Es difícil salvar a alguno de los ministros del gobierno del señor Rodríguez Zapatero, debido a que nuestro Presidente no quiere tener, en realidad, ministros, sino que lo que precisa es disponer de ejecutivos domados que se plieguen a hacer lo que él les ordena, sin rechistar ni poner objeciones incómodas. En mi opinión, si excluimos al señor Rubalcaba, un ministro del tipo Rasputín, pero sin duda inteligente y eficaz; a la ministra de Sanidad, la señora Trinidad Jiménez que, con sus limitaciones, al menos tiene la humildad de dejarse aconsejar; al ministro Sebastián y, con ciertas reservas al señor Blanco; todos el resto del Ejecutivo, incluida la señora Garmendía, de la que no se sabe si en realidad está haciendo algo o se limita a vegetar en su departamento; podemos decir que son, simplemente, lacayos enseñados y obedientes del señor ZP. Pero si de estos últimos tuviéramos que señalar a aquellos dos que por su incompetencia, su sectarismo político y la desfachatez con la que desempeñan su cargo, así como, por la poca solvencia de sus actuaciones, debieran ser inmediatamente depuestos de sus respectivos cargos y enviados a casa con unas enormes orejas de burro serían, sin duda, al señor ministro de Asuntos Exteriores, Moratinos, y la ministra de este ministerio fantasma denominado de Igualdad, gran especialista en crear problemas donde no los había y con el dudoso “honor” de haber pergeñado una ley sobre el aborto que ha conseguido ahondar, aún más, las diferencias entre españoles y dar patente de corso a todas las mujeres para disponer a su arbitrio de la vida de sus hijos.
Ello no obstante, hoy conviene que fijemos nuestra atención sobre el inefable señor Miguel Ángel Moratinos que, si quisiéramos ser crueles con él, lo podríamos calificar como el peor ministro de Asuntos Exteriores que ha tenido España desde mucho antes de la llegada de la democracia de manos del señor Suárez. Resulta difícil poder entender que, la España de tiempos del señor Aznar, haya podido dar un giro tan radical en cuanto a su diplomacia internacional y que la sola intervención del señor ZP, convenientemente apoyado por Moratinos, haya conseguido que hayamos pasado de ser una de las naciones mejor situadas del mundo, no sólo en cuanto a resurgimiento económico, en el despegue de nuestra industria y de las exportaciones, sino también en cuanto a política exterior, mediante la excelente labor de nuestros ministros, que, unida a la categoría de nuestro anterior Presidente, el señor Aznar, logró que nos codeáramos con las naciones más poderosas del mundo; a la triste situación actual.
Parece ser, según recientes informaciones, que nuestro actual Presidente está empezando a perder los nervios con las equivocaciones de su equipo de ministros. Los hay que afirman que, en una reunión del gabinete, ZP les ha echado una bronca fenomenal por la falta de coordinación y las contradicciones existentes entre ellos a la hora de dar la información sobre un mismo tema. Parece que, ahora que nuestro Presidente debe viajar más por motivo de las obligaciones de su cargo de presidente de la UE, los ministros se le desmandan, aprovechándose de su ausencia para irse apuntando “éxitos” de cara a una posible sustitución de su jefe de filas. La realidad es que, el señor ZP, en cuanto a este tema, poco tendría que reprochar a sus compañeros de equipo ya que él es especialista en cometer errores garrafales y en quedarse en cueros ante las instancias internacionales. En todo caso, es cierto que los desmentidos, rectificaciones, precisiones, regañinas y descalificaciones entre el equipo de ministros, especialmente dentro del equipo económico, están a la orden del día y, así lo hemos podido constatar, con el tema del aumento de la edad de jubilación a los 67 años, que primero fue sí, luego no y ahora no se sabe; la rectificación de la señora De la Vega al anuncio del señor Ocaña sobre congelación de sueldos a funcionarios, lo que generó un enfrentamiento con la vicepresidenta segunda, señora Salgado o las sucesivas metidas de pata del propio ZP en cuanto al tratamiento dado a la muerte del opositor cubano, señor Orlando Zapata. Lo curioso del caso es que sea el señor Zapatero el que reproche a su equipo de contradecirse los unos a los otros, cuando el mismo es el ejemplo más patente, pero en este caso, de contradecirse a sí mismo, lo que todavía parece más condenable.
Pero, estos días hemos tenido la ocasión, con motivo de la petición de información de la Audiencia Nacional, sobre una posible implicación –de la que parece que existen ciertas evidencias, del gobierno venezolano en la puesta en comunicación de ETA con las FARG, para que se coordinaran para poner en práctica una acción terrorista, que tendría por supuesta víctima al presidente Álvaro Uribe, de la república de Colombia –; de ver la extraña e incómoda situación en la que ha quedado ZP y, lo que parece ser un complicado encaje de bolillos, llevado a efecto por Moratinos para, por una parte, dar la sensación de que el gobierno español está actuando con energía, para reclamar explicaciones del señor H. Chávez y, por otra, intenta manejar el tema con guante blanco, aunque ello suponga dar informaciones falsas al pueblo español, para ocultar el paripé que se traen entre ellos. Lo que sucede es que, con los niños y los dictadores, se debe andar con mucho cuidado, porque suelen decir lo que piensan y no lo que deberían decir para actuar con diplomacia.
Y lo cierto es que el señor H. Chávez no se ha cortado lo más mínimo para dejar por embustero a Moratinos cuando ha dicho que “Moratinos no le pidió explicaciones”, añadiendo, para que no hubiera ninguna duda de cuál sería su postura, en caso de que se las hubieran pedido, “que nunca consentiría que me las pidieran”. Ahora, cuando Moratinos he regresado a España, después de uno de sus periplos – nos gustaría saber qué es lo que hace este señor representándonos por estos mundos de Dios – ha cambiado su versión de los hechos, diciendo que no eran “explicaciones” lo que pidió a Chávez, sino “información” intentando, como el alumno que no se sabe la lección y dice que tenía otras prioridades que le han impedido estudiarla, poner una excusa que se da de bofetadas con el Estado de Derecho y, al propio tiempo, da la medida de cómo se enfocan los asuntos en España, “es más importante el bienestar de los españoles que viven en Venezuela y los intereses económicos de allí que no un absurdo enfrentamiento”. Veamos si nos aclaramos: en primer lugar ¿por qué tendrían que sufrir represalias las industrias y los españoles que residen en Venezuela? o es que ¿no quedamos que se trataba de una democracia que merecía todo el apoyo de España? Deberemos entender que se teme que, si se actúa legalmente en contra de un acto criminal que pueda tener sus raíces en Venezuela y pudiera afectar a ciudadanos de aquel país, el señor Chávez va a utilizar represalias contra los españoles y empresas allí ubicados? ¡Y estos son nuestros amigos! En segundo lugar: las empresas que están en Venezuela lo hicieron porque quisieron, nadie las obligó y, si incurrieron en un error de cálculo, esto no puede nunca entorpecer la acción de la Justicia española.
El señor Moratinos debería explicar qué es lo que ha hecho para que las empresas hayan tenido que afrontar la devaluación del bolivar con importantes pérdidas y cómo es posible que no puedan sacar dinero de sus beneficios fuera de Venezuela. Pero lo que nos debería decir ZP es el ¿por qué nos dijo a los españoles que pediría explicaciones a H. Chávez y luego nos ha mentido? Claro que ya estamos acostumbrados a ello.
Miguel Massanet Bosch