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La deuda sí es de izquierdas (por Casimiro García-Abadillo)

Publicada el septiembre 7, 2009 por admin6567
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Casimiro García-Abadillo (Publicado en e-pesimo.blogspot.com, aquí)



El escenario es el mensaje. En política podemos aplicar la máxima de Marshall McLuhan sin temor a equivocarnos («el medio es el mensaje») porque los políticos, algunos políticos, son obstinadamente previsibles.

Zapatero y Rodiezmo es igual a gasto social, haga frío o calor, estemos en época de bonanza o en recesión económica. Porque allí se va para hablar a los descamisados, como los llamaba Alfonso Guerra, un clásico de estos mítines en tierras leonesas.

Sabemos por Crónica que el alcalde de Rodiezmo es del PP y que allí sólo vive un minero en activo. Pero es igual. La tradición es la tradición y no hay nada más tradicional que un mitin progresista.

Sí, da lo mismo que Rodiezmo ya no sea lo que fue, ni las minas leonesas tampoco. Porque ese lugar sólo importa por lo que diga allí el presidente del Gobierno. Televisiones, periódicos, agencias de información, todos saben que Zapatero dará un titular. Es más, que ese titular tendrá que ver con la política social y las pensiones.

Naturalmente, el presidente no decepcionó. Contra la crisis, subida de pensiones, más becas y más política social. Eso sí, esta vez no concretó la cifra en que aumentarán los ingresos de los pensionistas porque, dijo, quiere que se fije de acuerdo con los sindicatos. La verdad es que las pensiones, aunque no suban, ganarán poder adquisitivo, dado que estamos en plena deflación.

Muchos lectores se preguntarán, con razón: ¿y no es de agradecer que un gobernante aumente las pensiones y las becas justo cuando la situación económica es peor para los más desfavorecidos?

La demagogia, que la izquierda utiliza de forma eficacísima, hace que responder a esta pregunta sea más complicado de lo que parece. Es decir, hace que la contestación a ese interrogante sea la clave para saber si vamos a salir o no de la recesión.

El presidente del Gobierno, que no se refirió, por cierto, al paro, que en el próximo otoño se situará en torno al 20% de la población activa, justificó su optimismo a la hora de prometer políticas sociales en que España tiene un nivel de deuda que nos permite aumentar esos gastos.

España tiene un nivel de deuda pública inferior al de otros países de la UE, pero en tres años (desde 2008 a 2010) esa diferencia quedará prácticamente reducida a cero. El déficit público (la diferencia entre los gastos y los ingresos del Estado) será este año del 10%. Y ese déficit habrá que financiarlo con deuda.

Sólo en este año, el efecto combinado del aumento del déficit y la reducción del PIB (que caerá en torno al 4,5%) llevarán a España a batir otro triste récord: el ratio de deuda sobre el PIB podría aumentar en 15 puntos, con lo que pasaríamos del 39,5% (cierre de 2008) al 55% .

En los Presupuestos, que comienzan ahora a negociarse, hay dos partidas que van a seguir creciendo exponencialmente: la del gasto en desempleo y la del pago de los intereses de la deuda. Y todo ello en un escenario en el que los ingresos por IRPF, impuesto de sociedades e IVA caen a un ritmo vertiginoso.

Cada año que pase, el porcentaje del presupuesto destinado a pagar la deuda será mayor. Y como los gastos en personal (los salarios de los funcionarios), pensiones y desempleo… en resumidas cuentas, los costes fijos que no se pueden recortar, representan el 85% del Presupuesto, el margen para las políticas sociales irá siendo cada vez menor.

En esa situación, el Gobierno sólo tiene un remedio si no quiere aplicar una dura política de recorte drástico del gasto: aumentar los ingresos. Eso sólo se puede hacer de dos formas: aumentando la actividad económica (la base sobre la que se recauda) o aumentando los impuestos.

Esta última parece que es la alternativa por la que se inclina nuestro presidente, aunque aún no sabemos ciertamente cómo y en qué cuantía.

No hace falta ser Roubini para darse cuenta de que, en esta situación, lo peor que se puede hacer para salir de la recesión es subir los impuestos. Al hacerlo, se puede obtener a muy corto plazo un aumento ligero de los ingresos, pero su efecto sobre la actividad económica o sobre el consumo es tal, que a medio plazo cae la recaudación y provoca un aumento aún más pernicioso del déficit y la deuda.

No, no nos hemos olvidado de la pregunta que ha originado este pequeño repaso a la situación económica.

El Gobierno podría aumentar las pensiones más bajas si, en paralelo, anunciase un duro recorte del gasto, dentro del escaso margen de maniobra que aún tiene.

El problema de las políticas sociales es que deben ser sostenibles. Y para ello, no hay nada más contraproducente que el déficit y la deuda pública.

Zapatero puede prometer muchas cosas, pero, con su política, corre el peligro de que, en un par de años, las pensiones o el subsidio de desempleo corran peligro. El ritmo de deterioro de la economía es tal que es difícil saber a dónde nos llevarán los desatinos del presidente.

Tanto la OCDE como el Banco Central Europeo han colocado a España en el vagón de cola de la recuperación, que ya se atisba a finales de 2009 o principios de 2010 en algunos países.

Parece seguro que Zapatero pactará los próximos Presupuestos con los pequeños partidos de izquierda, lo cual no hará sino aumentar el disloque de la política económica.

Es decir, pan para hoy y hambre para mañana.

El presidente sabe (al menos sus asesores lo saben) que la deuda de un país no es sólo la deuda del Estado, sino la deuda de sus empresas. En España, la deuda privada (mayoritariamente financiada con capital extranjero) supone el 200% del PIB. Por tanto, jugar con el aumento de la deuda pública es como jugar a la ruleta rusa.

Por todo ello, la única respuesta que tiene la pregunta antes aludida es la siguiente: la política de Zapatero es social a corto plazo, pero es la más antisocial a medio y largo plazo, porque no garantiza que el desempleo o las pensiones puedan seguir cobrándose durante mucho tiempo.

No es alarmismo. No es un juicio provocado por el síndrome postvacacional. Sencillamente es que este Gobierno ha batido todas las marcas de mala gestión económica y no aprende de la experiencia.

Lo siento, yo querría haber sido un poco menos procíclico (anímicamente hablando).

casimiro.g.abadillo@elmundo.es

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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