(Publicado en El blog de Carlos Martínez Gorriarán, aquí)
Este es el mensaje de alimentación de la adicción ludópata de las máquinas tragaperras: partida acabada, inserte otra moneda. Pues bien, no se me ocurre ninguna otra frase que ilustre mejor el ambiente encanallado de este fin de sistema en el que estamos. Porque resulta que hay un número asombroso de personajes y aspirantes a serlo que consideran que no es el sistema el agotado, sino el ciclo. Así, lo que estaría en crisis no es tanto el sistema de Estado de la Transición como el ciclo personal de Zapatero. Naturalmente, se da por hecho que el problema tiene nombre y apellidos y se llama Zapatero: sabido es que la victoria tiene padres innumerables y la derrota ninguno. Incluso los suyos admiten públicamente que ese hombre es una calamidad, como dijo hace poco Griñán en el Parlamento andaluz, pero siempre pensando que el problema es propiciar un cambio de ciclo auspicioso para los suyos. Como también dijo Griñán a los del PP, que se frotan las manos pensando en que la fruta del poder está madura y pronto podrán devorarla: que Zapatero sea un desastre no significa que vosotros seáis mejores. Y he de darle la razón en este preciso diagnóstico. Sólo que, me temo, él pensaba en un cambio de ciclo que también ellos deben protagonizar, y aquí nuestros caminos se bifurcan. El suyo, circular, es el camino de comenzar otro ruedo vicioso y prepararse para ganarlo, quizás como recomienda en su blog el crítico socialista que atiende al nombre de Jordi Sevilla, cuyo análisis bien podría titularse: “qué deben hacer Zapatero y el PSOE para sobrevivir al naufragio del Estado y seguir viviendo de los restos”. Se ofrecen también otras alternativas mejor consideradas para asaltar el “nuevo ciclo” desde posiciones más ventajosas en la parrilla de salida. Así ayer, cuando contra mi sana costumbre de ignorar ese género envilecido escuchaba la tertulia matutina de Carlos Herrera, asistí al cántico de moda en el mundo de las tertulias políticas que se consideran realistas y moderadas: ¡qué gran estadista es Durán i Lleida! (incluso: ¡qué gran Presidente del Gobierno de España podría llegar a ser!)
Se me ocurren pocas ficciones políticas más descaradamente mediáticas, es decir manipuladoras, que la cantinela de la gran talla de estadista que viste el nacionalista democratacristiano catalán. ¿Estadista español, el dirigente de un partido o coalición, CIU, que amenaza con la autodeterminación por la vía de los hechos consumados si se toca su Estatut inconstitucional? ¿Y alternativa a Zapatero? Pero es que este señor y sus diputados, ¿no han apoyado a Zapatero en todas las votaciones importantes, incluyendo la del decreto-ley de recorte del gasto cuya máxima virtud, a sus ojos, es que mantiene incólume e intocable el tinglado autonómico? Francamente, la idea de convertir a Durán i Lleida en Presidente del Gobierno de España para que nos saque de la crisis sólo puede concebirse en una descomposición del sistema político tan avanzada como la que nos afecta. Es tan acertada como la de postular a Bernand Madoff para presidir el FMI, a la luz de su talento financiero.
Pero todo este disparate tiene su lógica: la del “game over, insert coin”. Los que niegan que haya crisis del sistema parten de que éste –nuestro sistema constitucional- no es otra cosa que un mecanismo de cambios sucesivos de ciclo (ciclo Suárez, ciclo González, ciclo Aznar, etc.) controlados por un mecanismo de relojería electoral tan previsible como un reloj de péndulo: pendulazo a la izquierda, pendulazo a la derecha, y vuelta a empezar pasando por el centro. Lo que importa es que el reloj dé bien las campanadas. En fin, una especie de réplica actualizada de la mecánica celestial precopernicana, con su eterno repetirse de ciclos de ciclos y epiciclos de epiciclos. O, de modo más popular, un mecanismo similar a la máquina tragaperras donde ellos tienen el privilegio de darle a la palanca y de introducir en la ranura las monedas necesarias para volver a jugar cuando se agota una partida. Cuando hay premio se lo reparten y cuando hay que reponer moneda, pues la pones tú. Y así hasta el fin de los tiempos. ¡Crisis! ¿¡qué crisis!? ¡Ninguna, a divertirse hasta morir probando suerte mientras haya monedas que echar en la ranura! Nuestras monedas, por si tú, amable visitante de este blog, no te habías percatado.