Brighton,, Conferencia Anual del Partido Laborista británico, “estrella” invitada nuestro señor Rodríguez Zapatero quien, ante una audiencia entregada al fervor del momento, en un relámpago de euforia doctrinal, aleccionó al señor Gordon Brown sobre cuál debía ser la fórmula ideal para obtener el voto de sus paisanos en las próximas elecciones legislativas. “Suerte, suerte, trabajo, trabajo, esa es la clave”. En realidad no sabemos muy bien qué era lo que pretendía trasmitirle al premier británico con estas crípticas palabras. No pensamos que se quisiera referir a que, para ganar los comicios, el señor Brown tuviera que esperar que le tocara el primer premio de una especie de lotería electoral; o que sus rivales, de pronto, contrajeran la pandemia A y falleciesen dejándole el campo libre al laborismo para que renovara legislatura; tampoco se puede descartar que, por un procedimiento milagroso, este señor británico que sólo ha sido superado en número de errores y estupideces, por quien le aconsejaba, tuviera una inspiración divina y diera con el talismán para sacar a su país de la depresión. En cualquier caso, no parece un método muy científico confiar en la suerte, esperar que la bola de la ruleta caiga en el número al que se juega para así asegurarse el voto de sus conciudadanos.
No obstante, no hay duda de que en la segunda parte de esta “clave” de ZP, “trabajo, trabajo” ha influido de forma importante su subconsciente, su pesadilla que no le abandona ni de día ni de noche y que debe de darle algún susto mayúsculo a la primera dama, doña Sonsoles, cuando, en pleno delirio nocturno, se despierte gritando: “¡Cuatro millones de parados, socorro, cuatro millones de votos menos!”. Y lo cierto es que, nuestro presidente, no está en condiciones de dar a nadie muchas recetas; porque, como decía Mme. De Sablé, amiga del duque de
Cabe decir que intentos de vendernos al gobierno socialista como el mejor posible; el más “social” y el más “preocupado” por mantener las conquistas de la izquierda; no han faltado y, todo el Ejecutivo de ZP, se esmera en poner al mal tiempo buena cara y en procurar borrar cuantos signos desagradables aparecen desmintiendo sus optimistas predicciones. Así, cuando nos aparece la señora Salgado, la fúnebre vicepresidenta económica, el perrillo faldero del señor ZP, para decirnos que el FMI, cuando nos anuncia más de lo mismo, más depresión, más desempleo y menos reactivación; es que “no está bien informado” y que van a hablar con los miembros de dicho organismo para reconvenirles y decirles que “se apliquen más en su trabajo”; parece que se cree que, en España, todos somos unos estúpidos, descerebrados e ignorantes – claro que, si se fija en algunas de sus compañeras de equipo, no es raro que pueda sacar semejantes conclusiones – y que nos vamos a tragar, sólo porque ella nos lo diga, que un organismo de tanta solvencia como es el FMI, que ha predicho, puntualmente, todo lo que ha ido sucediendo en España, al revés de lo que el Gobierno intentaba desmentir; no sabe a ciencia cierta las condiciones en las que nos encontramos en la actualidad, es como pretender hacernos ver que lo negro es blanco.
Cuando los desempleados que tenemos en España representan el 60% de todos los censados en
En conclusión, que los brotes verdes que, en un momento de “alucinación”, creyó ver la ministra Salgado, parece que sí aparecen en los países vecinos, pero no para España; a la que, desde todos las instituciones europeas, no sólo desde el FMI, se nos viene pronosticando que, con la política que nos ha impuesto el señor ZP, nuestro resurgir de la crisis económica se va a prolongar por dos años más; con lo que los sueños de ZP de salir “todos juntos de la crisis”, se convierten en volutas de humo que se pierden en el cielo de su terquedad e incapacidad para gobernar y de su empecinamiento en no poner en práctica las medidas que se le aconsejan desde todos los estamentos económicos, nacionales o extranjeros; que, como se cae por su propio peso, empiezan por una reestructuración del sector laboral, una moderación drástica en el gasto público y una bajada de impuestos para ayudar a las empresas a salir del marasmo y la falta de inversiones actuales. Lo peor es que, cada día que pasa, la confianza que genera la deriva de nuestro Ejecutivo en los sectores industriales, en el comercio y en los servicios (uno de los más perjudicados por la crisis) va decreciendo, lo mismo que la de los ciudadanos, que moderan sus gastos en previsión de posibles tiempos duros, con lo que, cualquier atisbo de reactivación de la demanda, parece algo utópico.
No olvide nadie que llevamos siete meses en deflación. Parece que nadie se acuerda de ello pero, si en agosto la redujimos al -0’8%, en septiembre nos hemos vuelto a situar en el -1%. ¿Cómo pretende la señora Salgado que nos embaulemos lo de que vamos mejorando? Lo dicho, nos engañan pensando que estamos en Babia, pero la realidades nos hacen despertar para recordar, pesarosos, que hace años que España no estaba en una situación tan lamentable.
PD: Me acabo de enterar de que las olimpiadas del 2016 se van a celebrar en el Brasil, ¿es que alguien podía pensar que una nación con semejante gobierno podría inspirar la confianza necesaria para que nos dieran los juegos? Es lastimoso pero, esto es lo que hay.
Miguel Massanet Bosch