ABC. Blogs de Autor: Perezas privadas por Eduardo San Martín
(Publicado en abc.es/blogs/san-martin, ver aquí)
Los tiempos cambian, y ,con ellos, conceptos económicos y sociales cuyo significado se ensancha con el paso de los años. Lo que no cambian son los prejuicios ideológicos o clichés políticos a propósito de esos mismos conceptos. Lo estamos viendo en relación con el debate sobre una próxima subida de impuestos, a la que el Gobierno se ve abocado muy a su pesar como consecuencia del gigantesco déficit que ha acumulado en los últimos meses y no siempre, como se ha visto, en gastos necesarios para hacer frente a la crisis. Pero dejemos esa discusión para otro momento. Lo que importa es con qué interesada visión del pasado utiliza la maquinaria de propaganda del Gobierno conceptos tales como “rico” o “capital”.
Primero fue José Blanco cuando sugirió que los “ricos deberían pagar más” al Estado en una situación de crisis y proponía elevar al alza los tipos impositivos más elevados el IRPF. Yo creo también que deben pagar quienes más tienen, pero ese objetivo no se consigue a través del IRP. No son los más ricos quienes pagan más por ese concepto, como es bien sabido. Si el gobierno quiere de verdad que la factura de la crisis la paguen las rentas más elevadas (y no los de siempre), que refuerce la inspección para perseguir el fraude generalizado que se fragua en venerables despachos de abogados y prestigiosas consultas profesionales. Por poner un ejemplo. Los ricos, los de verdad, merodean por esos lares. Algo semejante sucede con el término “capital”. Ahora se deja filtrar que no serán las rentas del trabajo las paganas, sino las del capital. Y cuando se habla en esos términos se trata de transmitir la imagen de una pandilla de personajes de Serafín encendiendo un puro con un billete de 500 euros. Pues bien, las llamadas rentas del capital las constituyen mayoritariamente fondos de inversión y planes de pensiones que buscan una rentabilidad a pequeños ahorradores. Una vez más, el capital al que se alude no circula por los mercados convencionales. Lo cierto es que el Gobierno tiene un buen lío. No le queda más remedio que subir los impuestos, pero no serán ni los más ricos ni el auténtico capital el que pague la factura. Al tiempo.