Pato cojo
(Publicado en ABC, aquí)
Es hora de que gane España aunque perdamos las elecciones, le ha dicho José Bono al director de este periódico. Se puede expresar de otro modo: puesto que existe una alta probabilidad de que perdamos las elecciones, hagamos lo que tenemos que hacer sin mirar a las urnas. Es lo que suelen hacer algunos presidentes americanos en la segunda mitad de su segundos mandatos. Como ellos, Zapatero es un «lame duck», un pato cojo, un gobernante amortizado. La proclama de Bono suena, sin embargo, a quite retórico: como no tenemos más remedio que hacer lo que nos han impuesto desde fuera, camuflemos el mal trago con el disfraz de los gestos patrióticos.
Sugieren algunas fuentes que Rodríguez Zapatero se debate, ahora con más intensidad, en la duda de si volver a presentarse a las elecciones; incluso de si debe concluir su mandato. No sólo, y ni siquiera principalmente, por razones políticas.
El problema es que, dada la fuerte dependencia de los partidos españoles de la suerte del líder, al contrario de lo que sucede en Estados Unidos, no es seguro que el presidente cuente con autonomía moral para adoptar sólo una decisión que condicionaría la suerte del PSOE para las próximas elecciones y para después. Habría que improvisar una sucesión que nadie en el partido parece desear sin la garantía de que ello mejorase sus expectativas electorales.
En otros ambientes de la izquierda se piensa de forma diferente. Puesto que Zapatero está amortizado y el PSOE va a perder las elecciones de todos modos, el presidente debería organizar desde ya su sucesión para que un PSOE renovado afronte desde la oposición, con mejores perspectivas, una travesía en el desierto que, con la actual dirección, sería más larga y dolorosa. Quién sabe. La experiencia dicta que, en España, los patos cojos se empeñan en seguir caminando hasta que dejan exhaustos a sus partidos.