Entrevista con el ex presidente de la Comunidad de Madrid
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En la estantería del despacho de Joaquín Leguina (Villanueva de Villaescusa, Cantabria, 68 años), destaca una fotografía de Esperanza Aguirre ataviada con un paraguas, bajo la lluvia, durante la inauguración de una carretera. 'Para Joaquín Leguina, ilustre antecesor de esta casa, con todo mi cariño', reza la dedicatoria de la presidenta madrileña. El ex regidor de la Comunidad de Madrid intenta explicar el origen de la imagen sin que suene a peloteo. Especialmente después de que al periodista le resulte extraño que en su última novela 'La luz crepuscular' (Alfaguara, 2010) -unas memorias noveladas sobre su trayectoria política donde reparte críticas sin importar el color del partido-, no haya citado ni una sóla vez a la 'lideresa' del Partido Popular.
"Sobre Esperanza ya escribí un largo artículo sobre mujeres inquietantes que se titulaba 'Aguirre ó la cólera de Dios", recuerda el político cántabro, que actualmente es consejero permanente del Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid. Un órgano que asesora al Ejecutivo dirigido por Aguirre, y que a Leguina le permite estar alejado de las trincheras políticas por primera vez desde sus tiempos en Convergencia Socialista, a principios de los años 70.
Su respeto a la figura de Aguirre se demostró hace un par de meses, al encargase personalmente de presentar en público 'Discursos por la libertad', el libro recientemente publicado por la ex ministra de Aznar. "No me sorprendió nada ese 'hijoputa", asegura Leguina sobre el insulto que le dedicó la presidenta madrileña a un consejero de Caja Madrid. Pero sale en su defensa en las críticas que se realizan desde el PSOE madrileño por la privatización progresiva de la Sanidad. “Yo he acudido a hospitales y no he visto que haya privatizado nada… No estoy a favor de Esperanza. Estoy a favor de la verdad como instrumento político. No se puede engañar a todos, todo el tiempo", afirma con firmeza.
Dice Leguina en su libro que 'la convicción de un ataque no sólo produce adrenalina sino que (…) exacerba el amor propio y reafirma en las convicciones". Por eso no le importa que se le critique su acercamiento a algunas tesis del PP. Y cualquiera que navegue por las entradas de su blog, podría incluso pensar que al primer presidente y el más longevo que tuvo la Comunidad de Madrid (de 1983 a 1995)… le da ahora todo igual. "En absoluto es así", protesta desde su despacho en la céntrica Gran Vía madrileña; "pero a cierta edad, tienes más soltura en decir lo que piensas. Cuando tenía una responsabilidad política debía tener cuidado. Ahora he ganado en comodidad y libertad".
Tan cómodo está Leguina, que recibe a sus invitados en el despacho calzando unas deportivas azules de gamuza. Y tan coqueto, que cambia de gafas para salir bien en la cámara a sugerencia de su asistente. En 'La luz crepuscular', el ex presidente madrileño mezcla esa comodidad con la coquetería, relatando aventuras sentimentales camufladas bajo el ficticio personaje de Ángel Egusquiza. “Aunque casi todas las preguntas que me hacen sobre el libro buscan el morbo político”, explica Leguina, consciente de haber creado un runrún por los rapapolvos a sus compañeros en el socialismo.
"No es un libro para pedir perdón ni para ponerme medallas", avisa Leguina; "como tampoco intento pasar la garlopa a quienes me hayan podido hacer daño. No me he cortado un pelo, pero no es un arreglo de cuentas". Y es que Leguina tiene para todos en 'La luz crepuscular'. Especialmente para los nuevos dirigentes socialistas. "La definición de izquierda y derecha no la van a realizar ahora las feministas radicales o los ecologistas", asegura el ex presidente madrileño, muy crítico porque el 'nuevo socialismo' los haya buscado, según él, para diferenciarse del Partido Popular.
Contra el diferencialismo, los artistas y el juez Garzón
"¿El diferencialismo es una estupidez? Sí. ¿Y quienes lo practican son unos necios? Sí.", ahonda el veterano socialista, que pone un ejemplo con la política del PSOE con los nacionalismos y los estatutos autonómicos: "Se ha diseñado una política territorial llena de peligros constitucionales. Antes de meterte en la cama con alguien hay que preguntar: ¿usted qué proyecto tiene para este conjunto que llaman España? Si los nacionalistas fueran sinceros, dirían, ‘nuestro proyecto es llevar España a Yugoslavia’. Pues conmigo que no cuenten para irse a la cama", explica Leguina.
Tampoco se salvan las Plataformas de Artistas ni sus movilizaciones a favor del pueblo saharaui o contra la guerra de Irak. "¿Por qué la opinión de un artista vale más que la opinión de un obrero de la construcción? Nos interesa su arte, no sus opiniones. No le veo la gracia a que estén dando lecciones", afirma. Menos se libra de las críticas del político cántabro el juez Baltasar Garzón. "Un juez no está para salir en la tele ni para exhibir su palmito", apunta Leguina sobre su ex compañero de filas, reclutado por Felipe González para los comicios de 1993.
El político acusa al magistrado de la Audiencia Nacional de filtrar sumarios y de decretar prisiones provisionales para fines ilegales. "No se puede meter en la cárcel a una persona y decirle 'cuando cantes lo que yo quiero que cantes te saco de la cárcel. Eso es equiparable a las torturas", explica sobre el magistrado, que llevó a la cárcel a compañeros de generación de Leguina, como José Barrionuevo.
"Fue una ocurrencia de Felipe. Esto de ser presidente lleva inherente tener varias", afirma el político cántabro. Una palabra, 'ocurrencias', que usa habitualmente Leguina para definir la política del Gobierno actual. Entre las últimas, comenta, la idea de ampliar la edad de jubilación a los 67 años. "Los neosocialistas se inventan la historia pasada, la historia del partido y se creen que son el primer hombre sobre la tierra", dice.
Lo cierto es que Leguina se ha posicionado siempre en los última década con el caballo perdedor. En 1998 se posicionó a favor de Joaquin Almunia como candidato a la presidencia. Ganó Josep Borrell. Y en el año 2000 apoyó a José Bono como nuevo secretario general socialista. Pero el Congreso eligió por sorpresa a Zapatero. "Le contesto con los resultados", replica Leguina ante esos datos. "Ganó Borrell y no llegó ni a las elecciones. Un desastre. Ganó Zapatero… y a la vista está lo que ocurre. Ha ganado dos elecciones, sí. Pero las elecciones no sirven para poner medallas. Los electores dan o quitan poder político, pero no la razón. Ya veremos el balance final".
– ¿Y cuándo será ese balance?
– "Cuando Zapatero pierda las elecciones…"
– Ah, ¿pero va a perderlas?
– "Que se lo digan sus asesores… que algo le estarán diciendo porque las encuestas van fatal"