(Publicado en El blog de Carlos Martínez Gorriarán, aquí)
… las ilusiones pasadas yo no las puedo olvidar, cantaba Carlos Gardel. Y parece que cada vez vamos pareciéndonos más a Argentina, ya que no a Italia. La capacidad de los miembros del establishment español para decepcionar las esperanzas de quienes dependen de ellos y hacer el ridículo no tiene, al parecer, límite alguno.
Mientras escribo, algunos de los más conspicuos notables del país, a saber, políticos, banqueros, dueños de periódicos, constructores y monstruos de la radio, encabezados todos ellos por José Luis Rodríguez Zapatero y pagados con nuestro dinero de todos, se encaminan al “Desayuno Nacional de Oración” organizado por un poderoso lobby ultra evangelista, algunos de cuyos miembros más conspicuos consideran que la homosexualidad, por ejemplo, es un delito merecedor de penas de cárcel, a falta de hogueras. Allí, el presidente del Gobierno de España leerá algunos párrafos bíblicos o de los Evangelios: se especula con que elija el Sermón de la Montaña, al que habría que añadir otra bienaventuranza: “Bienaventurados los países que no son gobernados como España, porque ellos no tendrán que soportar el gobierno de ignorantes, mangantes e incompetentes”.
¿Una exageración? No lo creo. Repasemos el prontuario de la actualidad patria, y juzguemos o evaluemos. Disfrutemos del espectáculo de la reforma (?) de la jubilación y de las pensiones. ¿Es posible que el gobierno de un país que presume de pertenecer al G-20 (cuando le invitan) sea capaz de desmentirse a sí mismo, cambiando en menos de 24 horas un documento oficial enviado a las instituciones europeas? Pues sí, en España no sólo es posible sino que es lo usual. Será porque aquí las leyes se escriben con tinta simpática, que busca agradar a todos pero se borra enseguida.
Veamos ahora qué hacen los entes autonómicos. En Madrid, la liberal Aguirre (risas enlatadas) se dedica a zancadillear en Cajamadrid a su principal rival, que naturalmente es de su propio partido y, según ella, un “hijoputa”. La entidad de ahorro, del tamaño de un banco grande, ha sido confiada a un político en la reserva del mismo partido, reservando los puestos principales a otros tipos en situación similar. Actúan como si el principal problema de las Cajas de Ahorro españolas no fuera su insolvencia –cuya auténtica magnitud sigue sin conocerse-, ni la monstruosa burbuja inmobiliaria que crearon y siguen manteniendo para sostener artificialmente sus balances maquillados. No, el problema a resolver es cómo colocar a los Rato y compañía, y el modo de repartir poltronas entre amigos y enemigos. Que siga la fiesta y que no decaiga.
Vayamos a Galicia: allí, el gobierno de Núñez Feijóo ha aprobado un decreto lingüístico que en buena medida contradice sus promesas electorales de restaurar el bilingüismo en la educación. Se trata -como en el País Vasco, donde Patxi López sigue idéntica política en un loable ejemplo de falta de prejuicios ideológicos-, de no molestar a los sindicatos ni a los nacionalistas que han convertido el sistema escolar en su particular chiringuito. Por no molestar a nadie, el gobierno del PP gallego ha aprobado una Ley de Cajas que, pretendiendo que Galicia es una excepción al funcionamiento de los mercados financieros, decreta blindar las Cajas de Ahorro de aquella comunidad contra la intrusión de terceros, no sea que caigan en manos extranjeras, por ejemplo de Madrid…
Y hablando de blindajes, ¿qué blindan al otro lado del Cantábrico, con unánime unanimidad, sociatas, peperos y abertzales, apoyados por todas las fuerzas vivas?: pues su propio sistema privilegiado, el Concierto Económico y sobre todo el Cupo, que es la pasta y es de lo que se trata. Ayer mismo el Senado aprobó este desafuero de base foral. Nótese que no serán los ciudadanos vascos de a pie los más beneficiados por este privilegio. No: si toman nota de que el Gobierno Vasco ha sacado a concurso público la enseñanza del euskera al lehendakari López, con el modesto presupuesto de 73.200 euros anuales (sabíamos que López tendría dificultades para hacerse con la compleja lengua de Etxepare y Axular, pero ¿no sería más fácil, barato y rentable enseñarle física cuántica a través de la UNED?; total, ya sabe decir “Euskalherria” y “Egunon danori”), comprenderán quién se lleva realmente la parte leonina del momio conocido por “derechos históricos”.
Vayamos a Cataluña: allí siguen empeñados en que los dos grandes problemas políticos del antiguo principado son el cine en catalán y la triplicación de la estructura administrativa, superponiendo, a las actuales cuatro provincias (que no desaparecerán), siete nuevas virguerías, perdón, veguerías. Un estulto Conseller de cultura, cuyo nombre no es preciso transmitir a la posteridad, ha afirmado que la imposición del doblaje al catalán es un hecho histórico semejante al fin de la esclavitud y a la entrada del ejército rojo en el apocalipsis de Auschwitz. De momento, ha conseguido que los cines catalanes se pongan en huelga. Y para compensar, centenares de aspirantes a cargohabientes pujarán por los nuevos puestos, cargos y sueldos que generarán las veguerías, atendidas por nuevas hornadas de funcionarios.
Podríamos seguir viaje hasta los políticos baleares corruptos encarcelados o a punto de serlo (también saldría más barato trasladar a prisión la sede del Govern de Baleares); por las Cortes de Castilla La Mancha votando unánimemente contra la ubicación en su comunidad de un almacén de residuos nucleares y a favor del monopolio de sus ríos, como si fuera competencia suya; o por esos trece o catorce ayuntamientos gaditanos que ellos sólo acumulan el 65% de la deuda a la Seguridad Social contraída por ayuntamientos españoles, dando por hecho que es deber de los demás mantener su perpetuo carnaval.
Ahora entendemos por qué Zapatero va raudo a un rezo evangélico convocado en Washington, con un séquito de políticos, banqueros, periodistas y constructores: eximios representantes de los agentes sociales, políticos y económicos que han hecho de este país lo que es: un pecio a la deriva, al borde del hundimiento político, económico, moral y constitucional. No me extrañaría que finalmente el presidente Obama encuentre algo más urgente que hacer que compartir foto con esos tipos. Porque si ellos si que yes we can, nadie más se lo puede permitir.