(Publicado en Reggio´s-Editorial de El Mundo, aquí)
Cualquier empresario sabe que si tiene que preparar el presupuesto de su compañía con los mismos parámetros de ingresos y gastos de cinco años atrás es que el negocio está en franca recesión. Es posible que en ese periodo la empresa haya creado riqueza y puestos de trabajo, pero también es patente que el crecimiento logrado con anterioridad se ha esfumado. Pues esto es exactamente lo que anunció Salgado el pasado jueves tras la reunión de la comisión delegada para Asuntos Económicos. La vicepresidenta ha dado orden de que el gasto de los ministerios para 2011 se reduzca al mismo nivel de cinco años atrás, lo que supone que el aparato estatal será el próximo año un 16% más pobre y más pequeño. Aunque no se conocen todavía las grandes cifras del próximo presupuesto, nos podemos hacer una idea de lo que supone la reducción que está planteando Salgado si vemos que en las cuentas de 2006, el Estado preveía recaudar por impuestos 117.778 millones de euros y en 2010 tiene presupuestado 107.550. O que el techo de gasto estatal previsto para 2011 sea de 122.256 millones de euros, inferior a los 133.947 millones de 2006. Es la triste pero real conclusión que se extrae de la nefasta gestión que los gobiernos de Zapatero han hecho de la crisis.
Económicamente hablando, el presidente ha tirado por la borda cuatro de los seis años que lleva gobernando. Hay que recordar que el paro estaba en el 9,5% de la población activa en 2006 por el 20% actual y que el presupuesto preveía un superávit de las cuentas públicas del 0,2% del PIB para 2006, frente al déficit del 6% que se ha marcado el Gobierno al finalizar el próximo año.
A Zapatero le quedan dos años para remediar la situación y poder presentar una legislatura aceptable desde el punto de vista económico. Y no parece que la cosa vaya a mejorar, a pesar del crecimiento del PIB en la primera mitad del año. Paul Krugman, el gurú de cabecera de Zapatero, recordaba ayer a Obama y al presidente de la Fed Bernanke en su blog en The New York Times que Estados Unidos no puede hablar de recuperación hasta que la economía no sea capaz de crear empleo y que «unas décimas más o menos de crecimiento no son significativas en este momento». Estas palabras pueden dirigirse perfectamente al Ejecutivo español, que no se puede escudar en la mejora coyuntural de algunos indicadores para volver a ocultar la verdad sobre la crisis a los españoles primero y minimizar su impacto después. Una tentación que se hace más fuerte si tenemos en cuenta que empezamos un periodo electoral que va a durar meses.
Todos los analistas están advirtiendo de que el crecimiento del PIB en la primera parte del ejercicio o la mejora del desempleo de los últimos meses se debe sobre todo a factores coyunturales o estacionales sobre los que puede ser aventurado sacar conclusiones. Ayer, por ejemplo, conocimos que las ventas minoristas de julio cayeron un 2,2% y el empleo se redujo un 1% sobre el mismo mes del año anterior. Aunque hay que esperar nuevos datos, la tan publicitada recuperación del consumo puede deberse sólo a la anticipación de compras por la subida del IVA, que entró en vigor el 1 de julio.
¿Tiene tiempo Zapatero? Será muy difícil que pueda presentar unos datos aceptables de empleo en 2012, pero al menos, el giro de 180 grados que la Comisión Europea, el FMI y los mercados le obligaron a dar en mayo puede empezar a surtir un cierto efecto a partir del próximo año si el Gobierno sigue profundizando con valentía en las reformas. Lo urgente ahora es asegurar el recorte del déficit, apartando algunas veleidades electoralistas con el gasto; culminar la modernización del mercado laboral con la mejora de la negociación colectiva y emprender la reforma del sistema de pensiones.