Entre las supersticiones de los antiguos romanos existía una singular, practicada por los padres de familia para alejar los malos espíritus de su familia, consistente en levantarse por la noche, con los pies descalzos, para apartar las sombras funestas haciendo sonar los dedos y lavándose, a continuación, las manos tres veces. Acto seguido se llenaban la boca de habas negras y las escupían hacia atrás diciendo: “arrojo estas habas y con ello me rescato y a los míos”. La ceremonia se prolongaba con otros ritos, pero es posible que con esta parte tuviéramos suficiente para ahuyentar algunos malos espíritus que, transmutados en políticos, parecen dispuestos en amargarnos la vida. No dudaría un instante en meterme una docena de habas negras en la boca, aunque tuviera que tintarlas con tinta china, para irlas escupiendo hacia atrás si, con ello, consiguiera librar a España de algunos políticos socialistas, empeñados en llevarnos a todos a la perdición.
Por supuesto no escatimaría habas para librarnos del señor Rodríguez Zapatero, un auténtico mal sueño, para los españoles; pero, hoy, dedicaría media docena de ellas y toda una serenata de chasquidos de dedos, para que me sirvieran de antídoto contra esta enjuta, enjutísima, señora Mª Teresa Fernández de la Vega, a la que se la apodó como la vicepresidenta de la Vogue, por haber posado, junto a otras destacadas ministras socialistas, para tan aristocrática revista. Quizá, dentro de la mediocridad del último Gobierno del señor ZP, pueda ser de los ministros más inteligentes; puede, también, que sea la más fiel y leal al señor Zapatero y, por supuesto, se caracteriza, aparte de su vocación de percha para lucir palmito (unos centímetros nada más), por ser uno de los miembros más sectarios de todo el equipo de gobierno, a la altura de la mismísima Leire Pajín. Lo que ocurre con esta señora es que no abre la boca para decir verdad. Se le ha encomendado la misión de intentar mantener engañado, adormecido, anestesiado y atontado al pueblo y, ella sigue lo que se le ha ordenado al pie de la letra, mal caigan chuzos de punta y se abran los suelos bajo sus pies.
Es verdad que no tiene ni media bofetada en cuestiones de dialéctica, pero ella siempre sale airosa de los lances con la oposición, sustituyendo la respuesta que se espera de ella por un exabrupto dirigido a su opositor, en el que habitualmente tacha a todo el grupo de la oposición de “falta de lealtad al Gobierno”, “de no arrimar el hombro” o “de no presentar alternativas a las propuestas gubernamentales” aunque se las hayan presentado a cientos por el principal partido de la oposición. Claro que, con el boicot, fruto del pacto del Tinell, el PSOE y todos los partidos nacionalistas ya se ocupan de evitar que ninguna de estas alternativas, que pide la señora De la Vega, puedan llegar a la Cámara Baja para ser discutida y, si alguna llega, la apisonadora favorable al Gobierno se encarga de laminarla. En todo caso, parece que la buena estrella de la señora vicepresidenta se le está acabando y, al menos en los últimos tiempos, se la ve más insegura, más nerviosa, más balbuceante y menos categórica en sus intervenciones parlamentarias o en sus declaraciones mediáticas.
Lo que ocurre es que, con perdón, en ocasiones pierde la brújula, como le ha ocurrido al tachar la actitud de la señora Aguirre, de la comunidad Madrileña, de “incitar a la insumisión contra el aumento del IVA”, afirmando que los madrileños saldrían perjudicados, porque la comunidad recibirá menos dinero del Estado a causa de la actitud de Aguirre; cuando esto no es cierto, ya que el aumento sería descontado por el Gobierno del Fondo de Suficiencia de las Comunidades autónomas, con lo cual Madrid no recibiría ni un céntimo más. Al respecto, desde la capital de España, el señor Ignacio Gonzáles, acusa a la señora De la Vega de irresponsabilidad y deslealtad, lo que, según él, “se ve cuando ordena a la Presidenta del TC que tiene que sacar el Estatuto de Catalunya como a ella le interesa; cuando ordena al fiscal general del Estado, desde Sudamérica, a que recurra contra el PP y cuando nos acusa de insumisión de manera falsa”. Pero, el mentir no es algo nuevo en la señora De la Vega. Lo hizo, repetidamente, en el secuestro del Alakrana, negando el pago de rescate alguno y afirmando que los piratas habían huido en una Zódiac, a pesar de haber sido tiroteados desde un helicóptero de la Armada; algo increíble conociendo a nuestros soldados.
Estos días hemos tenido la muestra de la distinta manera de actuar de la señora De la Vega cuando no le interesa que se airee un suceso, como era el del secuestro de los cooperantes en Malí o en el mismo caso del Alakrana; momento en que, tanto ella como ZP, pedían “máxima discreción” a la prensa y a la ciudadanía, para que no se “interfiriese en las negociaciones” de la diplomacia, los servicios secretos y los gobiernos amigos; pero observen la distinta actitud que ha mantenido con la liberación de la cooperante Alicia Gámez, cuando parece que se ha olvidado de lo que ella misma predicaba y ha echado las campanas al vuelo, hablando de temas delicados, dando publicidad a videos comprometedores y poniéndose medallas ante la prensa; actitud que ha producido un evidente malestar entre los amigos de los dos secuestrados, que han quedado retenidos por Al Qaeda. Se han lamentado de haber sido obligados a estar a permanecer en silencio durante tres meses, a petición del Gobierno, y ahora, la señora De la Vega, da a conocer, con ligereza inexplicable, las pruebas de vida que se han facilitado y también se han publicado en varios medios de difusión, entre ellos El País, (un periódico privilegiado por el Gobierno); acabando por manifestar su estupefacción: “No entendemos por qué hay ahora filtraciones”.
En realidad, la negativa, entre balbuceos, dada por la ministra a una periodista, a la pregunta de si se había pagado rescate por la cooperante Alicia Gámez; así como las pueriles explicaciones ofrecidas respecto al no pago del rescate; muestran, a las claras, los chanchullos del Gobierno (se habla de dos millones de euros de rescate). Parece evidente la estrategia de los secuestradores, que se centra en aparentar magnanimidad con las mujeres y, sin embargo, endurecer, como se desprende del último comunicado de AQMI, las peticiones que han hecho que, aunque no se han explicitado, es posible que se trate de dinero y de la liberación de prisioneros en Mauritania; para poder cargar las tintas en el peligro que corren los dos cooperantes, si no se atiende a sus peticiones.
Es posible que, tanto Zapatero como De la Vega, piensen que todavía les quedan réditos de confianza entre parte de los votantes socialistas, que les permitan seguir insistiendo en esta línea, que tantos buenos resultados les han reportado hasta ahora; sin tener en cuenta que, muchas de las promesas que les hicieron a los españoles, han quedado reducidas a sonoros fracasos y que, sobre ellos, pende la cifra impresionante, de 4.500.000 parados y cientos de miles de empresas y autónomos que ya han dejado de trabajar; de entre los cuales, 1.500.000 parados no perciben ayuda alguna. Seguir apelando al engaño, a la tergiversación, a acusar al PP de la culpa de todo lo malo que ocurre en España y a mantener una postura rígida, respecto a las recomendaciones que se les hacen desde Bruselas, el BCE, el FMI y la propia CEOE, se está convirtiendo en una actitud suicida y, mucho nos tememos, condenada al fracaso.
Miguel Massanet Bosch