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Donde se habla de torpezas y fracasos (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el septiembre 23, 2010 por admin6567
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Cuando, en una casa, la familia empieza a discutir entre sí, a perderse el respeto, a sacarse los trapos sucios y a despotricar los unos contra los otros, es evidente que la convivencia se vuelve algo imposible, el amor se trastoca en odio y los vínculos familiares se quedan hechos jirones, sin que el estropicio causado permita que, los malentendidos y rencores restablezcan los nudos rotos ni sanen las sensibilidades heridas. En esta gran familia que formábamos los españoles, es evidente que, con la llegada de los socialistas al poder, en sólo 6 años hemos pasado de una convivencia apacible, unas relaciones respetuosas con los demás y una entente entre las distintas autonomías; que permitía la solidaridad entre ellas y un reparto equitativo de los recursos del país, de forma que, aquellas regiones de España más deficitarias, salieran a flote mediante la solidaridad de las restantes; al triste convencimiento de que en España, -antes un país cohesionado, bajo un solo gobierno central que asumía las funciones básicas de todo estado moderno, se preocupaba de mantener la unidad de la nación y de su sistema jurídico, de las leyes fiscales y la recaudación de tributos ingresados en una caja común, el Tesoro público–; algo fundamental ha cambiado, a la desagradable sensación de que un extraño maleficio se ha infiltrado entre nosotros, los ciudadanos, a modo de  encantamiento, que ha conseguido que nos miremos los unos a los otros con desconfianza, que no nos sintamos seguros en las calles de nuestras ciudades, que veamos en nuestros políticos a personas peligrosas, que sólo se ocupan de prohibirnos cosas, de asaltar nuestros bolsillos con impuestos abusivos o propicios a promulgar leyes descabelladas, convirtiendo delitos execrables en derechos ciudadanos o cambiando nuestra concepción de la moral y la ética, intentando sumergirnos en un relativismo donde se reniega de toda nuestra historia, nuestras creencias y nuestras costumbres más enraizadas, para entrar en la permisividad, el egoísmo y el libertinaje de hábitos que, en lugar de hacernos avanzar hacia cotas de una mayor civilización y control de nuestras pasiones, nos obliga a retroceder a un primitivismo en el que imperara la ley del más fuerte, la promiscuidad y los más variados vicios propios de gentes sin civilizar entregadas a sus pasiones más extremas.

El PSOE, del señor Rodríguez Zapatero, ha alcanzado un punto tal de desconcierto, un estadio de inseguridad tan acusado y una antinatural negación y rechazo de sus propias ideas (obligado por la UE para sacarnos de la amenaza de default soberano) que ya no queda títere con cabeza ni afiliado o simpatizante que sea capaz de entender la deriva a la que se ha visto obligado a recurrir, para intentar salvar la poco credibilidad que todavía le pudiera quedar entre sus votantes. Es evidente que, ante posibles citas electorales y después de unos años de fracasos consecutivos, el gobierno socialista se siente acorralado y busca, con desesperación, encontrar una salida que le permita recobrar su predicamento ante sus seguidores. Así por ejemplo, el señor Montilla que desde hace años sólo se expresaba en público en catalán, cuando se ve obligado a recuperar a los socialistas que le votaron, la mayoría castellano parlantes, ha tenido que recobrar su idioma vehicular ( una expresión odiosa) para buscar acercarse a los hijos pródigos de esta legislatura. ¿Dónde quedan los incumplimientos de las sentencias del TSJC, ordenando al Tripartit que se impartiera la tercera hora en castellano? O, ¿dónde quedan las multas por rotular en castellano o la obligación de los Mossos de Escuadra de dirigirse a los ciudadanos en catalán?, ¿acaso se le tendrá que castigar por hablar en los mítines en el idioma del Estado? La sinrazón elevada al cubo.

