No puedo menos de sentir una cierta admiración por estos partidos políticos que se han tirado al monte y han decidido enfrentarse al mismo Dios. Claro que, ambos dos, ya practicaron la misma experiencia en la Semana Trágica de Barcelona en 1909; los disturbios de Mayo de 1931; la Revolución de octubre de 1934 en Asturias y en los mismos prolegómenos del levantamiento del l8 de julio de 1936. En la totalidad de dichos eventos se quemaron iglesias, se mataron sacerdotes y se achacó la culpa de todo lo malo que le estaba ocurriendo a España al “clericalismo” que “todo lo que tocaba lo estropeaba”. Por supuesto que, de los males que achacaban al país no “eran culpables” ni los políticos de izquierdas, ni las campañas en contra del clero por parte de extremistas socialistas y los anarquistas ni, por supuesto, la inquina que los padres de la República, entre ellos, el anticlerical señor Azaña, (que se destacaba por su odio hacia la religión católica) que no tuvo empacho alguno en echar a los curas de la enseñanza religiosa, cuando más falta hacían en España, a causa de la falta de alfabetización de una gran parte de la población autóctona que, a como consecuencia de la expulsión de los sacerdotes, quedó abandonada a su suerte hasta que la enseñanza pública, pasazdo el tiempo, pudo hacerse cargo del vacío dejado por los colegios religiosos. Lo curioso es que, la revolución de Asturias de 1934, no fue organizada en contra la II República por los militantes de derechas, no señores, fueron las juventudes socialistas y el señor Prieto los que desembarcaron armas para los revolucionarios de las minas y los que iniciaron un verdadero órdago en contra de una república legitimada en las urnas por los votos de los ciudadanos españoles.
La llegada al poder del PSOE en marzo del 2004, transcurridos los primeros días de esperanza para la ciudadanía, esperanzada por el famoso “talante” negociador que se atribuía el señor Rodríguez Zapatero y sus propósitos de mantener un diálogo fluido con la oposición del PP; pronto quedó claro que no se trataba de un nuevo tipo de Ejecutivo al estilo del señor Felipe González, sino que los propósitos de ZP transcurrían por caminos menos trillados, con dos objetivos meridianos: acabar con la oposición ( pacto con los catalanes y otras minorías firmados en El Tinell) y la transformación integral de la sociedad civil, mediante tácticas de destrucción de la familia y de su entorno complementadas por un empeño por luchar a muerte contra la religión católica, sus signos, sus ministros y sus dogmas, mediante la satanización programada de todas sus actuaciones; el desprestigio sistemático –en cuya misión han tenido la inestimable colaboración de los de la farándula, que se han esmerado en su labor de caricaturizar y denigrar a los sacerdotes, los preceptos, las instituciones y las jerarquías, hasta el mismo Papa; sin el menor respeto por la sensibilidad cristiana de tantos millones de católicos que hemos tenido que ver, impotentes, como eran mancillados, tanto a los representantes del clero católico como las mismas imágenes y objetos de culto –. En realidad, así como el PSOE no ha tenido el más mínimo escrúpulo en saltarse los artículos constitucionales que les estorbaban para sus propósitos totalitarios; en cuanto al tema religioso, todavía con más facilidad se han puesto por montera los Concordatos con la Santa Sede y los mismos artículos 16º y 27º de la Constitución de 1978.
Los desaires, las intromisiones y las abiertas críticas a sacerdotes, obispos y demás miembros de la iglesia católica en España, no han sido el resultado de la condición aconfesional que la Constitución le atribuye al Estado, sino que, muy al contrario, se han cansado de repetir que estamos en un Estado “laico” y sus actuaciones han demostrado que ya no hablamos de una separación de poderes en la que, ambas instituciones, Estado e Iglesia, conservan su independencia para actuar, con la sola limitación, para la congregación religiosa, consistente en cumplir con los preceptos impuestos a la sociedad civil, en cuanto a orden público y respeto por la legislación nacional; lo que no implica, como intentan argumentar los del PSOE, que desde la magistratura católica, desde el Vaticano o desde la Conferencia Episcopal no puedan emanar consejos, instrucciones, advertencias o recomendaciones a cerca de cómo debe encauzar su comportamiento un católico en sus deberes civiles y en aquellos cargos públicos que pueda ostentar. Un caso actual para ilustrar el ejemplo: el del aborto. Nadie podrá impedir, como católico, que la Ley se promulgue pero, nadie le podrá pedir a un católico que intervenga ni activa ni pasivamente en semejante crimen.
Últimamente, las campañas de los socialistas en contra de la moral cristiana, de los símbolos y actos de culto, de los derechos reconocidos por los tratados con la Iglesia católica y de la especial consideración que le dispensa la Carta Magna; se han ido multiplicando en una escalada imparable que acaba de culminar con una cacicada del PSOE, apoyado por el partido de Carod y Puigcercós de IRC (mediante una entente para apoyar una proposición no de ley por la que se pide que se retiren todos los crucifijos de las escuelas públicas y de las concertadas). Tampoco se permitirá la instalación de los tradicionales Belenes de Navidad. Nos preguntamos ¿ si esto se hace, como argumenta el Tribunal de Estrasburgo, para no herir la sensibilidad de los padres o personas que puedan contemplar dichas imágenes, qué se va a arbitrar para sacar del museo del Prado todas aquellas magníficas obras religiosas en las que aparecen cruces, santos en posición de oración, milagros escenificados, etc? Acaso ¿no se hiere con tales imágenes la sensibilidad de los visitantes ateos, agnósticos, islamistas, budistas o iconoclastas?
¿Se prohibirán los crucifijos en las procesiones de Semana Santa en Sevilla?. ¿Se impedirá que salga El Cristo del Gran poder para no herir sensibilidades de otras religiones? Posiblemente, se quiera prohibir rezar en una escuela pública. ¿Se hará así con los rituales mahometanos respecto a sus rezos de cara a la Meca? Es posible que se retiren de las bibliotecas la gran aportación de la literatura cristiana y los libros que contengan la rica policromía copiada y dibujada a mano por los monjes en los conventos. Y es que, estos descerebrados que nos gobiernan, pretenden cargarse, de un plumazo, por rencor, odio, desesperación y envidia, todo el tesoro de la civilización cristiana que ha existido en toda Europa, desde que Cristo se sacrificó por toda la humanidad. Y quiero hacer una consideración para estos depredadores de los crucifijos. La figura de Jesús de Nazaret ha sido el ejemplo más verídico y ejemplarizante de todos aquellos que han pretendido establecer la igualdad entre los hombres de la Tierra. Él y solo él, fue el primero en señalar como virtudes la humildad y la pobreza. El comunismo de Trotski, de Lenin o de Stalin son meras reproducciones burdas y desangeladas de las doctrinas de Cristo y, sus predicaciones de igualdad entre los hombres, representan la primera preocupación, en la Historia, por los necesitados. La verdad es que, el suprimir las cruces de las escuelas, no es un acto de anticlericalismo, porque no va en contra los sacerdotes, obispos o el propio Papa; se trata de un verdadero acto en contra de las ideas sustentadas por lo que pudiéramos definir como el primer hombre (y Dios) que se preocupó de verdad y con absoluto desinterés por sus semejantes, sin pedir nada para él ni para los suyos. Si no pudiera entenderse como una blasfemia, me atrevería a calificar la figura de Cristo como la del primer “comunista” íntegro de la Historia.
Miguel Massanet Bosch
La figura de Jesús de Nazaret ha sido el ejemplo más verídico y ejemplarizante de todos aquellos que han pretendido establecer la igualdad entre los hombres de la Tierra….