(Publicado en La Vanguardia – Reggio´s, aquí)
Se puede argumentar que el título de este artículo resume la trayectoria española actual. Es un camino que recuerda el recorrido por la Argentina peronista, con los resultados sabidos: la ruina de uno de los países con los mejores recursos naturales del globo. El populismo peronista, tal como decía Borges, “no es de derechas ni de izquierdas, es sencillamente incorregible”.
España sufre la peor crisis económica de las últimas décadas, y sus gobernantes se han caracterizado por reaccionar primero negando la evidencia por razones electorales, después por adoptar medidas insuficientes o contraproducentes, siempre negándose a adoptar las reformas estructurales necesarias y tratando de responsabilizar de la crisis a otros, se trate de la crisis financiera internacional o del denostado partido principal de la oposición.
Una de las principales reformas estructurales necesarias es, por ejemplo, la del mercado de trabajo, para evitar que el coste del durísimo ajuste económico en curso recaiga esencialmente sobre las espaldas de los parados, como lamentablemente es el caso. ¿Qué hace el populismo vigente para evitar esta reforma? Muy sencillo: decir que se trata de una reforma “de derechas” que lo que pretende es el despido libre, que los representantes de las organizaciones empresariales son unos insolidarios, etcétera. Engañosa manera de analizar la situación y pasar por alto el sufrimiento de los millones de parados de hoy y de los que vendrán. El populismo va a lo suyo: evitar a toda costa por cuestiones de imagen la amenaza de una huelga general manteniendo una relación privilegiada con unos sindicatos paniaguados.
Sin un reconocimiento de la extrema gravedad de la crisis y de que el país está en situación de verdadera emergencia, sin un gran pacto social, sin una reforma profunda de las administraciones públicas, sin una reforma del sistema de pensiones, sin una reforma de la administración de justicia, sin un entendimiento entre los dos grandes partidos estatales para afrontar los grandes retos, sin una drástica reducción del gasto público y sin el resto de las reformas estructurales necesarias, recomendadas una y otra vez por las instituciones económicas internacionales más prestigiosas, la salida de la crisis será larga y muy penosa. Si no reaccionamos a tiempo, la argentinización está servida.
VÍCTOR POU, profesor del Iese, Universidad de Navarra.