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Primarias UPyD: los riesgos de importar el “zapaterismo” (I) (por Carlos Martínez Gorriarán)

Publicada el septiembre 23, 2010 por admin6567
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(Publicado en El blog de Carlos Martínez Gorriarán, aquí)

Hay consenso en que elegir a los candidatos de los partidos a través de un sistema de elecciones primarias constituye un avance para abrir el funcionamiento interno de éstos y una posibilidad, al menos hipotética, de conectar mejor con las preferencias de la sociedad en lugar de someter éstas a los intereses de la propia organización (conocido como “aparato”). Como todas las innovaciones, el sistema de primarias tiene sus riesgos: no es evidente ni inevitable que las preferencias de los afiliados de los partidos coincidan con las que se presumen a su electorado ni tampoco que sean las mejores preferencias posibles; además, el sistema electoral debe fundarse en normas igualitarias y transparentes que exigen una importante inversión de tiempo y recursos y sin duda generan sus propias tensiones (pues la conflictividad es inherente, es decir inevitable, a cualquier organización humana e incluso a cada uno de nosotros). Finalmente, es importante que la participación interna sea elevada, y que tanto candidatos como votantes asuman sin demasiadas reservas sus respectivas obligaciones de jugar limpio y de elegir al mejor candidato de los elegibles. Tampoco es desdeñable el efecto de la escala: si se trata de reproducir de algún modo las preferencias del cuerpo electoral en el seno de un partido, éste debe tener un tamaño proporcionado al del cuerpo electoral al que se dirige (y nosotros somos todavía un partido pequeño, pese a lo cual nos parecía imprescindible adoptar el sistema de primarias por exigencias del proyecto). Francamente: casi nada. Lo único que justifica adoptar el sistema de elecciones primarias en lugar de las designaciones más o menos digitales de las listas electorales y los altos cargos, al estilo del PP, es que resulta un sistema más adecuado para mejorar la calidad de la democracia. Pero no es más fácil ni menos conflictivo que otros posibles.

Teniendo en cuenta todas estas dificultades y otras que sin duda descubriríamos con la práctica, nosotros –UPyD- decidimos en el I Congreso adoptar un sistema de elecciones primarias mucho más abierto que, por ejemplo, las del PSOE –el PP ni siquiera lo intenta-, de manera que sean obligatorias en todas las convocatorias y circunscripciones electorales y no sólo en algunas, y que cualquier afiliado pueda presentarse sin avales. Además, el arbitraje del proceso no corresponde a la organización local –como la FSM del PSOE en las controvertidas y nada transparentes primarias socialistas de Madrid-, sino a una Comisión Electoral nacional elegida en el propio Congreso para cuatro años, y por tanto presumiblemente más independiente de las presiones locales implícitas en la elección de un candidato a alcalde o diputado autonómico.

Esperemos que todo salga bien y no adulteremos con triquiñuelas o mezquindades esta opción, arriesgada pero coherente con nuestro concepto de partido y, sobre todo, dirigida más a la sociedad que a la propia organización, pues de lo que se trata es de escoger a los mejores candidatos que podamos ofrecer a los votantes, y de ninguna otra cosa. Sobre el papel es un modo exigente de superar los riesgos siempre latentes de la selección negativa, el mecanismo perverso por el que los ganadores de un proceso interno seleccionan a gente peor que ellos mismos o en inferioridad de condiciones para dominar férreamente la organización, iniciando un proceso en cascada de promoción de los más dependientes y, o, los menos formados. El tipo de proceso del que surgen los Zapatero, Pajín, Moratinos, Salgado, Aído y compañía, o los Rajoy, Camps, Feijoó y todo el resto (y conviene tener presente que en las elecciones primarias las personas conocidas dentro del partido por los afiliados más implicados en la organización parten con una ventaja nada desdeñable sobre otros menos famosos, con absoluta independencia de la calidad de su preparación y de la importancia del trabajo que realmente desempeñan…)

