Esperpéntico, dramático, macabro y repulsivo espectáculo el que pudimos contemplar en el Senado de esta Nación. Cualquiera hubiera dicho que a sus señorías les había tocado el Gordo de la lotería o estaban celebrando el fin de la recesión en España, si es que quisiéramos juzgar por los aplausos, abrazos, besos y carantoñas que los representantes del partido socialista se prodigaban los unos a los otros y los otros a los unos. Pero cualquiera que hubiera pensado que, el motivo de tamaño jolgorio se debía a uno de aquellas razones estaría, sin duda, equivocado, no conocería la calaña de determinadas personas y desconocería por completo el verdadero programa del grupo socialista; no, por supuesto, el que quieren presentar ante el gran público, sino el que se encierra detrás del comunismo puro y duro, que milita bajo una apariencia de una supuesta democracia; entendido como un medio de poner en práctica el control de las personas, someterlas al yugo doctrinario de una izquierda trasnochada, vengativa, obcecada y obsoleta, y desposeerlas de sus libertades, de sus derechos fundamentales y de la libre expresión de sus ideas. No señores, sus señorías del PSOE estaban celebrando una victoria pírrica, por escaso número de votos, pero suficiente para dar el aldabonazo a una ley de supuestos derechos de la mujer por la que, en aras a una pretendida concesión de unos privilegios a la mujer, se la faculta para poder decidir si, el hijo que lleva en sus entrañas, podrá vivir o deberá morir. Se trata de la recidiva del circo de los romanos, de las luchas de gladiadores o de la escabechina de los cristianos; porque, igual que el Emperador era el dueño de la vida de los vencidos, a su capricho, con el solo movimiento de su pulgar, hacia arriba o hacia abajo; en el caso de la mujer embarazada lo decide ella misma, sin necesidad de pedir permiso ( esto del permiso paterno para las de 16 años, sólo puede servir de excusa para encubrir la realidad de un genocidio encubierto).
Resulta inconcebible y una demostración de la hipocresía de nuestros gobernantes. La expresión de la mayor discordancia y el cinismo elevado a la enésima potencia el hecho de que presidente, el señor Rodríguez Zapatero, actualmente en Ginebra, participando en la sesión de Derechos Humanos, se mostrara decididamente contrario a la pena de muerte ( normalmente aplicable a los que han cometido crímenes espantosos, asesinatos con todas las agravantes posibles, torturas y máxima crueldad) mientras que, en España, una ley dictada a propuesta de su partido, el PSOE, recibía la aprobación en el Senado, último trámite antes de su devolución al Parlamento para ser definitivamente aprobada. Una ley para autorizar la matanza de fetos humanos que, sin duda, va a aumentar el número de muertes de fetos respecto a las cifras que calculan, más de 100.000 abortos anuales, en España. Esta ley es posible que también sea celebrada con cava por las clínicas abortistas, por los ginecólogos que se dedican a tan lucrativo negocio y por todos aquellos que presumen de progresistas, que se rasgan las vestiduras cuando hablan de capitalismo, de patronos o de ricachones y que, no obstante, a pesar de mostrarse muy sensibles con la mortandad de niños en determinadas naciones subdesarrolladas; no muestran la menor compasión, preocupación o lástima, ante el hecho de que, cualquier mujer, que no ha sido capaz de tomar precauciones, que se ha dejado dominar por la libido, o que se ha desentendido de las consecuencias de sus actos; ante una situación de embarazo, sujeta seguramente a una primera impresión de espanto por lo que se le viene encima, pueda decidir, sin reflexión ni temor a recibir el peso de la ley, eliminar la vida de la criatura inocente que ha engendrado.
Da miedo, si señores, da verdadero espanto pensar el grado de adoctrinamiento, sectarismo, desprecio por la vida humana y absoluto desconocimiento del dolor que puede infringir a seres inocentes; que le pueda corresponder a quien se ha hecho responsable de que, semejante ley, haya salido aprobada. La señora Bibiana Aído, deberá apechugar durante toda su vida con el peso de haber sido, no sabemos si para valorarse ante el señor Zapatero, o si por justificar la creación, específicamente para ella, de este ministerio fantasma y, desde ayer, cámara de los horrores, denominado impropiamente ministerio de Igualdad. Vamos a ver, señora ministra, ¿de qué tipo de igualdad nos está usted hablando?, ¿puede que llame igualdad al hecho de que unos tengan derecho a vivir, como usted, por ejemplo, sin dar ningún beneficio a la sociedad, sin proporcionar ninguna ventaja a su país y siendo conocida como la que ha endurecido la ley del aborto en España y, otros, se vean condenados a muerte, sin haber cometido delito alguno? La señora Aído, feminista empedernida, ha confundido la igualdad que significa aplicar, en el caso de España, lo dispuesto en el artículo 14 de la Constitución (Sólo dos líneas, pero con un denso contenido) con el empeño de poner a las mujeres en un peldaño superior a los hombres. Es evidente que, de ser esta la intención del señor Zapatero cuando creo el ministerio de Igualdad, debiera de haber optado por otro nombre más ajustado a su futura función; por ejemplo “Ministerio de Lucha Contra los Varones” o “Ministerio de las Mujeres al Poder”, así, al menos, no nos hubiéramos llevado a engaño cuando, no sólo los ciudadanos de a pie, sino todas las estancias políticas, menos el PSOE, nos hicimos cruces ante un engendro de una inutilidad semejante.
Pero deberíamos aquí añadir aquí algunas observaciones, destinadas a aquellos que han sido cómplices para que los socialistas pudieran culminar su infamia contra los seres indefensos, que intentan sobrevivir en el seno de sus madres. Es evidente que, tanto el PP, que se ha opuesto tímidamente, con poco empuje y escaso énfasis en sus argumentaciones, aunque se comprometió a presentar recurso ante el TC (¿Cuántos fetos se habrán masacrado, si el TC tarda lo mismo que viene tardando en resolver el recurso en contra del Estatut catalán?), que como todos sabemos acostumbra a eternizarse en sus resoluciones; como los “muy católicos” del PNV, estos que siempre han presumido de ser los más católicos de España y, no obstante, hasta el mismo clero vasco ha estado protegiendo a la ETA ocultándolos y saliendo en su defensa cuando ha sido necesario. Resulta inconcebible que, la señora Aído, nos hable de un amplio margen de consenso porque a mí me gustaría que me contestara a esta pregunta: ¿Cuándo ha negociado usted con la oposición este bodrio de ley?, ¿cuándo se ha tomado la molestia de averiguar lo que pensaba el pueblo español, no los progresistas, o los ateos o los homosexuales, no, la gente sencilla, la de la clase media, los ciudadanos de a pie que no están en los círculos mediáticos organizados por la farándula o los anti-sistema?
Si el PSOE, este partido nefasto para España, no hubiera cubierto su cupo de incompetencia;.sectarismo; desprecio de la Constitución y de las leyes; ineptitud para afrontar la crisis económica; torpeza en las relaciones internacionales e impericia para resolver los problemas de los nacionalismos y el separatismo; ahora, con la ley que autoriza el libre aborto, ha acabado de cubrirse de “gloria”, apurando al máximo sus esfuerzos para transformar a la antes “católica España” en algo parecido a un nuevo “paraíso soviético”. Claro que, como dice el refrán: “a cada cerdo le llega su San Martín”.
Miguel Massanet Bosch