Cuando en la comedia de Oscar Wilde, “El abanico de Lady Wndermere” en el acto III, Cecil Graham le pregunta a Lord Darlington: “¿Qué es un cínico?”, recibe, del aristócrata, la siguiente respuesta: “Un hombre que sabe el precio de todas las cosas e ignora aún el valor de una sola”. Si, en estos momentos de la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero, se nos hiciera la misma pregunta, no dudaríamos en contestar, sin el menor titubeo, “el señor J.L Rodríguez Zapatero”, puesto que no se me ocurre que haya, en la actualidad, ninguna persona en España a la que le cuadre mejor la definición que, de esta clase de especimenes, hizo el personaje del dramaturgo inglés. Uno, que es un poco incauto, pudiera haber caído en la tentación de pensar que, después del rapapolvo que recibió en la reunión de Davos y del susto de primeros de mayo del corriente año, –en cuyas fechas, los organismos económicos de
Dicen que, para muestra basta un botón y, es obvio que no hablamos de botones; pero si de actuaciones absurdas, propias de una mente que desvaría. Empecemos por la señora Chacón, esta “prima dona”, con aspecto de mosquita muerta, que todos sabemos que aspira a suceder a Zapatero en la presidencia del gobierno y que, por ello, procura esquivar, como puede, todas las borrascas que están atravesando la política interna del PSOE. Fiel a la misión recibida de ZP, de desmontar todo lo que quedara de nuestro Ejército, sigue, pasito a pasito, en su labor destructiva con una tenacidad propia de la mítica Penélope y su inacabado tapiz. Después de haber desmontado la cúpula del Ejército, apartando a todos aquellos jefes que pudiera pensar que serían capaces de reaccionar ante un ataque, por parte del Gobierno, a la unidad de España; después de publicar una serie de normas con las que se pretende convertir, a lo que queda en pie de la milicia, en una sección burocratizada al servicio del partido en el Gobierno y, después de haber demostrado su incapacidad y su desconocimiento de lo que era nuestro glorioso Ejército, cometiendo los más garrafales fallos en cuanto a nuestra presencia en misiones internacionales; donde hemos tenido que ponerle tiritas a nuestras relaciones con los EE.UU. por el anuncio prematuro de una “espantada” de nuestros soldados que, luego, para intentar arreglar el entuerto, han acabado por tener que aumentar nuestra presencia militar en Afganistán; no en misión de paz, como se intentó vender a los españoles, sino en una guerra en la que nuestros muchachos, mal armados y peor pertrechados, tienen todas las de perder.
Las últimas tres “perlas” que le debemos a esta dama no tienen desperdicio y, sólo se entiende que los militares las acepten, sin rebelarse ante tan humillación, aceptando que los que han quedado han escogido el apoltronamiento y el entreguismo, viendo impávidos, como aquellos principios que juraron defender ante la bandera, son pisoteados una y otra vez, por un gobierno que se ha puesto por montera a
¡Hombre, nos ha fastidiado la ministra! Ya nos costó admitir que, en el Ejército, una profesión eminentemente masculina, se incorporaran mujeres; más todavía extrañó que para este ministerio se nombrara a una mujer, que era contraria a la guerra de Irak y separatista; pero lo que llega ya a lo incomprensible y ¡por supuesto, dentro de la inconstitucionalita más evidente!, es que, a igualdad de méritos, tengan que ser las mujeres quienes se lleven el gato al agua ¡Ah, pero tragan, vaya si tragan, estos señores que visten ropas de militar, pero que carecen de espíritu castrense! Y, por si fuera poco y no fueran bastantes vejaciones, hete aquí que, suponemos que por orden directa de este personaje del propio ZP; para darle lustre a la carrera militar; para dotarla de más autoridad y prestigio, ante el resto de países; para que nuestros oficiales tengan más experiencia de lo que deben hacer en caso de un enfrentamiento con supuestos enemigos de la patria; la señora ministra ha decidido que, entre las asignaturas que se deberán estudiar para obtener el título de oficial, deben incluirse dos especialmente “relevantes” para la formación militar:
Pero no se rasguen las vestiduras, porque se rumorea que, en el caso de que la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, se deba de ir para la comunidad de Madrid, es muy posible que, en su lugar, y en forma de un súper-ministerio que abarcaría Sanidad, Trabajo, Inmigración y Asuntos Sociales e Igualdad al que pondría en manos, ¿ a que no lo adivinan?, pues sí señores, han acertado, a nuestra inefable Bibiana Aído, la del aborto, la de los “miembros y miembras”, la que decía que hoy Picasso no pintaría toros; la misma en persona. Si ya nos quejábamos de que, para un ministerio de tanta enjundia como es el de Trabajo e Inmigración, pusieran a un personaje lego en la materia como era el ex alcalde de Hospitalet, señor Corbacho; no les digo lo que va a ser capaz de destrozar esta nulidad absoluta, esta pija de buena familia y sin más experiencia que sus andanzas sindicales y sus meteduras de pata al frente del ministerio de Igualdad, en un ministerio, el de Trabajo, –uno de los más difíciles de presidir por sus implicaciones sociales, económicas, industriales, conflictivas y su compleja trama legal, que se entrecruza con los efectos laborales y legales de los convenios colectivos –. Vamos que, si se cumplen los pronósticos, ya podemos prepararnos para, lo que queda de España y de los españoles, se convierta en un verdadero pandemonium o sea: un infierno.
Miguel Massanet Bosch