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El tsunami independentista catalán, ha quedado en nada (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el marzo 2, 2010 por admin6567
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Es evidente que, para algunos, el juego de la política se reduce a intentar, simplemente, hacer que los ciudadanos se adhieran a su opción ideológica, para lo cual utilizará todos los medios que estime precisos con tal de alcanzar su objetivo. Los hay que opinan que no hacen falta especiales condiciones ni conocimientos profundos de sociología para inducir a las masas a decidirse por un determinado pensamiento político, sino que basta con saber utilizar, con habilidad, el lenguaje demagógico, los latiguillos de la defensa de las clases desfavorecidas o de la reivindicación obrera ante el capitalismo, para convencer a la audiencia. Para muchos, bastaría tener las dotes de un buen activista; la verborrea de un charlatán de feria o saber usar los tópicos explotados por un liberado sindicalista, el clásico mitinero, para convertirse en un estratega en las lides de captar adeptos para su causa. Aún reconociendo que, para determinados estratos de la sociedad, especialmente entre aquellos formados por gentes de escasa preparación y fácil manejo, este tipo de “ganchos” pueden conseguir buenos resultados; pero, es obvio que, a medida que vamos ascendiendo en la escala social cada vez resulta menos probable que, quienes les escuchen, se dejen arrastrar por argumentaciones carentes de solidez, discursos poco creíbles y ofrecimientos que resultan insostenibles cuando se los somete al más rudimentario análisis lógico.

Así es que, mucho me temo que, en Catalunya, algunos de los partidos políticos de más acendrado nacionalismo hayan querido plantearle un órdago al Gobierno, aunque yo sería más preciso y diría a España; pretendiendo, con esta maniobra, demostrar al Gobierno central que, la ciudadanía catalana estaba, de forma mayoritaria, a favor de una separación absoluta de España y que, en consecuencia, los partidos nacionalistas estaban respaldados por una gran mayoría del pueblo catalán. Puedo entenderlo fácilmente cuando hablamos de un partido tan minoritario como es ERC, un partido esencialmente formado por antiguos separatistas extremistas, muchos de ellos procedentes de organizaciones seudo terroristas, si no, terroristas; y que, desde su constitución, no han tenido otro objetivo, –primero por la fuerza y más tarde por la política –, que atacar a España, denigrarla, acusarla de ser la causante de todos los males de Catalunya y calificar a Madrid y al resto de comunidades españolas, como los que han sangrado y oprimido, sistemáticamente, al pueblo catalán.

Claro que, deberíamos recordarles a estos señores, y valga el inciso, que si han conseguido el grado de bienestar del que gozan, si han podido crear empresas de gran tamaño y convertirse en la región más industrializada de España, al menos hasta hace poco, se ha debido a la gran cantidad de obreros, mandos intermedios, técnicos y profesionales que han llegado de otras regiones para ayudarles a levantar su economía; sin cuyo concurso y sólo aportando el capital, es posible que no hubieran llegado nunca a la categoría de desarrollo industrial del que ahora goza esta comunidad. Pero, volviendo al tema que nos ocupa, si en los de ERC se puede entender el fallo de apreciación y la falta de un análisis objetivo de sus posibilidades, al convocar un referéndum, en toda Catalunya, pidiendo a la gente que se decantase hacia la posibilidad de una Catalunya independientes; resulta más difícil de comprender como un partido, como CIU, donde militan y han militado importantes figuras de la política, muchas de ellas zorros viejos de la política, hayan podido caer en un error semejante que, sin duda, les va a restar holgura política a la hora de querer enfrentarse al Estado español.

Fue un error supino de los señores Mas y Durán, hacer causa común y dar soporte a esta consulta popular, ilegal por los cuatro costados, carente de legitimidad, también, por el procedimiento de las votaciones y, una verdadera chapuza, en la forma en la que se ha llevado a término. Por si éramos pocos si, en la consulta que se llevó a cabo a una parte de las ciudades y pueblos de la comunidad catalana, el día 13 de Diciembre del 2009, ya la participación fue sólo de un 30%, aunque ganase el sí a la secesión; lo que ha sucedido, dos meses después, en la consulta promovida por 80 municipios catalanes, el día 28 de febrero, para insistir, tercamente, en el mismo tema; la realidad ha demostrado que, el tanto por ciento de votantes, ha quedado reducido a un escuálido 21% ( unos sesenta mil votos) De este resultado se pueden deducir dos conclusiones. La primera, que es posible que, visto lo visto y observando la percepción que hoy tienen muchos catalanes de la gestión del Tripartito, el escándalo de los bomberos de Horta y los pobres resultados de la Generalitat en su política económica y en sus esfuerzos por paliar la lacra del paro; es más que posible que se haya producido un desencanto en aquellos que pensaron que la independencia era la solución y que, muchos de ellos, hayan decidido cambiar el sentido de su voto. Es posible que el extremismo, poco de acorde con el tradicional “seny” catalán, haya dado paso a un pragmatismo más  acorde con la situación de Catalunya y la de España; en estos momentos de recesión, poco propicios para aventuras secesionistas.

En segundo lugar, no hay duda de que, un 21% de la población que, sin duda, representan el tope del potencial del nacionalismo catalán, al menos de aquel que se emperra en la separación total de España; nadie, a partir de ahora, fueren los de ERC o fueren los de CIU, podrá argumentar ante el resto de españoles que: “la mayoría de los catalanes quieren separase de España”. Un duro golpe, sin duda, para las aspiraciones de los señores Pujol, Más, Puigcercós y del inefable señor Carod. A todos ellos les podríamos preguntar ahora ¿dónde están vuestros poderes?, ¿dónde vuestra cacareada influencia en la comunidad catalana?, ¿dónde las amenazas de enfrentar a toda Catalunya a España por lo del Estatut? Si, señores, han cometido un grave error de apreciación, lo que en castellano definiríamos como que “les ha salido el tiro por la culata”. El señor Zapatero debiera de replantearse su política hacia Catalunya y admitir que se ha dejado chantajear por lo que podríamos definir un ídolo con los pies de barro que, como ciertas serpientes, ha inflado la capucha para parecer más imponente, pero que, al fin y a la postre, no han resultado ser más que una tribu de pigmeos.

Quiero añadir, antes de concluir este escrito, que en estas consultas populares, a las que se ha sometido a los ciudadanos, las irregularidades han sido moneda común en todos los lugares en los que se han llevado a cabo estos simulacros de comicios. Empezando por no disponer de los censos oficiales de los habitantes de cada localidad, continuando por el hecho de que se ha permitido votar a los mayores de 16 años cuando los únicos que pueden hacerlo son los de más de 18 y, por si no tuviéramos bastante, se ha permitido que depositaran su voto a los inmigrantes, muchos de ellos sin tener sus papeles en regla; en un afán de conseguir una cifra de votantes que les permitiera, utilizando el recurso de los malos perdedores, argumentar que el porcentaje conseguido representaba un gran éxito para la causa. Ante esta situación, el hecho de que hayan obtenido un 90% de votos afirmativos no deja de ser algo anecdótico y sin ningún efecto legal, por supuesto. Un pequeño descalabro para aquellos que pretendían poner al Estado ante un muro de independentismo y que, lo único que han conseguido, ha sido levantar una ridícula valla de brezo sin consistencia alguna. Fueron por lana y han salido trasquilados.

 

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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