(Publicado en ABC, aquí)
¿CUÁL será la verdadera razón, la más profunda, por la que Manuel Chaves es vicepresidente tercero en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero? La pregunta es de difícil respuesta. El zapaterismo encuentra en la confusión y el espasmo dos de sus principales ingredientes y, en consecuencia, se resiste al análisis y la razón. Aparte de los cupos regionales con los que el PSOE atempera su creciente tensión intestina, Chaves aporta una múltiple y valiosa experiencia. Como ministro de Trabajo, que lo fue con Felipe González, sufrió en sus carnes la huelga general de diciembre del 98 y nada hay que le aterrorice tanto a Zapatero como una huelga general. Chaves es, en ese epígrafe, la tila que necesita el líder leonés nacido en Valladolid para serenar el ánimo y no perder la sonrisa que acredita su lábil condición.
Más probable parece que Chaves sea vicepresidente por las mañas adquiridas en los manejos del subsidio y la chapuza a lo largo de sus dos décadas como presidente de la Junta de Andalucía. Nadie como él ha sido elegido, reelegido y vuelto a elegir y reelegir después de una continuada labor demoledora del futuro en una de las regiones con mayor potencialidad entre todas las españolas. El uso de la demagogia, simbolizada en el manejo del PER, es, en Chaves, un mérito electoral que, puede suponerse, Zapatero quiere aprovechar.
Otra hipótesis a manejar es el desparpajo sin duende que maneja el prócer para decir lo que convenga en cada ocasión, independientemente de la concordancia que ello pueda tener con la verdad y la realidad. Ayer, por ejemplo, se fue a Segovia para decir que, además de producirse una desaceleración en el crecimiento del desempleo -¡toma nísperos!, que diría Campmany-, los datos económicos indican ya el inicio de la recuperación. Hace falta un tipo muy bragado y resuelto para, sin que se le asomen los colores a los mofletes, decir algo así de falso e impreciso. Justo cuando el danés Jörgen Elmeskov, economista jefe de la OCDE, acaba de anunciar que España será uno de los países que más tardará en superar la crisis. Si a todo lo anterior se le añaden las condiciones para el pastoreo que, como presidente del PSOE, tiene el personaje frente a las díscolas federaciones del partido y la imposibilidad, por razones de edad y biografía, de optar a quitarse el vice y el ordinal con vistas al futuro, podemos entender el misterio de Chaves.