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Capullos (por Raúl del Pozo)

Publicada el septiembre 29, 2009 por admin6567
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Raúl del Pozo (Publicado en El Mundo – Reggio´s, aquí)

EL RUIDO DE LA CALLE

Zapatero está obligando a sus progres a cambiar de periódico, que es más difícil que cambiar de peinado. Echa sermones de la montaña, casi largocaballeristas. Cuando digo montaña me refiero a la de los montagnards de la Asamblea francesa. Ayer mismo dio caña al llano de la Convención. «Piden -dijo- que rebajemos los derechos de los trabajadores y que abaratemos el despido». Es divertido escuchar la abigarrada gritería de los medios, incluida la de antiguos amigos, llamándole populista. «Nosotros -explicó hace unos días- hemos sido capaces de decir no a los poderosos. Y luego vienen a pedir ayudas».

Ahí le quiero ver, presidente. Choque esos cinco.

Pero ¿quiénes son los poderosos? Por supuesto, se refiere al poder fáctico fácilmente identificable, el que según Casimiro García- Abadillo lo trató como a un becario, aunque mejor hubiera sido decir como a una chupetera arrodillada ante el intelectual gramsciano. ¿Quiénes más son los poderosos? No sólo los financieros, sino los miembros del Gobierno que preside. La primera industria de las democracias es la política, la principal riqueza se logra en la intriga de los pasillos de palacio. Alguno de los que iban de cacería con el Rey dieron un pastón por insinuación del arcángel rojo a su nueva plataforma mediática. A los ricos de polaina les envejecen las manos pero no los quilates ni las amantes, y hasta el momento Zapatero no les ha afanado ni un euro.

A pesar de los murmullos del nueve, por la boca de Zapatero aún habla la moderación. Es rojo de cineclub. Los rojos de antes decían: las manchas naturales de sangre son una de las dos caras del dinero; el capital no tiene otra partida de nacimiento que la sangre capitalizada; los grandes bancos, bautizados con nombres de naciones, no son sino asociaciones de especuladores y usureros que triunfaron con la corrupción de los gobiernos. El presidente no habla así porque es hijo de su tiempo; minimiza las ofensas. Hoy los ricos ganan más especulando con solares que sueñan ventanas que creando puestos de trabajo. Es verdad que Zapatero es menos amigo de los poderosos que sus antecesores y juega al mus más con los sindicalistas que con los banqueros.

El hombre que conoce la corte nunca es portador de malas noticias. Hasta ahora Zapatero ha jugado más con las fantasías de la gente que con la verdad de la situación. Lleva en los hombros un saco de piedras después del reventón del globo de la orgía especulativa. El crédito de los gobiernos se basa en la opinión que se tenga de ellos y hoy Zapatero afronta un escarpe, pierde apoyos. Meterse con los poderosos no le quita votos. Pero es mejor que los desamortice si puede y no les asuste en esos días de iluminado que deja tirados a sus progres capullos a la derecha.

© Mundinteractivos, S.A.

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