Y hablando de Zapatero, esa calamidad, me parece necesario señalarlo como ejemplo de lo que debemos evitar en las primarias de UPyD. Al fin y al cabo, ¿no fue elegido el peor presidente del gobierno de la democracia en un congreso con otros candidatos nada desdeñables, como José Bono y nuestra propia Rosa? Fatídico desenlace electoral que apunta uno de los problemas de los procesos electorales: por limpios y abiertos que sean, no hay garantías de que los elegidos sean los mejores. Es más: el caso Zapatero ejemplifica un proceso desviado hacia intereses que no son los que supuestamente dirime el proceso electoral, que son intereses públicos, sino hacia la resolución de crisis o problemas internos distintos de los públicos y, a veces, opuestos a estos. Pues un buen secretario general o presidente de un partido podría resultar un mal presidente de gobierno o cargo electo: los ejemplos abundan porque la ley o principio de Peter (cualquier miembro de una organización tiende a subir en el seno de la misma hasta alcanzar su cota de máxima incompetencia) es desagradablemente certera.

Hagámonos dos preguntas: la primera, en qué consiste el zapaterismo; la segunda, en si hay riesgos de que lo importemos a UPyD a través de las elecciones primarias y, en tal caso, qué podemos hacer para atajar ese riesgo, muy acusado en un país como España, donde el populismo, la resignación conservadora (a veces disfrazada de ira: la temible del español sentado, que dice Alvaro Pombo), el aprecio de la picaresca y el desprecio del trabajo exigente tienen sin duda excesivo peso, lo que ayuda a explicar desazonadores fenómenos como la todavía inexplicable estima popular de un político tan nefasto como Zapatero.

Adelantemos que el zapaterismo es un sistema de gestión con los siguientes rasgos: descansa en un líder intelectualmente vacuo, profesionalmente ignorante, carente de principios y adaptable a cualquier fin que le permita conservar el poder, pero sobrado de fotogenia, simpatía, habilidad verbal consagrada al cultivo de la ambigüedad y al halago de lo que su público quiere oír, y buena percha para pasear trajes elegantes. Un producto de la combinación de estilismo, corrección política, frivolidad, populismo, técnicas de mercadotecnia y manuales de autoayuda. Este líder, que sustituye las ideas que no tiene por las encuestas que le orientan sobre lo que la mayoría quiere oír en cada caso, tiende a concentrar un poder omnímodo a base de deshacerse de posibles rivales y rodearse de mediocridades y mindundis tan ignaros o más que él, que le deben el puesto y dispuestos a lo que sea para conservarlo. El precio, naturalmente, es el deterioro paulatino de la política que protagonizan y un destrozo de las instituciones, de la convivencia y de las reglas de la democracia que cualquier ciudadano español actual con un mínimo sentido crítico e información comprende al instante: un desastre.

Y sin embargo, ese desastre no surge de la nada ni es peculiar del socialismo español. Puede florecer y medrar en cualquier ecosistema político favorable, como lo fue el PSOE –y otros partidos españoles y europeos- tras los éxitos y la decadencia inmediata de la era de Felipe González. Por eso mismo algunos incautos podrán pensar que, como partido pequeño y nuevo que somos, UPyD inmune a ese contagio. Nada de eso: precisamente por nuestra breve trayectoria y todavía frágil organización interna, somos un bocado apetecible para audaces y amables émulos de la pesadilla de la Moncloa. Sujetos de poco oficio ansiosos de beneficio, parapetados en las habilidades propias del zapaterismo: vacuidad, ambigüedad, trapacerías, carencia de escrúpulos, mensajes populistas y caradura tecnológica. Lo iremos examinando a lo largo de la posible semana.

Y finalmente: espero que este descanso bloguero os haya a vosotros venido tan bien como a mí. Continuará.

0 comentarios en “Primarias UPyD: los riesgos de importar el “zapaterismo” (I) (por Carlos Martínez Gorriarán)”

  1. FJC dice:
    septiembre 24, 2010 a las 1:04 am

    Hace falta tener cara.
    En el congreso la lista oficial estaba apoyada por rosa y encima era una lista cerrada.
    En esa lista Cuenca quedo sin representacion en el consejo politico.
    Hay cosas que mejor no recordar, Juan andres.

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