Cada día hay más políticos agitadores, cada día se distancian más del electorado
Llàtzer Moix | (Publicado en La Vanguardia, aquí)| Política
El nacionalismo catalán lleva días preocupado y agitado. Teme que la sentencia del Constitucional sobre el Estatut sea adversa. Y cree tan fundados sus temores que está organizando ya una manifestación de protesta, antes de que la sentencia sea pública. Si la doctrina del "ataque preventivo" permitió a ciertas naciones –Israel cuando la guerra de los Seis Días o EE.UU. cuando la invasión de Iraq– tirar la primera piedra y afirmar que actuaban en defensa propia, quizá podríamos hablar aquí, salvando las distancias, de "manifestación preventiva". Es decir, la que se convoca sobre la sospecha de que va a haber ofensa, antes de que esta se concrete. Confío en que la novedosa aportación le sea reconocida a quien corresponda.
Por desgracia, no hace falta ser catalán para disfrutar de políticos agitadores. Los insultos que los notables del PP están dedicando este verano al PSOE así lo prueban. Empezando por el valeroso Rajoy, que ha comparado al Gobierno con la Inquisición, sin miedo a morir en la hoguera o desmembrado sobre el potro de tortura. Y siguiendo por sus acólitos, que han igualado al Gobierno con los de Chávez y Castro y tildado a Zapatero de "tipo más dictatorial del mundo"… Cualquier persona tirando a ecuánime considerará inexactas estas palabras. Pero eso no preocupa a los populares. Los políticos agitadores, no contentos con mentir, creen que tragaremos sus mentiras como verdades. ¿Qué se habrán tomado?
Me dirán que en todas partes cuecen políticos agitadores. Es cierto. Como es cierto que a menudo los dejan a medio cocer. Pero no es hora de buscar consuelo, sino de hacer preguntas. Estas: ¿Queda algún político sensato que prime la construcción de una sociedad mejor sobre las bravatas? ¿Podría dar señales de vida? Mientras esperamos a que asome, crece el consenso sobre tres puntos. 1) Muchos políticos con mando en su partido carecen de la formación necesaria para dirigirse o dirigirnos; 2) su estilo mitinero quizá valdría para vender crecepelo, manejar a una claque o arengar a un grupo sectario, pero no para convencer a votantes algo instruidos, y 3) tienen demasiado corazón e insuficiente cabeza.