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De perjurios a ingobernabilidad (II) (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el septiembre 18, 2009 por admin6567
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Hablábamos, en nuestro anterior artículo, de como el señor Suárez tuvo prisa en legalizar el PC del señor Carrillo, al parecer, convencido de que si no lo hacía la democracia no sería completa; al menos, ante las numerosas naciones, especialmente nuestros vecinos del norte, que estaban observando con lupa la transición que se estaba llevando a cabo en España. Yo creo que, a la vista de los resultados de aquella arriesgada aventura, los beneficios de la legalización del PC no fueron, en modo alguno, los esperados por Suárez y es posible que, todavía menos, respecto a los que tuviera en mente el propio señor Carrillo. La realidad es que los logros electorales del Partido Comunista en las elecciones del 15 de junio de 1977, fueron decepcionantes para los que habían esperado un resurgir espectacular del antiguo partido de Negrín. Un 9%, menos de la mitad de lo esperado, no corroboró ni los posibles temores del señor Suárez, que seguramente pensaba que mantenerlos fuera del ámbito parlamentario, significaría una amenaza latente para la estabilidad de la democracia; ni tampoco confirmaron las ocultas esperanzas del señor Carrillo quien, seguramente, pensaba que le había hecho tragar a Suárez el engaño de su aparente renuncia al marxismo y su promesa de portarse como un demócrata de verdad; confiando que la fuerza electoral de su formación le permitiría, en unos años, hacerse con las claves del poder en España; a partir de cuyo momento la fuerza del PC le permitiría convertir al país en una nación más situada en la órbita de la URRS del camarada Stalin.

Pero ambos fallaron en sus predicciones, porque ni el uno ni el otro pensaron nunca que de aquella maraña de intereses, de cónclaves secretos y de componendas desde la trastienda de la política, iba a surgir un tercero en discordia que, sin mérito alguno, debido a que, durante el franquismo, estuvo desaparecido de la escena política, sin la organización e infraestructura que los comunistas habían mantenido en España, en la clandestinidad, y sin que, el mismo señor Suárez, contase con ellos como piezas importantes en el tablero de ajedrez político de la España del posfranquismo; un PSOE, surgido de Suresmes, que tuvo la habilidad de saltar al ruedo y dar la gran sorpresa al convertirse en la segunda fuera política, detrás de UCD. Lo que, entonces, fue tenido como una hábil jugada, como una genial acción de sagacidad y oportunismo, a la postre, al cabo de los años, se nos ha mostrado como una acción precipitada, innecesaria, que disgustó a los militares, hasta el punto de que se llegó a producir un golpe de Estado, fracasado, pero que mantuvo en vilo a la ciudadanía durante mucho tiempo y que significó, para muchos demócratas, el perder la confianza en las instituciones y, por supuesto, en la propia UCD.

Hoy ya sabemos que, si los comunistas no han logrado más que quedar de meros convidados de piedra en el Parlamento y que su trayectoria parece condenada a llegar a desaparecer de la escena política; sin embargo, aquella renuncia que tanto ellos como el propio PSOE, hicieron y escenificaron respecto a sus orígenes marxistas, no fue nada más que un camuflaje, un caballo de Troya, para lograr introducirse en las instituciones del Estado y desde ellas, extender sus tentáculos hasta hacerse con los centros de poder; entre ellos y no los menos importantes: la prensa y las TV’s, desde las cuales pueden extender su adoctrinamiento a toda la nación; entrometerse en la enseñanza, a la que han tenido la habilidad de convertirla en un semillero de acólitos que, si bien no reciben la preparación necesaria para ser útiles a la sociedad, a cambio se han transfigurado en buenos activistas y propagandistas, útiles para captar nuevos acólitos para el PSOE; empeñarse en una la labor de socavamiento de la institución familiar, sembrando en ella la cizaña del enfrentamiento entre padres e hijos, que han visto reforzadas sus naturales discrepancias generacionales, derivadas de la pubertad, con el apoyo recibido de las leyes emanadas del Parlamento, dominado por ellos, que han recortado autoridad a los progenitores y, a cambio, han blindado la inexperiencia, confusión y temeridad de los adolescentes, dándoles una protección legal extra para resultar inexpugnables a la autoridad paterna; por otra parte, han seguido ahondando en la aconfesionalidad establecida en la Constitución, utilizando las artimañas en las que son tan expertos, para subvertir los términos y convertir aconfesionalidad y trato especial a la Iglesia Católica, en laicidad ,que, en su desvarío y odio, les ha servido de pretexto para iniciar, con rara intensidad y mala fe, la beligerancia contra todo lo que huela a religión católica, lo que les permite burlarse, insultar, desacreditar, blasfemar y denigrar impunemente, en público y en privado, a la Iglesia, a sus ministros y a los mismos feligreses. La Justicia intervendrá severamente si un padre le da un azote a su hijo para corregirle, pero no piensen ustedes que a estos gaznápiros que se refocilan en su propia ignorancia, descargando su odio contra los católicos, van a sufrir la más mínima molestia por parte de las autoridades encargadas de aplicar la ley.

Flaco favor nos hicieron, a los españoles, quienes supervalorando su inteligencia o pensando, de buena voluntad, hacer un bien a la patria (después, eso sí, de apostatar de sus juramentos hechos durante el régimen anterior, en los que se habían comprometido a no restaurar los partidos políticos y a luchar contra el comunismo, que tanto daño nos trajo de mano de la Guerra Civil) Nos cuesta admitir que altas personalidades, que hoy están en los cargos más importante de la nación, fueran cómplices activos de la entrega de España en manos de unas izquierdas rencorosas, reivindicativas, vengativas y sectarias que, en la primera ocasión que han tenido, se han instalado en el poder dispuestos a convertir nuestra patria en uno de sus experimentos igualitarios, en una de sus utopías republicanas inspiradas en la II República del frente popular, de ingrata memoria, durante la cual la plebe se adueñó de las calles y los crímenes se sucedieron hasta convertirse en verdaderas carnicerías, cometidas por personajes incontrolados movidos por odios, venganzas, envidias o, simplemente por el sadismo enfermizo de la esquizofrenia comunista. De aquellos polvos estos lodos. Hoy tenemos que ver como, en manos de quienes nos gobiernan, España se ha convertido en un país ingobernable, un país donde no existe el Estado de Derecho, que las leyes emanadas de la Constitución se puentean, no sólo desde el Ejecutivo ( que mira hacia otro lado), sino desde los mismos gobiernos autonómicos que no se ocultan de sus desafíos a las leyes  y se atreven a saltarse a la torera el mismo orden constitucional. Ejemplos a cientos, a diario, sin que ni los órganos dependientes del ministerio de Justicia ni el poder Judicial ni fiscales, alcaldes, concejales y demás autoridades públicas, sea por sectarismo o por miedo a destacarse, se decidan a actuar; aunque, como ha ocurrido recientemente, un pigmeo, una localidad insignificante, haya demostrado su osadía desafiando a España. Sí, señores, así se empieza, primero uno luego diez y finalmente toda una autonomía y, quién sabe, acaso media nación. No se olviden de que, hace setenta años, por similares cuestiones, por injusticias y provocaciones, la mitad de España se levantó contra la otra mitad. ¡Qué tomen nota estos amanuenses que escriben la Memoria Histórica de aquellos tiempos, no sea que sus resultados acaben siendo tan apócrifos como sus intenciones! Pero eso sí aquí, todos estos paniaguados, actuando: “pro domo sua”.

 

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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