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De la Vega sigue despilfarrando (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el abril 2, 2010 por admin6567
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Nadie puede negar que, en España los hay que ven la botella medio llena y los que se empeñan en que la botella está medio vacía. Entre los segundos nos encontramos los que estamos padeciendo en nuestras carnes los efectos de la crisis, unos, como es evidente, con más virulencia, como son los 4’5 millones de personas que están en el paro, a los que podríamos añadir el millón largo de inmigrantes que continúan vegetando por España sin papeles que los legitimen para trabajar y que forman parte de este 20 % de economía sumergida de la que nos hablaba, hace poco, el señor Corbacho. Porque todos sabemos que el número de personas que se han quedado a dos velas, viendo como sus empleos se volatizaban en el aire, son muchos más que los que quieren vendernos las frías y amañadas estadísticas que, el Gobierno socialista, pretende que nos creamos. Entre los que se muestran optimistas, los que siguen manteniendo que, a finales de este 2010, la economía va a resucitar de su letargo y que, en un plis plas, nuestros problemas van a desaparecer para que todos regresemos a la vida muelle y despreocupada de antes de la llegada de la explosión de la burbuja inmobiliaria. Lo que sucede es que faltaría saber si,  la nueva deriva que está experimentando la economía, la evidencia de que, en España, estábamos viviendo una especie de sueño que nos llevaba a comportarnos despreocupadamente, como si tuviéramos garantizado un bienestar inamovible; independientemente de si nuestra competitividad estaba a la altura de los demás naciones; si nuestra conducta en el trabajo, nuestro esfuerzo, nuestro rendimiento y nuestras horas productivas, estuvieran por debajo de los del resto de trabajadores de otras naciones; estábamos, efectivamente, en condiciones de vivir el estilo de existencia que, la mayoría de españoles, se permitía; si las tarjetas de crédito podían seguir echando humo y si, cualquier ciudadano, podía llevar un tren de vida que, en otros lugares del mundo, sólo se lo pueden permitir unos pocos. Este, señores, es el problema que estamos padeciendo en la actualidad, ¡acostumbrarse a vivir peor!

Queramos reconocerlo o no, no nos va a quedar más remedio que cambiar nuestro estilo de entender la vida y aceptar que no somos el ombligo del Universo y que, si queremos mantener un nivel de vida aceptable, no optimo como lo hemos tenido hasta el principio de la crisis, hará falta que nos acostumbremos a dar el callo, protestar menos, ganar menos, dedicar menos tiempo al ocio y olvidarnos de que, unos pocos que trabajen pueden permitir que la nación dé de comer a más de 3.000.000 de funcionarios, a políticos que, a cientos de miles, vegetan por los municipios, la Cortes y las Autonomías –sin que produzcan riqueza alguna, creando problemas innecesarios y percibiendo sueldos que serían privativos si se tuvieran que extender a todos los ciudadanos de la nación, si es que a España, podemos continuar designándola así, a la vista de lo que se comenta respeto a la “inminente”, por enésima vez, promulgación de la resolución sobre el tan manido Estatut catalán –, además de tener que subsidiar a casi cinco millones de personas que están en paro. Pero si la ciudadanía, los ciudadanos de a pie, vamos a tener que ceñirnos el cinturón y modificar nuestros hábitos de vida; no cabe duda de que,  quienes tienen la responsabilidad de gobernarnos, deberán aprender a administrar debidamente los dineros que percibe el Estado de nuestros impuestos.

No nos vale que quienes nos gobiernan adopten la postura de Don Tancredo y permanezcan impávidos, sin tomar medidas de austeridad y derrochando millones a diestro y siniestro, mientras el resto de la ciudadanía está padeciendo los efectos de la pérdida de puestos de trabajo, la subida de los impuestos, el encarecimiento de la energía y la congelación de emolumentos. No es admisible que se nos hable de que es preciso pagar más impuestos, cuando observamos que, tanto las comunidades autónomas como el Gobierno central, no paran de destinar dinero para subvenciones a sus paniaguados, promocionar de manera desproporcionada a determinados colectivos crecidos a la sombra del régimen socialista; dilapidando miles de millones para presumir ante Europa de ser los más rumbosos de la UE y dedicarnos a enterrar el dinero de los españoles en absurdos tales como la Alianza de Civilizaciones (un intento destinado al más absoluto fracaso dada la idiosincrasia del mundo musulmán que nada tiene que ver con nuestras costumbres occidentales) y esta estupidez, fruto de la mente calenturienta de un ZP, que parece que prefiere conseguir que se produzca una nueva  Guerra Civil, antes que procurar eliminar de los nuevos españoles aquellos rencores de los que vivieron la guerra entre hermanos, de 1.936. Estos que tienen la “obligación” de intentar disimular la verdadera y traumática situación de España; estos que pretenden que nos creamos que la botella está medio llena, actúan, sin embargo, como si aquí no pasara nada, como si no estuviéramos endeudados y con un déficit público que sobrepasa nuestras posibilidades; permitiéndose continuar derrochando nuestro dinero en las más absurdas inversiones.

Hete aquí, señores, cómo se las gastan nuestros miembros del Ejecutivo. Por ejemplo, la señora Fernández de la Vega, ¡tan mona con sus vestidos de seda! No ha tenido ningún inconveniente en aumentar un 40% las subvenciones a la Memoria Histórica. Por lo visto, según ella, conviene hacerlo debido a “la creciente repercusión e interés social suscitados en esta materia…”. Sería oportuno conocer las encuestas que confirmen sus palabras. En realidad, no se trata nada más que de una de las habituales cacicadas de este Gobierno que padecemos. No creo, ni mucho menos, que entre las preocupaciones de los españoles esté el que se pase de una subvención de 3.780.000 de euros a una de 5.681.000 euros, destinados a un grupo de sectarios, izquierdistas, muchos de ellos manifiestamente involucrados a favor de los republicanos, carentes de la más mínima credibilidad y, la mayoría de ellos, oriundos de naciones que fueron manifiestamente hostiles al levantamiento de Franco, en el 18 de Julio de 1936. Y esta nueva cifra, sólo para este ejercicio del 2010. ¿Cuánto nos va a costar, a los españoles, que estos impresentables, a los que está subvencionando la señora De la Vega, escriban, a su modo, una nueva Historia de los últimos años de la vida española?, ¿no hay destinos, más interesantes y necesarios, donde invertir estos capitales que en algo que sólo va a servir para intentar borrar, de nuestra Historia, un periodo que, por mucho que les duela a quienes no fueron capaces de ganar la contienda, comprende una buena parte del SigloXX?

Claro que, en Andalucía, la tierra del PER; ésta que acaba de recibir, de ZP, 1.200 millones de euros;  la Junta de Andalucía  ha tenido una idea brillante. Sí señores, ha decidido darles una indemnización de 1.800 euros a las “mujeres vejadas por el bando nacional”. Y es que, es posible que ustedes no lo sepan, pero en el bando rojo “no se produjeron vejaciones a las mujeres que pertenecían al bando contrario” o, al menos, no recuerdo que el general Franco las subsidiara. Claro que, si hacemos números, resulta que la Guerra acabó hace setenta años y, si hablamos de mujeres aptas para ser “vejadas”, tendrían que tener al menos 14 años, lo que nos lleva a que las presuntas beneficiarias del subsidio deberían tener, como menos, 84 años. No creo que les cueste muchos millones de euros a estos espabilados de la Junta de Andalucía. ¡Pero han quedado como caballeros! Pero, así funciona, esta España de hoy.

 

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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