¿Saben ustedes que la señora Salgado (que, curiosamente, ha sido calificada, en un periódico alemán, juntamente con sus compañeras de equipo, de “muñequita de moda de Zapatero”, un tema muy divertido del que me ocuparé en otro artículo), ha faltado a la verdad?, cuando ha afirmado, sin el más mínimo pudor, que el déficit público había descendido de Enero a Julio un 48’2% respecto al mismo período del año 2009; cuando han sido los datos internos de Economía los que nos han proporcionado una versión muy distinta del tema, al desdecir a la señor ministra demostrando que los 25.774 millones de euros de incremento que nos ha vendido han sido, en realidad, 41.573 millones de euros, es decir una reducción respecto al año anterior de apenas un 0’55%, ¡vamos como para creerse a esta señora! Tampoco parece que nuestra deuda pública y la de nuestras CC.AA vayan mejorando si es que tenemos que aceptar la información que nos trasmite la prensa, por la que se fija que, en junio de este año 2010, este capítulo alcanzó la, nada despreciable, cifra de 598.764 millones de euros, de los que les corresponden a nuestras CC.AA la bonita cifra de 104.083 millones de euros y, a los ayuntamientos, 36.413 millones de euros, con incrementos, respecto al año 2007, de 52%, 82% y 26%, respectivamente. Es cierto que los inversores están más confiados y que el rating con respecto a l a deuda alemana ha descendido, pero la realidad es que, cada vez, nos aproximamos más al 60% tope fatídico que constituye el máximo que podemos alcanzar sin infringir el límite que marca el Pacto de Estabilidad.

Mientras, en Madrid, se pelean como gallos los dos candidatos socialistas (el señor Gómez y la señora T. Jiménez) con gran enfado de ZP; a sus espaldas y animados por el PCE del señor Cayo Lara, los señores técnicos de Hacienda se entretienen en ver cómo pueden chinchar más a los ciudadanos y, parece que han presentado en el Congreso un paquete de propuestas fiscales, encaminadas a darle el puyazo definitivo a la economía española; por si alguien hubiera pensado que íbamos por buen camino. Se trata, al parecer, que estos señores de Hacienda, irredimibles recaudadores, han encontrado el medio de sacarnos más dinero, mediante la idea de subir el IRPF al 50% y el impuesto de Sociedades al 35%. Con lo que y luchando contra la economía sumergida, piensan conseguir una recaudación adicional de 35.200 millones de euros para el 2011. Aparte de la desactivación que ello supondría de las inversiones en las empresas y sus consecuencias, en cuanto a sus resultados y competitividad; un medida semejante es evidente que traería, como primer y grave consecuencia, la deslocalización de una gran parte de las industrias, especialmente las multinacionales, que ante semejante medida optarían para ir a instalarse en cualquier país donde se las tratara mejor.

En cuanto a la lucha contra le “economía sumergida”, habría mucho que discutir. En efecto, no hay nadie en España que piense que, con casi 5 millones de parados si, en realidad, todos tuvieran que vivir sólo con el subsidio de desempleo y, el casi millón y medio de familias que tienen a todos sus miembros en el desempleo, se tuvieran que arreglar sólo con las míseras ayudas del paro; si no existiera una economía sumergida que les ayudase a conseguir unos ingresos extra, es posible que, en estos momentos, la paz social de la que gozamos se hubiera convertido en una explosión de conflictibilidad social que ya hubiera dado al traste con nuestra frágil economía con sus previsibles consecuencias en cuanto a nuestra imagen en el resto de Europa. ¿Se imaginan ustedes que, a aquel que hace trabajos de lampista, o realiza pequeñas chapuzas de albañilería, o ayuda a recoger fruta o vende manualidades; se le presentara un inspector de Hacienda y le obligara a dejar lo que está haciendo y, por añadidura, le impusiera una multa? ¡Delirante! Y es que: donde no hay sentido común enraíza, con fuerza, la torpeza.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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