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¿José Blanco de ministro de Economía? (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el agosto 19, 2010 por admin6567
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Un moralista y ensayista francés, a caballo de los siglos XVIII y XIX,  Joseph Joubert, nos dejó, para que meditáramos sobre él, el siguiente pensamiento: “Las ilusiones vienen del cielo y los errores de nosotros mismo”. Lo que ocurre es que, en la política, esta profesión que los mismos políticos están empeñados en desprestigiar, algunos aparentes errores, en realidad, si se analizan, dejan de serlo para transformarse en estrategias, celadas, cebos y globos sonda, mediante los cuales alguien finge equivocarse, cuando, en realidad, lo que está haciendo es cumplir con el mandato de quien lo dirige, con el fin de intentar averiguar la reacción de sus competidores y de los ciudadanos, ante un plan que intenta aplicar en un futuro cercano. El hecho de que, el señor Blanco, de súbito, convertido en ministro de Economía, en sustitución de una desaparecida Elena Salgado; se haya permitido advertirnos de que, en España, los ciudadanos somos los que pagamos los impuestos más bajos de toda la UE y que, a su criterio, deberían aumentarlos en 6 puntos porcentuales para equipararlos a los del resto de Europa; puede parecernos, a primera vista, una más de las habituales perogrulladas con la que este personaje “rasputiniano” nos entretiene, no nos debe hacer perder la perspectiva de lo que tienen en mente los del PSOE y, en especial, el gran manipulador de la opinión pública, señor Rodríguez Zapatero. Si, en anteriores ocasiones, no hubieran practicado el mismo juego engañoso, es posible que picáramos de nuevo en el cebo que se nos pone; pero, como el gato escaldado, ya sabemos de lo que debemos huir y a lo que nos enfrentamos, cuando se nos hacen, por parte de algún miembro del Ejecutivo, advertencias semejantes.

Rodríguez Zapatero afirmó, no hace demasiado tiempo, que ¡nunca aumentaría los impuestos! Todos estuvimos convencidos de que pronto lo haría. En efecto, en el 2009, se aprobó un aumento de impuesto que venía a suponer una recaudación de unos 15.000 millones de euros al año (curiosamente, una cifra muy parecida a aquella que el Gobierno les asignó a los municipios, para que la despilfarrasen en obras menores, absurda y carente de utilidad alguna para generar riqueza y puestos de trabajo estables). Pero el afán recaudatorio del Gobierno viene marcado por dos vértices: el primero, el que le fijan los sindicatos, que condicionan su apoyo al Ejecutivo a que, el mercado laboral, siga igual que con anterioridad a la crisis y que no se suprima ninguno de los beneficios de los que disponen los trabajadores, aunque ello suponga más desempleo; el segundo, la necesidad agobiante de surtir las arcas del Tesoro, esquilmadas por la precisión de atender a los intereses agobiantes, derivados de nuestra creciente Deuda pública, y el no menos estresante imperativo de conseguir liquidez para ir manteniendo el subsidio de desempleo para los 4.500.000 trabajadores en el paro, ya que, en caso contrario, los efectos sociales y de orden público que comportaría una masa semejante abocada a la miseria, probablemente pudieran dar lugar a una revolución social..

Así las cosas y debido al fracaso de las primeras medidas recaudatorias, ya que la demanda sigue restringida y los ciudadanos no confían en un Gobierno que, hasta la fecha, los ha estado engañando y los ha situado a la cola de las naciones, en cuanto a posibilidades inmediatas de recuperación. Lo cierto es que, ZP, está con el agua hasta el cuello ya que no ha querido o no ha podido restringir los gastos superfluos del aparato estatal, no ha suprimido los empleos públicos que debiera, no ha dejado de despilfarrar el dinero de los españoles al mantener las ayudas a quienes le apoyan, como son las enormes cantidades dedicadas a comprar a los lideres sindicales; la serie de ayudas a determinadas autonomías que, con sus votos, podrían descabalgarlo de poder cuando quisieran y, en estos momentos, precisa de sus apoyos para aprobar los Presupuestos del Estado del año 2011. Por cuestión de purito sigue dando cifras importantes para la Alianza de Civilizaciones y, por cabezonería, se niega a cumplir los acuerdos del Parlamento por los que se le ha requerido a que suprima ministerios inútiles, sin apenas competencias, lo que contribuiría, sin duda, a aligerar el presupuesto de gastos de la Administración. Pero, un artículo, especialmente interesante, firmado por los señores Llamas y Villanueva en LD, baja de la nube al señor Blanco y le hace estrellarse contra una serie de datos estadísticos contrastados, que alejan a nuestro ministro del pedestal de doctor en economía en el que se había instalado, in absentía de mejor valedor.

La realidad es que el “esfuerzo fiscal” (el que mide el peso que representa la presión fiscal en la renta per cápita o sea los salarios), para entendernos, los días que tenemos que trabajar de gratis para el fisco; en España es de 121’89 (estos son los días que le “regalamos de nuestros sueldos al Estado) en Alemania, donde los salarios medios( 43.942 euros/ año) doblan a los de España ( 22.802 euros/año) el esfuerzo fiscal es de 87`01 ; en Francia ( 32.086€ año) es de 110’43; en Países Bajos (42.363€ año) es de 78`11 etc. Solamente en Italia y Portugal el esfuerzo fiscal es superior al nuestro ya que, incluso la, desahuciada, Grecia lo tiene inferior al que registramos en España, con 119’46. Puede que, el señor Blanco, por equivocación o por imprudencia, haya confundido la “presión fiscal” (que se obtiene dividiendo la recaudación tributaria por el  PIB), que depende más de la actividad económica de un país y no tanto de la subida o bajada de impuestos (a mayor actividad económica se pagan más impuestos y se recauda más) ¡Elemental, querido Whatson!, como diría el habilidoso y talentudo Sherlok Holmes. ¡Claro que la presión fiscal descendió en el 2008 al 33% del PIB, fue debido al desplome de ingresos de las administraciones públicas como consecuencia de la crisis económica! Pero se olvida el señor Blanco de que, la presión fiscal, ha ido creciendo durante todo el boom inmobiliario precisamente a causa de las mayores recaudaciones del Fisco, con motivo de que, eran años de bonanza y riqueza. No fue debido al aumento o disminución de los impuestos, sino, simplemente, que la producción de riqueza aumentó. ¡Así de simple, señor Blanco! Si usted, antes de hablar se hubiera tomado la molestia de consultara a expertos, como acabo de hacer yo, quizá sus declaraciones no se hubieran tomado con el general rechazo con el que lo han sido. Uno no sabe para qué les sirven esta pléyade de asesores, con los que encarecen los Presupuestos, si luego no les sirven para otra cosa que para engañar al pueblo.

En todo caso, como ha sucedido en anteriores ocasiones, el procedimiento es el siguiente: se lanza un globo sonda amenazando con una subida excesiva; se deja que se levante la polvareda prevista y luego, magnánimamente, se dice que lo que realmente se va a incrementar es la mitad de lo que, en un principio se había anunciado. La población, absurdamente, respira aliviada porque, al fin y al cabo, no ha sido el aumento tan alto como se había previsto. Una muestra más del aborregamiento de nuestra sociedad que, al parecer, esta sumida en el más absoluto letargo, incapaz de reaccionar contundentemente cuando, el Gobierno de la nación, la está esquilmando a conciencia, seguro de que, mientras consiga mantener el subsidio de desempleo y a los empresarios atados del ronzal, nada va ocurrir en esta desconocida España; transformada en el nuevo “paraíso” del régimen socialista. ¡Adiós mi plata!, como dirían algunos.

 

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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