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Confianza, ¿por qué, en quién y para qué? (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el febrero 8, 2010 por admin6567
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Nos cuesta imaginarnos al señor Rodríguez Zapatero actuando de maestro de ceremonias en un acto religioso, convocado por una iglesia cristiana y teniendo que esforzarse por ocultar su lado ateo para no desdecir del resto de los invitados al acto. Si no fuera por el cabreo supino que su “amiguísimo”, el señor Iñaki Gabilondo, ha pillado por no haber sido invitado, como acompañante de su jefe, a tan solemne celebración cuando, por otro lado, sí lo habían sido sus eternos rivales el señor Pedro J. Ramírez del Mundo y el presentador señor Carlos Herrero de Onda 0; el hecho de que, ZP, haya procurado salir airoso del trance sin más que las cuchufletas de aquellos que saben como se las gasta en materia religiosa; creo que no sería un hecho digno de perder el tiempo comentándolo, Pero sí, aprovechando la coyuntura, ha tenido tiempo de decir algunas cosas que, dado el momento en el que las ha dicho, las circunstancias y el contexto en el que se han producido sus declaraciones y, la mala suerte que siempre le acompaña cuando se decide que ha llegado el momento de farolear; justifican que volvamos a la carga contra este señor que parece que va por la vida sin enterarse de nada; que se olvida de que es el responsable máximo del gobierno de un país que, hasta que él ocupó el poder, gozaba de un envidiable bienestar y que se deja arrastrar por su sectarismo, su obcecación y su falta de responsabilidad para decir aquello que se debiera callar, sacar pecho por aquello que debiera hundirlo y quedarse tan tranquilo después de haber  caído en el ridículo ante un grupo de personas a las que juzgó por su mismo rasero pensando que eran idiotas pero que, no obstante, debieron de disimular, haciendo ímprobos esfuerzos para no soltar la carcajada.

Aparte de que no ha merecido ni que Obama, que no es tonto y no le gusta que le vean con semejantes ilusos, le dedicara cinco minutos para tener una conversación con él (ZP se ha justificado diciendo que “no habían tenido la oportunidad de encontrarse”); lo verdaderamente preocupante de las improvisaciones ( ya se han convertido en algo endémico en él) de este señor que nos mal gobierna, no sabemos si por falta de información o por ser incapaz de analizar lo que sucede por su alrededor o por un empeño paranoico de no querer reconocer que, España, está dando boqueadas por falta del oxígeno que proporciona una buena gestión económica; el caso es que estaba pidiendo, a quienes le escuchaban, que tuvieran “confianza en España” porque nuestro país es “eficiente”, olvidándose de que, en aquellos mismos instantes, la Bolsa española se daba un gran batacazo del 6% a causa de la falta de confianza de los inversores extranjeros, que al grito de “vende lo de España” entraban en pánico y se sacaban de encima todo el papel que tenían invertido en nuestra Deuda pública como si les estuviera quemando en las manos.

Cualquiera, menos ZP, se lo podía esperar, precisamente porque cuando parecía que se había tomado una medida valiente, aunque impopular y poco meditada, de coger por los cuernos el tema de las pensiones, ante la presión sindical ¡la señora Thatcher supo cómo tratarlos cuando tomó el mando del gobierno del UK!, ha vuelto grupas y, donde había dicho Diego dijo digo. La señora Salgado, que sin duda ha hecho bueno con calificación de cum laude al señor Solbes, continua dando muestras de su fracaso, su inexperiencia y su poca talla política y sigue tropezando con la misma piedra, hablando de más y poniendo a España en el más absoluto de lo caricaturesco; como, sin duda, ha sido lo de decir que se cambiaría la edad de jubilación de 65 a 67 años y que el cálculo de las pensiones se haría sobre los 25 años en lugar de los actuales quince y, al día siguiente, verse precisada a admitir que había sido un error y que sólo se había tratado de un ejemplo. ¡Señor, qué pecado hemos cometido para que nos hayáis castigado con esta pléyade de advenedizos, incapaces y sectarios!

Lo peor que nos podía ocurrir a los españoles, contrariamente a lo que esperaba ZP, ha sido que haya ocupado la presidencia semestral de la UE. Por desgracia y a causa de sus veleidades utópicas sus primeras propuestas fueron tan inoportunas y tan poco meditadas que toda Europa de dio la espalda y ahora, en Davos, se ha encontrado con la respuesta a su ignorancia y temeridad. Le han dicho que no van a consentir que, unas pocas naciones, sean las culpables de la devaluación de euro y que no van a consentir que, por culpa de ellas, sufra la economía europea, que está empezando a dar síntomas de recuperación y si, para ello, es necesario sacrificar a aquellos países que no han sabido hacer las reformas precisas, pues que, lamentándolo mucho, se va a hacer. Pero ZP, en lugar de aceptar, como ha hecho Papandreu en Grecia, la reprimenda y olvidarse de los sindicatos, de sus asesores incompetentes y sectarios y de toda la corte de pelotas que lo rodean y, entonando el mea culpa, diera un valiente golpe de timón en la buena dirección; ha preferido mantener su actitud desafiante, la del gran pope investido de la sabiduría suprema, y persistir en el error aunque el país, cada vez más, esté depauperado y tenga menos recursos para subsistir. El Estado necesita colocar 225.000 millones de Deuda en este 2010 y, con la mamarrachada de las pensiones, ZP, ha puesto en entredicho su solvencia, con lo que ahora se ha encarecido su coste a causa de la sobreprima con la que se deberá ofertar si se quiere que alguien quiera asumir el riesgo.

Entre tanto, los datos descorazonadores siguen apareciendo como, por ejemplo, uno muy  significativo y es el de que la producción industria del 2009 ha bajado en un 15’8%; también el PIB cayó en el 2009 en un 3’6%, cerrando el año con recesión económica; el desempleo real está ya por los 4'5 millones de desocupados, de los cuales 1’5 millones no tienen prestación por desempleo y 1’2 millones de hogares mantienen a todos su miembros en paro, ¿y se nos pide confianza en la recuperación? Es evidente que, mientras no haya un cambio de gobierno en el que se incluya al propio señor ZP, será imposible que los ciudadanos recobren la confianza en nuestra recuperación y, lo que todavía resulta más peligroso para nuestra estabilidad como nación,  que esta falta de confianza se propague al resto de países que observan alarmados nuestra degradación y que, antes de invertir un solo euro en nuestra Bolsa o en la Deuda Pública, se lo van a mirar con lupa.

Hace unos días hablamos de la “quiebra soberana”, pues empiecen a considerar tal contingencia como algo posible, no sabemos si probable, pero con un 66% del PIB en Deuda Pública, con la necesidad de sostener a más de cuatro millones de parados y debiendo pagar un alto precio en intereses, al vernos precisados a colocar Deuda primada por ser la nuestra de las que menos confianza inspiran en el mercado; a nadie le podría extrañar que, en un medio plazo, si sigue aumentando el desempleo y las personas que trabajan van disminuyendo, la recaudación de impuestos se contrae por la menor actividad económica y seguimos dando palos de ciego en el aspecto laboral, no acometiendo las reformas necesarias para flexibilizarlo y aumentar la productividad; es evidente que, si no se produce un acontecimiento excepcional, casi milagroso, nos deberemos enfrentar a una situación parecida a la de Grecia solo que, en nuestro caso, con un gobierno desarbolado y carente de ideas, puede que la nación que, para entonces, tengamos ya no tenga posibilidades de reaccionar a tiempo. Morituri te salutan ZP.

 

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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