SANTIAGO GONZÁLEZ (Públicado en e-pesimo.blogspot.com, aquí)
Si hoy es martes, esto es Bélgica era el título de una divertida sátira sobre los viajes organizados por Europa para turistas yanquis de finales de los años 60. Parecida lógica serviría a cualquier observador de nuestra realidad para hacer un razonamiento paralelo: «Si hoy es primer domingo de septiembre y esto es Rodiezmo, el presidente del Gobierno va a anunciar la subida de las pensiones».
Zapatero cumplió como un jabato. Fue precedido por media docena de teloneros aguerridos, secretarios generales de SOMA-UGT de distintos ámbitos, Cándido Méndez, su álter ego, y por Alfonso Guerra. Éste reclamó el retorno de la política del Estado, él, que ha sido testigo mudo de cómo se ha cedido la mitad de la recaudación impositiva a las CCAA, en un signo evidente de lo que Sosa Wagner llamó la fragmentación del Estado. También exigió el antiguo dirigente «una política fiscal redistributiva» y en el momento de decirlo, como si fuera un conjuro mágico, apareció entre el público el campeón de los 400 euros lineales, tanto para la altiva banquera como para la que pesca en ruin barca, aún en la creencia de que tal subida es una reforma fiscal y una medida anticrisis.
Los sindicalistas reivindicaron la fuente de energía que tienen más a mano: «el carbón debe jugar un papel clave en el futuro energético de España». «Un carbón limpio» matizó uno de ellos, y el presidente dijo que sí minutos más tarde de las dos, que tiene un compromiso con Europa sobre la energía, y están las energías renovables, y «está, faltaría más, el carbón autóctono». Y prometió investigación a manta «para que el carbón no sea tan contaminante. José Ángel, ten la seguridad de que va a ser así».
El presidente se ratificó en la idea de que saldremos de la crisis al mismo tiempo que el resto de Europa y defendió con calor su política social, aunque dejó en el personal más versado la idea de que tal vez no distingue muy bien entre la inversión productiva y el gasto asistencial, y en el momento cumbre anunció la subida de las pensiones que, según dijo: no perderán poder adquisitivo, «y las pensiones mínimas ganarán poder adquisitivo y mejorarán su situación como hemos venido haciendo los últimos cinco años».
Mantener el poder adquisitivo de las pensiones no es una conquista de Zapatero. Los gobiernos de España están obligados por ley desde el primer Gobierno de Felipe González, cuando Zapatero era secretario de León y era ministro de Trabajo Joaquín Almunia. Todos los presidentes lo han hecho, incluso el malvado Aznar. Zapatero no necesita subir las pensiones ni un euro para cumplir su promesa. En enero, como es preceptivo, las pensiones subieron un 2%, que era la inflación esperada, pero el IPC acumulado hasta el mes de julio era del -1,4%. O sea, que los pensionistas están disfrutando una mejora de su poder adquisitivo del 3,4%. Cuando llegue noviembre, que es el mes de los difuntos y en el que toca revisar las pensiones, éstas habrán ganado poder adquisitivo sin subida alguna.
Ah, las palabras al servicio de la política, estamos a un minuto de que este tío nos presente la deflación como un poderoso instrumento de su política social