informes jurídicos sobre la avellana, el parchis o un puzzle pagados por adelantado…

Y en la guerra por ser el menos sucio todo vale. Tanto es así que nuestros dirigentes han decidido corromper todo tipo de instituciones como si del fuego de los incendios veraniegos  se tratase, arrasando todo cuanto encuentra por el camino, avivados por la silla a la que se quieren aferrar.

No se contentan con robar a los ciudadanos falseando las cuentas públicas y engordando con nuestros impuestos sus bolsillos, sino que pretenden dar un paso más, y arrebatarnos lo que tras treinta años de lucha más nos pertenece: nuestra democracia y nuestras instituciones democráticas.

Las actitudes de quienes a la desesperada agitan los brazos para mantenerse a salvo, se cobran la independencia de la Fiscalía General del Estado, la honorabilidad de la Policía, la validez de las sentencias judiciales… Y es que cuando el sistema, a través de las acusaciones primero, las pruebas después, y finalmente las sentencias señalan al corrupto, lo más fácil para este es descalificar al propio sistema.

España se enfrenta a su propia enfermedad. A la enfermedad de quien ha creado un monstruo, los políticos profesionales, que ahora no puede controlar.

No hay sociedad que resista una enfermedad tan grave. Se palpa en la calle un descontento social superior al que hasta ahora podíamos imaginar. La desafección es absoluta incluso con los líderes de aquellos partidos que se supone representan las “inquietudes ideológicas de cada uno”.

Si roban nuestro dinero, la derecha o la izquierda no vale nada. Si se hinchan las facturas que pagamos con nuestros impuestos y sacrificio, Rajoy y Zapatero no valen nada. Si se denigran las instituciones que los ciudadanos valoran en las encuestas muy por encima de los partidos, estos no valen nada.

Anda el cuerpo enfermo buscando medicina para tanto mal. La labor de los medicamentos es ponerse a la vista de los clientes y esperar que cuando sean escogidos, no resulte ya demasiado tarde.

Y como titulaba hace unos días un periódico de tirada nacional, “se ha encendido la mecha”, todo vale ya, para un tema que será el gran referente de esta legislatura en la lucha por el poder. Lo peor: que el que gane, no será el más honesto, sino el menos corrupto.


Pablo Yáñez González, Secretario de la Federación Norte de España

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