(Publicado en El Mundo-Reggio´s, aquí)
Modelo de Estado: La Opinión
La diputada de UPyD hace un llamamiento público para reaccionar ante el presidente del Gobierno, que, en su opinión, somete al país a un enorme grado de inseguridad jurídica, política y económica sólo por motivos electoralistas
Eso es lo que confirmó el viernes la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, cuando dio cuenta de que el Consejo de Ministros había decidido cómo orillar la sentencia del TC sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña: que Zapatero aplicará el pase foral a la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña.
Si algo ha demostrado este presidente es su capacidad para mimetizarse en el ambiente: ¿que va a Rodiezmo?, pañuelo rojo al cuello; ¿que va con sus juventudes?, kufiya palestina; ¿que va con los banqueros que llevan tirantes?, traje gris marengo y sonrisa cómplice; ¿que va a Marruecos?, foto con el rey y el mapa que incluye el Sáhara Occidental entre los territorios del reino alauí; ¿que se gobierna con nacionalistas?, más identitario que ellos.
No sorprende, por tanto, que lleve a la práctica con total desparpajo uno de los hallazgos más arcaicos del nacionalismo vasco: el pase foral. O sea, acato pero no cumplo. No sorprende tampoco la celeridad con la que el presidente se ha sometido a las reivindicaciones de los nacionalistas catalanes, incluidos los de su propio partido, para cumplir lo que les prometió en el Debate sobre el estado de la Nación: que promulgaría todas las leyes orgánicas que fueran necesarias para vulnerar la sentencia del Tribunal Constitucional.
Tampoco sorprende que vaya más lejos que lo aconsejado por los defensores del pase foral. Para Zapatero no es suficiente con acatar pero no cumplir: él irá más lejos y promulgará leyes que burlen la sentencia. Cumplirá lo que le pronostiqué (con murmullos de desaprobación desde la bancada socialista) en mi réplica durante el debate mencionado: «Como la ley prohíbe robar, vamos a hacerlo sin que nos pillen».
Zapatero se ha saltado a la torera todo pacto que le impusiera normas de comportamiento transparentes; se ha burlado de forma permanente de la separación de poderes; ha incumplido todos los acuerdos suscritos con empresarios, sindicatos, partidos políticos…; ha traicionado el pacto suscrito con los ciudadanos a través de su programa electoral, despreciando la idea misma de que la democracia es un pacto y el voto no es nunca un cheque en blanco. Y ahora, remedando a su ídolo Romanones («haga usted las leyes que ya haré yo los reglamentos»), se apresta a burlar la sentencia del Tribunal Constitucional. A eso se le llama, simple y llanamente, corromper políticamente las instituciones.
¿Qué se puede hacer cuando un país tiene un presidente que corrompe políticamente las instituciones negándose a acatar y a aplicar las leyes? ¿Qué se puede hacer cuando un país tiene un presidente que propugna el desacato de las sentencias del más alto Tribunal? ¿Se imaginan a Obama propugnando leyes para no cumplir las sentencias del Supremo de los EEUU? ¿Se imaginan a cualquier gobernante de cualquier país democrático del mundo en una actitud similar? ¿Qué haría la clase política de tal país si se produjera esa circunstancia? ¿Qué harían los medios económicos y sociales? ¿Qué harían los medios de comunicación? ¿Qué haría la Justicia?
No sé lo que ocurriría, pues la hipótesis misma resulta inverosímil; porque lo que sé es que en ningún país del mundo democrático existe un presidente como el nuestro, dispuesto a vulnerar las leyes que tiene la obligación de cumplir y hacer cumplir. Sé que no hay en el mundo democrático un presidente capaz de someter a su país a tal grado de inseguridad jurídica, de inestabilidad política y económica, sólo para intentar que su partido gane unas elecciones.
Sé que no hay en el mundo democrático ningún país que tenga la desgracia de tener un presidente sin límites, capaz de defender una cosa y la contraria con la misma sonrisa y con la misma tranquilidad. Sé que no hay en el mundo democrático ningún presidente que anteponga la identidad a la ciudadanía; ningún presidente que no sea consciente de que la nación no es un estado de ánimo, sino el sujeto de la soberanía, el instrumento imprescindible para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos.
Sé que este presidente es el responsable de la quiebra política que sufre España. Y sé que mientras tenga algún poder en su mano va a seguir desmantelando el Estado, lo poco que le queda aún por destruir. Por todo eso, porque ha roto el contrato suscrito con los ciudadanos, porque ha perdido el crédito y ha fracasado en su política, porque nos lleva a una situación de quiebra institucional irreversible, llamo a la responsabilidad de todos aquellos que puedan hacer algo para evitar este desastre.
No me resigno a pensar que lo único que nos queda es alzar la voz denunciando el desastre. El Estado democrático ha de tener contrapoderes democráticos que eviten que un hombre sin escrúpulos pueda tirar por la borda 30 años de construcción de nuestra democracia. ¿Qué más debe ocurrir para que el establishment político, mediático y económico reaccione? ¿Qué más debe ocurrir para que los que viven bien con este Gobierno, los que esperan a heredar, los que se benefician de sus subvenciones o de la publicidad institucional reaccionen? ¿Qué más debe ocurrir para que los que nos dan lecciones cada día de lo que tenemos que hacer los políticos, los que quieren marcar los tiempos y las pautas, los que levantan el teléfono para llamar a gobernantes extranjeros levanten la cabeza y alcen la voz?
No queda mucho tiempo. Sólo sé que si el egoísmo no nos deja ver, si el cálculo económico o partidario es más fuerte que el patriotismo constitucional, no habrá ni sobras que repartirse.
Rosa Díez es diputada y portavoz de Unión Progreso y Democracia.