Hablábamos, en nuestro anterior artículo, de como el señor Suárez tuvo prisa en legalizar el PC del señor Carrillo, al parecer, convencido de que si no lo hacía la democracia no sería completa; al menos, ante las numerosas naciones, especialmente nuestros vecinos del norte, que estaban observando con lupa la transición que se estaba llevando a cabo en España. Yo creo que, a la vista de los resultados de aquella arriesgada aventura, los beneficios de la legalización del PC no fueron, en modo alguno, los esperados por Suárez y es posible que, todavía menos, respecto a los que tuviera en mente el propio señor Carrillo. La realidad es que los logros electorales del Partido Comunista en las elecciones del 15 de junio de 1977, fueron decepcionantes para los que habían esperado un resurgir espectacular del antiguo partido de Negrín. Un 9%, menos de la mitad de lo esperado, no corroboró ni los posibles temores del señor Suárez, que seguramente pensaba que mantenerlos fuera del ámbito parlamentario, significaría una amenaza latente para la estabilidad de la democracia; ni tampoco confirmaron las ocultas esperanzas del señor Carrillo quien, seguramente, pensaba que le había hecho tragar a Suárez el engaño de su aparente renuncia al marxismo y su promesa de portarse como un demócrata de verdad; confiando que la fuerza electoral de su formación le permitiría, en unos años, hacerse con las claves del poder en España; a partir de cuyo momento la fuerza del PC le permitiría convertir al país en una nación más situada en la órbita de
Pero ambos fallaron en sus predicciones, porque ni el uno ni el otro pensaron nunca que de aquella maraña de intereses, de cónclaves secretos y de componendas desde la trastienda de la política, iba a surgir un tercero en discordia que, sin mérito alguno, debido a que, durante el franquismo, estuvo desaparecido de la escena política, sin la organización e infraestructura que los comunistas habían mantenido en España, en la clandestinidad, y sin que, el mismo señor Suárez, contase con ellos como piezas importantes en el tablero de ajedrez político de
Hoy ya sabemos que, si los comunistas no han logrado más que quedar de meros convidados de piedra en el Parlamento y que su trayectoria parece condenada a llegar a desaparecer de la escena política; sin embargo, aquella renuncia que tanto ellos como el propio PSOE, hicieron y escenificaron respecto a sus orígenes marxistas, no fue nada más que un camuflaje, un caballo de Troya, para lograr introducirse en las instituciones del Estado y desde ellas, extender sus tentáculos hasta hacerse con los centros de poder; entre ellos y no los menos importantes: la prensa y las TV’s, desde las cuales pueden extender su adoctrinamiento a toda la nación; entrometerse en la enseñanza, a la que han tenido la habilidad de convertirla en un semillero de acólitos que, si bien no reciben la preparación necesaria para ser útiles a la sociedad, a cambio se han transfigurado en buenos activistas y propagandistas, útiles para captar nuevos acólitos para el PSOE; empeñarse en una la labor de socavamiento de la institución familiar, sembrando en ella la cizaña del enfrentamiento entre padres e hijos, que han visto reforzadas sus naturales discrepancias generacionales, derivadas de la pubertad, con el apoyo recibido de las leyes emanadas del Parlamento, dominado por ellos, que han recortado autoridad a los progenitores y, a cambio, han blindado la inexperiencia, confusión y temeridad de los adolescentes, dándoles una protección legal extra para resultar inexpugnables a la autoridad paterna; por otra parte, han seguido ahondando en la aconfesionalidad establecida en
Flaco favor nos hicieron, a los españoles, quienes supervalorando su inteligencia o pensando, de buena voluntad, hacer un bien a la patria (después, eso sí, de apostatar de sus juramentos hechos durante el régimen anterior, en los que se habían comprometido a no restaurar los partidos políticos y a luchar contra el comunismo, que tanto daño nos trajo de mano de
Miguel Massanet Bosch