Santiago González (Publicado en El Mundo – Reggio´s, aquí)
A CONTRAPELO
Un amigo mío que militó en la Liga Comunista Revolucionaria al mismo tiempo que Jaume Roures sufre una pesadilla recurrente. Sueña que Zapatero ha ganado las elecciones y está gobernando con sus ideas de entonces. Evidentemente, mi amigo ha dejado de ser trotskista, mientras su ex camarada aún se reclama de la ortodoxia marxista cuando es preguntado por ello.
Es una elección inteligente que le permite optar entre lo útil y lo agradable. Pamela Tiffin era la hija caprichosa del presidente de Coca-Cola en la comedia de Wilder Uno, dos, tres. En un viaje a Berlín se enamora de Horst Buchholz, un intransigente berlinés del Este y, de la misma, se queda embarazada. James Cagney, gerente en la ciudad de la empresa de bebidas, trata de casarlos antes de la anunciada visita de su jefe e intenta disfrazar al hirsuto comunista de joven aristócrata prusiano. En una discusión sobre el futuro de la criatura, el novio le dice a la feliz preñada que nunca permitirá que eduquen a su hijo en la decadencia capitalista, a lo que ella responde: «Lo importante es que al niño no le falte de nada. Luego, él verá si quiere ser capitalista o prefiere ser un comunista rico». Roures ha rechazado la tentación de convertirse en capitalista para ser un trotskista rico.
Y con influencias, habría que decir. Tantas como para que todo el Gobierno haya interrumpido sus vacaciones el 13 de agosto por dos decretos leyes: el de los 420 euros y el de la TDT de pago. La urgencia de los parados sin cobertura para empezar a cobrar el subsidio es comprensible pero, ¿había tanta prisa -dicho sea con perdón- para aprobar la TDT?
Mucha, dice el ministro Sebastián. Veinte años de retraso, cuantifica, y «no fue una medida precipitada. El Gobierno lleva dos años trabajando en el proyecto». Ya es admirable que 20 años de demora no puedan ser 20 años y un mes. Aún es más sorprendente que, estando en ello desde 2007, hayan empleado todo este tiempo en anunciar el Apocalipsis analógico, para hacernos comprar 22 millones de aparatos que no sirven para ver el fútbol. Al día siguiente del Consejo, Mediapro, la empresa que preside Roures, convertía Hogar 10 en Gol TV para emitir el fútbol de pago. Previsión se llama la figura; el que da primero, ya se sabe. ¿Habrá descodificadores y tarjetas para los 665.000 que ya se han afiliado? Servidor aún espera su bombilla, no diré más. Un Consejo de Ministros para aprobar dos decretos y los dos mal. Normal, las prisas.
Es lógico que quien paga al gaitero (o decreta la subvenciones a las gaitas) pida la tonada. Y ésta la tocan mejor los medios de Roures. No es que los de Prisa fueran insolentemente críticos con el Gobierno, pero a medida que se ejerce el mando, la piel se vuelve más fina y sensible, más cuanto más poder se tiene. Se atribuye a Lukács una definición tardía que cuadraría como un guante a la cuadrilla que gobierna: «El realismo socialista consiste en hablar bien del Gobierno, pero en unos términos tales que el propio Gobierno pueda entenderlos». Tal vez El País haya pecado en este aspecto de cierta sofisticación intelectual.
Quien tiene un amigo tiene un tesoro, siempre se ha dicho. En este caso, también una TDT de pago.
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