(Publicado en Expansión.com-"El Rincón Laboral", aquí)
Evidentemente, este tipo de medidas sociales siempre son bienvenidas porque ayudan a aquellas personas que carecen de recursos económicos y que pueden cubrir las necesidades mínimas necesarias para su día a día.
No obstante, esta decisión gubernativa, desde el primer día de su aprobación, ha generado una inmensa polémica en todos los ámbitos, principalmente por su fecha de efectos desde el 1 de Agosto, excluyendo a colectivos importantes de parados que carecen de subsidio alguno desde hace ya bastantes meses. Además, la confusión en el anuncio de la medida así como los requisitos que se deben cumplir para acceder a esta ayuda extraordinaria, están descafeinando lo que parecía ser la noticia del verano en el ámbito del mercado de trabajo.
No me voy a detener en estas críticas que parece que tienen todo el sentido, sino que mi valoración crítica se centra en este tipo de políticas pasivas de empleo, cuando lo que está demandando nuestro país y, sobre todo, los propios desempleados, son políticas activas de empleo, es decir de creación de empleo.
En efecto, habría que pensar en otro tipo de soluciones imaginativas que pudieran mejorar la situación de los desempleados no sólo mediante un sustento económico que siempre es deseable sino también en intentar conseguirles un trabajo aunque sea de escasa duración o a tiempo parcial. Para ello, con el mismo coste para el Gobierno se podrían ofrecer contratos a través de las Administraciones locales o Ayuntamientos, a tiempo parcial, donde la remuneración del trabajador fuera de 420 Euros (por ejemplo). Se trataría de trabajos con evidente labor social necesarios en muchos ámbitos locales, y que tendría el efecto psicológico para el desempleado de conseguir un empleo aunque fuera parcial o de escasa duración percibiendo idéntica remuneración que la que está recibiendo en la situación triste del desempleo. Los costes sociales aparejados al trabajo (desplazamiento, seguridad social, etc) podrían ser resarcidos parcialmente por la propia Administración.
Esta es una de las medidas que se pueden lanzar para el debate pero que, en definitiva, hacen hincapié en una necesaria política activa y no en una sociedad subsidiada.
Iñigo Sagardoy