David Ortega Gutiérrez (Publicado en El Imparcial, aquí)
Sin duda que la violencia meta a la universidad una manita de 5 goles es una lamentable noticia para todo aquel universitario, demócrata y defensor de la cultura. Llevó más de 26 años de universitario y que a la universidad se le den patadas en el centro de su corazón me duele y me indigna profundamente. Que en una de las mejores universidades de España, como es la Autónoma de Barcelona, Rosa Díez no haya podido dar su conferencia en el aula prevista y al final, sólo 50 personas hayan podido disfrutar de lo que es la esencia o alma universitaria -alma mater- es un fracaso de todos, también mío.
La universidad está muy relacionada con lo mejor del ser humano, la transmisión del saber, el enriquecimiento de la persona, no de unas élites, sino de cualquier persona. La educación, la libertad de expresión, de pensamiento, son una de las partes esenciales de la dignidad de la persona, del libre desarrollo de su personalidad. Eso incluye muchos derechos fundamentales de la persona. Tuvimos que superar 40 años de dictadura para poder disfrutar de esos derechos. Sin embargo, para vergüenza, no se olvide, de todos, esos derechos, y por tanto la democracia, fueron vapuleados en uno de sus foros más sagrados, el de la educación superior.
Muchas personas se dirigieron a la UAB a oír a Rosa Díez y, simple y llanamente, salvo 50, se volvieron a su casa sin lograrlo. En teoría eso puede pasar en Cuba o en Irán, pero en España, al menos yo no me resigno ni miro hacia otro lado, no es admisible ni de recibo que un español vaya a oír una conferencia a una universidad y se vuelva a su casa diciendo a sus hijos: “hoy en la UAB ha sido imposible que se ejercieran los siguientes derechos fundamentales, el de educación (art. 27 CE), el de libertad de expresión (art. 20.1.a), el de libertad de pensamiento (art. 16.1) y, por supuesto, el más relevante, la dignidad de la persona y su libre desarrollo del art. 10.1 que copiamos del art. 1 de la Ley fundamental de Bonn de 1949 que supero la violencia y barbarie de la Alemania nazi”.
No sé si a mucha gente le gusta la violencia, o que se impidan los derechos de los demás, o que no se pueda ejercer la democracia, o que esto ocurra en el foro de la educación superior donde en teoría se ofrece a nuestra juventud la mejor de las formaciones. Pero lo siguiente que relato me parece aún más vergonzoso que la actuación dictatorial de unos jóvenes que nunca deberían haber ido a la universidad. El diario ¿informativo? Público al día siguiente en su versión digital da este titular de los hechos: “La Autónoma de Barcelona le canta las cuarenta a Rosa Díez”. Si fuera un periódico bolivariano me parecería correcto, pero en teoría no lo es. Cuando alguien hace algo mal, otro, con razón, le canta las cuarenta. Soy profesor de Derecho a la Información desde hace ya algunos lustros, sin duda, guardaré este titular para que todos los años mis alumnos sepan lo que no es información, ni periodismo, ni democracia, ni profesionalidad, ni deontología periodística.
El titular de los hechos, si se quiere informar de lo realmente sucedido sería el siguiente: “Rosa Díez le canta las cuarenta a violentos y pusilánimes”. ¿Por qué este titular? Porque hizo lo que tenía que hacer: 1. Tener sentido del deber, algo esencial en la vida, en la universidad y en democracia; 2. Hacer lo que fue a hacer, dar la conferencia, aunque las autoridades la disuadieron de que no lo hiciera; 3. Fue la única que cumplió con su deber -junto con quienes evitaron que la agredieran físicamente-, el resto fallaron en distinto grado. La UAB cede ante los violentos y fracasa como institución educativa, mala cosa en democracia. El público demócrata mira a otro lado, la minoría violenta vuelve a ganar a la mayoría silenciosa. La libertad de expresión se nos va por la alcantarilla en la universidad, y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado democrático (art. 104 CE) que en teoría garantizan el ejercicio de los derechos y libertades, ni estaban ni se les esperaba, detenidos cero.
En fin, queda mucho por hacer para tener el desarrollo democrático de países como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o Francia, pero que nadie lo dude, seguiremos trabajando con más fuerza por no ceder frente a la violencia y que en las universidades de este país se pueda dar y escuchar una conferencia libremente por todo el que quiera. Y, si alguien trata de impedirlo, que actúe el Estado de Derecho, sin miedo, sin complejos, la democracia no es tolerar la intolerancia y eso en una Facultad de Ciencias Políticas debiera de saberse.